Sigue latente el flagelo de la inseguridad ciudadana, que se ha convertido en una verdadera intranquilidad para las familias neivanas. Cuando circulamos por las vías sentimos temor de ser atracados por bandas delincuenciales que transitan libremente por la ciudad. La población se encuentra desesperada, a pesar de los esfuerzos de las autoridades para contrarrestar este fenómeno desestabilizador. Esto ocurre en todas las localidades huilenses. Añoramos esos tiempos cuando transitábamos con nuestras familias en completa tranquilidad. Son innegables los casos de inseguridad que se están presentando en el municipio de Neiva. A diario están ocurriendo raponazos y atracos a mano armado, sin que existan los suficientes controles de las autoridades.
Los delitos a que estamos expuestos los neivanos, son el atraco a mano armada que afectan su patrimonio económico, y la distribución de sustancias sicoactivas, por parte de estos desadaptados sociales, que en muchas ocasiones son aprehendidos por la Fuerza Pública, pero que, a los tres días de su captura, están gozando de la libertad por los altos niveles de impunidad que existe en la justicia colombiana, provocando que vuelvan a delinquir libremente. En muchas ocasiones, las cárceles se encuentran saturadas de reclusos, obligando a los Fiscales a darles libertad domiciliaria.
El problema de la justicia es bastante complejo para contrarrestar este fenómeno que corroe el bienestar de las familias colombianas. Recientes cifras reveladas por la Corporación Excelencia en la Justicia ponen en evidencia que el éxito de la Fiscalía en los casos que llegan a juicio cada vez es menor: se pasó de un 72 % de condenas en el 2011 a un 40 % en este 2021. Es decir, el año pasado fueron absueltas 6 de cada diez personas acusadas por la justicia como supuestas responsables de un delito. Es un dato preocupante, pues aparte de las dudas que se generan sobre la manera como está operando nuestra justicia, estos casos en los que no hay condena suelen generar, además, multimillonarias demandas en contra de la Nación, que se pagan con la plata de todos los colombianos.
Por tal motivo, hay que hacer un mayor esfuerzo por combatirlas. Consideramos que se deben reestructurar, el esquema de cuadrantes de policía; lograr que Fiscalía y Policía trabajen armónicamente en equipo, mejorar la presencia de uniformados en la calle, apelar a la tecnología para la vigilancia de espacios que resultan vulnerables para el ciudadano y facilitarles la denuncia, atacar sin cuartel el porte de armas de fuego y armas blancas, abordar sin ambages el debate sobre el parrillero en moto. Contra el hurto callejero, toda estrategia que se aplique podría quedar corta, pero un conjunto de medidas que arrojen resultados concretos reduciría la percepción de inseguridad en calles y barrios. Y eso ya sería una ganancia.
