Por el P. Toño Parra Segura
En este domingo 12 del tiempo ordinario el Evangelio nos habla de manera muy actual de lo que estamos viviendo con las diferentes enfermedades,, las personas estamos dominadas por el miedo, por el temor. Sentimos miedo ante lo desconocido, y muchas veces nos lleva a la violencia. Jesús hoy nos invita a cambiar de actitud, Él mismo invitó a los apóstoles a que anunciaran el Reino de Dios, sin miedo. ¿A quién podían temer? ¿Qué les podía suceder? Les dijo que podían morir, pero que no hay que tener miedo a los que pueden matar el cuerpo, pero no el alma; porque el Padre de los cielos estaba de su lado.
Parece un mensaje muy duro y difícil de entender porque todos le tenemos miedo a algo, incluso a la muerte, que es lo más seguro en esta vida. Pero Jesús nos invita a verlo desde una nueva perspectiva. ¿Qué es la muerte? Este es un paso ineludible para encontrarse con Dios. Él nos está esperando con los brazos abiertos.
Al final, todos tendremos que enfrentar el momento de la muerte por mucho que no nos guste hablar de ello. Lo que Jesús nos invita es a vivir ese momento con la confianza puesta en Dios. Quien confía en Dios tiene una actitud diferente, sentiremos la alegría de vivir y disfrutar de este inmenso regalo que Dios nos ha dado y así lo daremos a conocer a los que viven cerca de nosotros.
Esa alegría que debe caracterizar al cristiano, como lo dice Don Bosco, vivir con alegría y confianza en Dios, así tendremos fuerza para luchar contra las adversidades y dificultades que la vida nos va mostrando porque Dios está con nosotros.
Eso fue lo que Jesús dijo a los discípulos que no debían tener miedo porque Dios estaba con ellos, anunciar el mensaje del Reino es de alegría y esperanza para todos. Hoy, nosotros, somos los portadores de ese mensaje, y debemos llevarlo y vivirlo con alegría y confianza porque es Dios quien nos da esa fuerza y nos apoya con su Espíritu. No debemos estar tristes en las diferentes adversidades, eso sería no confiar en Dios.
La Eucaristía nos recuerda que Dios está con nosotros, que no nos abandona y que se hace alimento para nuestra vida, en estos momentos es un alimento espiritual que nos ayuda a existir.
¡Vivamos la verdadera alegría y perdamos el temor!.
