Diario del Huila, Historia
Por: Juan Manuel Macías Medina
Fotos: Tatiana Ramírez
Cuando se camina por Neiva, no es difícil toparse con Isidro Gutiérrez, un hombre de 71 años de edad que recorre la ciudad buscando la comida de sus 36 animales. Cinco de ellos, andan a sus espaldas, no lo dejan para ningún lado y lo único que no hacen es hablar.
Isidro llama la atención, pues no es nada común ver, primero, un hombre de tan avanzada edad cuidando de cinco perros en las transitadas calles del centro de la ciudad y segundo, mirar la fascinante comunicación que entabla con sus ‘hijitos’, pues así los llama.
El adulto llegó del Tolima hace más de 65 años a la ciudad de Neiva. Es más neivano que cualquiera. Difícilmente se encuentra uno con personas que realizan tan bella labor, pues Isidro le entregó su vida a sus mascotas.
“Yo soy de Planadas -Tolima, llegue a Neiva cuando estaba muy chiquitico, tenía por ahí cuatro o cinco años, yo soy tolimense pero me siento de Neiva, se puede decir que soy más neivano que cualquier otra persona que haya nacido acá. La verdad no tengo familia, pero nunca he estado solo, siempre en mis 71 años que tengo he estado con mis animalitos, nadie más me acompaña. Yo tengo nueve perritos y 27 gaticos en mi casa. Los que están acá conmigo se llaman Chao, Lupe, Negrito, Lucas y El Mono”, sostuvo, mientras señalaba con sus dedos a cada una de las mascotas que descansaban, mientras su amo no hacía más que proclamar el inmenso amor que les profesa.
La misión de Isidro
Según Isidro, Dios lo mandó solo a una cosa, a cuidar de los animales desamparados y lo está cumpliendo, pues los respeta y les da el mismo trato que se le puede dar a un hijo.
“La misión mía es sacar los animalitos de la calle, prestarles una ayudita porque muy poquitas personas conocen el sufrimiento de los animalitos. A mí Dios me mandó a cumplir una meta y es esa, brindarles una ayuda a los animales que están desamparados en Neiva. El amor por mis animales lo he tenido toda mi vida, desde que tengo conciencia siempre los he respetado, los he querido y los he ayudado. Ellos son como nosotros, son dignos de respeto porque son seres vivientes que requieren atención y ayuda de los seres humanos”, agregó.
Es tal la comunicación de Isidro con sus animales, que cuando uno se le adelanta, Isidro sabe que tiene sed, en ese caso, no hace más que agacharse, sacar de su bolsa un tarro con agua y servir en su mano, mientras los cinco perros esperan el turno para saciar la sed. Pareciera que Isidro les hubiera enseñado a hablar con la mirada.
En el cumplimiento de su divino mandato, el adulto mayor sale todos los días de su casa ubicada en el barrio Rojas Trujillo, misma donde reposan los demás animales que, por diferentes razones, no pudieron acompañar a Isidro. Se va de tienda en tienda pidiendo comida para sus cachorros, tal vez es lo único que le importa, pues primero ellos y después él.
“La gente es muy linda, la gente me ha colaborado siempre. Yo salgo todos los días a conseguir la comida de ellos, voy a los supermercados y pido la comida o también la gente me regala plata para que la compre. Primero consigo la comida de los cachorros y después me dedico a conseguir la mía. Yo me dedico a recoger cartón, chatarra y todo lo del reciclaje. Mi diosito nunca nos abandona porque él quiere los animales, pero yo si me he quedado sin comer, igual no importa, yo puedo decirle a alguien que tengo hambre y que me regale comida, pero ellos no, ellos no pueden hablar. Dios me puso la misión de hablar por ellos, vivo todos los días agradecido con él por despertar ese amor tan lindo que siento por ellos”, dijo.
Mientras cierra los ojos y eleva las manos ante su Dios, Isidro cuenta cómo es alimentar a 36 mascotas, no es tarea fácil, sin embargo, afirma que nunca se han quedado sin comer, él sí, pero igual no importa.
“Yo me dediqué toda mi vida a trabajar en la construcción, pero desafortunadamente ya estoy viejito y nadie me puede dar trabajo. Hoy lo que me importa es levantarme todos los días y salir a buscar la comida para que mis animales no sufran. Mis perritos nunca se han quedado sin comer, pero a veces si se quedan a medias. Hay veces que salgo todo el día y no consigo las siete bolsitas de comida que necesitan diariamente, pero ellos no saben que es dormirse sin probar la comida, la rindo hasta que coman todos”, reveló.
Si todos fueran como Isidro
Si todos fueran como Isidro, tal vez en Neiva no habría tanto animal callejero, por fortuna, está él, un hombre que además de darles comida y hasta llevárselos para su casa, no hace más en su día que concientizar a los neivanos sobre el cuidado animal.
“He visto muchos casos en donde las personas maltratan a los animales y me he ganado muchos problemas por eso. Yo les pido a esas personas que no sean crueles, que ablanden el corazón porque los animales son nuestros hermanos, ellos también sienten y necesitan de nuestro apoyo. Cuando lo hagan se darán cuenta del cambio, ellos son la medicina para el corazón, ellos solo son ternura. El día que yo falte no sé qué va a pasar con mis hijitos, pero espero que llegue alguien que los adopte como lo hice yo en algún momento. Yo ando por todo Neiva con ellos para concientizar a las personas para que algún día podamos tener a todos los animalitos en buenas condiciones”, relató, mientras volvía a pedirle a su Dios compasión para los maltratadores.
Isidro no es veterinario, pero en caso de haber tenido la oportunidad de estudiar, de fijo esa habría sido su profesión. Cuando los “animalitos” del adulto se enferman, no tiene otra opción que pedir ayuda a los veterinarios y aunque muchos no le ayuden, ese no es problema de Isidro, pues él no vino a criticar sino a ayudar.
“Cuando se enferman le pido a algún veterinario que me ayuden, hay unos que son muy buenas personas y otros a los que les falta comprensión, pero no importa, no quiero calificar a nadie porque mi misión no es esa, mi misión es que ellos siempre estén bien. Los otros cuatro perritos que no están acá conmigo es porque están enfermos, tiene problemitas en la piel entonces no pueden salir, pero apenas estén bien acá van a estar conmigo. Yo voy por la calle y cuando veo perros con muchas dificultades me los llevo para mi casa o los llevo a una fundación, pero no soy capaz de dejarlos tirados en la calle, si lo hago, no puedo dormir tranquilo”, puntualizó Isidro Gutiérrez, un hombre al que solo le falta que sus mascotas le hablen.
Isidro se va, y detrás de él, los cinco animales que no permiten que Isidro se aleje por más de un metro. Chao, Lupe, Negrito, Lucas y El Mono, lo cuidan, lo vigilan, y hacen todo lo que su amo ordene, y es que es lo mínimo que podrían hacer por un hombre que solo vive para ellos.