Cada vez que se presenta un aumento de las precipitaciones en la región surcolombiana, ocurren remociones en masa, daños de viviendas, cultivos y destrucción de la infraestructura que afecta la dinámica económica de la región. Podemos seguir analizando las reiteradas tragedias que se han presentado cuando llega el invierno a nuestros territorios. Desde que se presentó el sábado anterior, una creciente inesperada en la quebrada Arenoso que provocó el colapso del puente sobre la Ruta 45, incomunicando la principal arteria vial del surcolombiano, generando traumatismos en el tránsito automotor por este viaducto.
Las lluvias han dejado municipios en emergencia por los deslizamientos continuos ocurridos en la malla vial terciaria y secundaria, entre los que se encuentran Palestina, Algeciras, Guadalupe y Santa María. Es indispensable que los Consejos Municipales para la Gestión del Riesgo, estructuren planes de contingencia para mitigar los efectos negativos sobre la población. Se debe impulsar el montaje de alertas tempranas con el fin de prevenir desastres de alto impacto. Se deben hacer grandes inversiones para ubicarlas en sitios estratégicos y que las comunidades contribuyan a través de un sistema de comunicaciones cualquier evento que se llegase a presentar.
Inmediatamente la empresa concesionaria de la ruta 45, junto con las autoridades regionales, empezaron a evaluar las alternativas para reconstruir este puente y permitir otra vez el paso de ida y vuelta hacia la región surcolombiana. El anuncio oficial emanado del gobierno departamental y de los representantes de la Concesionaria Ruta al Sur, definió que en cuatro semanas se volverá dar paso por esta vía, para poder superar dicha emergencia.
Además, se busca que el nuevo viaducto, sirva para la construcción definitiva de esta ruta, que contribuirá al desarrollo socio económico de la región surcolombiana. Es importante que se agilicen las obras para finiquitar su terminación de acuerdo con los cronogramas previamente establecidos, sin que se alteren, a pesar de la ocurrencia eventual de estos eventos naturales.
Igualmente, la situación ha sido una tortura para los vehículos que toman las vías alternas establecidas por las autoridades viales del departamento, por las interminables colas que se presentan en el puente Santander. Que el departamento sea referenciado con este asunto no es novedad. El desgaste de su malla vial es ancestral y, no obstante, los esfuerzos que hacen los gobiernos, nunca ha existido una solución satisfactoria. Ya sea por la conformación del suelo, el material empleado para los arreglos, el aumento del parque automotor o la alta presencia de transporte de carga, lo cierto es que su reparación definitiva es multimillonaria. Por eso, las administraciones han optado por priorizar los corredores principales y secundarios y han dejado en manos de los entes territoriales para su reparación.
