DIARIO DEL HUILA, HISTORIA
Por: Hernán Galindo
Joaquín Espinosa Macías dedicó varios años de su vida a servir el país en el Ejército Nacional, de donde se retiró con el grado de capitán. Los demás años los ha entregado a promover y preservar las tradiciones del Huila personificando a San Pedro, recorriendo las calles de Neiva en los desfiles folclóricos del Festival del Bambuco.
“El primer contacto con la cultura y el folclor huilense fue de estudiante de bachillerato en el Instituto Bolívar. Uno de mis compañeros era Ismael Cuéllar, hijo del maestro Rumichaca. Junto con sus hermanos salíamos a hacer bulla con el tambor y la marrana”, recuerda el hombre, nacido en Gigante, en la hacienda Santa Helena, el 31 de diciembre de 1944, en el hogar de José Antonio Espinosa y Leonor Macías.
En 1963, cuando cursaba quinto de bachillerato en el colegio Salesiano, una de las candidatas que representaría el barrio Granjas era su gran amiga Beatriz, hija del maestro Anselmo Durán. Como el papá, ella tocaba tiple, igual que algunos hermanos. Lo invitó a bailar el sanjuanero y aunque ninguno de los dos sabía se animaron para ayudar al desarrollo de ese nuevo sector de Neiva, como acción de beneficencia.
“Como anécdota, una noche de serenatas, estuvimos en la casa de don José Domingo Liévano junto al desaparecido Teatro Bolívar. Empezamos a cantar y cuando vimos que prendieron la luz en el segundo piso nos pusimos alegres por la ‘contribución’ que esperábamos recibir, pero, oh sorpresa, lo que nos echaron fue un baldado de un líquido amarillento: orines”.
Nació San Pedro
Después de salir del Ejército, el ‘Capi’, como también le dicen de cariño, pasó a trabajar en la Contraloría en el cargo de auditor del Instituto Huilense de Cultura.
“Allí empecé a conocer más a fondo la parte histórica, cultural y folclórica de mi amado Huila. De esa época recuerdo con cariño a muchos personajes de los que aprendí mucho y a otros como mis familiares Tulia Rosa y Arturo Espinosa Celis, quienes también eran amantes de la cultura y de la historia opita”, relata con emoción.
Posteriormente nació la idea de personificar a San Pedro. Inicialmente salía con el traje típico de los parejos, con alpargatas de fique, pero sin barba.
“Corrían los años 1997 y 1998. Me dejé crecer la barba durante dos o tres meses y entonces la gente de ‘mano pueblo’ empezó a darme la idea de seguir con la construcción del personaje diciéndome San Pedro, con cariño”, explica.
Así fue que un año después se dejó crecer la barba cuatro meses
“Le pedí prestada (que nunca se la devolví) el alba al párroco de la Iglesia de Quebraditas, me tercié un morral de fique, un cinturón de cabuya de fique y un manojo de llaves viejas que recolecté con la familia y amigos. El rabo e gallo y el sombrero los compré en Palermo”.
Le adicionó dos medias totumas pequeñas, de las que se usaban antiguamente para tomar aguardiente. Y años después le colgó dos llaves grandes, como de portón colonial, que le elaboró un cerrajero amigo.
Su primer desfile oficial fue en 1999 teniendo mucha aceptación en las calles y entre el público el personaje que en 2019 completó 20 años sampedriando, con una interrupción de en los años 2003, cuando fue director del Das, y otra en 2004 por una información de que la guerrilla atentaría contra su vida.
¿Cuántos kilómetros calcula camina por temporada? “Cuando salíamos dell aeropuerto hasta la Concha Acústica o la estación del ferrocarril sumarían unos 5 o 6 kilómetros. Y en el nuevo recorrido, glorieta avenida Inés García hasta el puente El Tizón nos desplazamos 7 u 8 kilómetros”, responde, sin queja alguna.
Confiesa que “mi estimulador fue Libardo, quien hacía en principio de San Pedro y para la época trabajaba en Banquetes Castillo. La gran diferencia con otras figuras es que mi barba es natural”.
Personificación de San Pedro
Comienza a alistar el personaje, “psicológicamente”, el día siguiente de finalizar el último desfile del Festival, el Folclórico. Y corporalmente desde el primero de enero de cada año cuando empieza a dejar crecer la barba y el cabello, que no corta en los siguientes seis meses, “la dejo silvestre, sin recorte de ninguna naturaleza y sin tintes”.
¿Qué reacción hay en la calle cuando termina el Festival y se quita la barba? La reacción, responde orgulloso, es la misma como si estuviera con el traje: admiración, cariño y amor conmigo y el personaje.
Y sobre la inocencia de los niños, si algunos creen que en realidad es San Pedro, se lamenta y explica que por desconocimiento de la mayoría de los pequeños y mala influencia o desinformación de los padres y mayores creen que encarna a Papá Noel “y entonces piensan en el regalo y no en lo bíblico ni en lo mítico del personaje San pedro, alma representativa de nuestras fiestas”.
Del piropo que más recuerda cuenta que lo recibió de una señora que iba con sus dos niños, pues le llegó a lo más profundo de su alma y corazón: “San Pedrito, qué alegría encontrármelo y poderlo saludar frente a frente, lo admiramos, lo queremos y le pedimos al Dios del cielo que lo proteja, lo guarde y nos lo conserve por muchos años para que nos siga alegrando las fiestas”.
¿Qué le ha enseñado o aportado el personaje a Joaquín Espinosa? “Me ha inculcado y enseñado un inmenso amor por mi gente huilense, por mi terruño, por su idiosincrasia y tradiciones. También el deseo de conocer más la vida de las gentes de los municipios y muchos sitios turísticos que sé existen, pero no he tenido la oportunidad de verlos”.
Afirma que por la gracia de Dios no recibe paga alguna paga por su labor anual porque su lema es simplemente participar en las fiestas sampedreras “porque amo a mi tierra opita y adoro a los opitas. Todo el que pise esta hermosa, sea por diversión, paseo o cultura, puede sentirse opita y así lo trataremos por siempre”
Con mucha nostalgia han transcurrido los dos recientes festivales en los que no ha podido encarnar el personaje: “Por no haber podido alegrar a propios y visitantes en las calles y desfiles se me han hecho largos los meses y años, pero estoy confiado en que el Todopoderoso muy pronto, pero muy pronto, podré regresar para alegrar a las personas su espíritu sampedrero.
Capi, ¿cómo será el día cuando ya no pueda salir a caminar un desfile? Espero que eso no sea muy pronto, responde, sin embargo, tengo pensado que, con la ayuda de Dios, así sea en una silla de ruedas, seguiré vestido de San Pedro, gozando y ayudando a gozar las fiestas, hasta que él me lo permita”.