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DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Galindo
Una de esas personas a las que Diario del Huila les quiere hacer un reconocimiento es doña Carmen Flórez Almario, “Lola”, le dicen sus familiares y amigos.
“Aquí llevo 30 años y antes en la carrera 12 con 7 fueron 19 años, por lo que son 49 años en el negocio, en la 12 con 5, desde el 91”, relata frente a su tienda en el barrio Altico en donde amablemente nos atiende.
Lola, nació en Garzón en el centro del departamento hace 73 años. De su infancia recuerda que les tocó muy duro ya que fue su mamá, Blanca María Almario la que los sacó adelante a ella y a cinco hermanos, lavado y planchado ropa o haciendo oficio. Su padre los abandonó siendo muy niños, de él no hay recuerdo alguno.
Cada quien cogió su camino, “mi mamá quedó sola en Garzón por lo que me la traje, vivió conmigo 20 años y luego con una hermana cuatro o cinco y murió”, rememora con tristeza.
El traslado a Neiva se produce porque se enamora de Julián Cándelo que trabajaba en una estación de servicio cerca a la casa, se salen a vivir muy jóvenes, tenía 17 años. ´Primero se fueron para Ibagué en donde duraron muy poco. A los tres meses se vienen para Neiva en donde se quedan definitivamente.
“Mi esposo con unos socios montó una venta de carne a domicilio, él era el socio industrial y yo empecé a trabajar allí. Los socios se salieron y le dejaron a él todo el negocio y desde ahí nos pusimos a trabajar independientes”, refiere.
“A los pocos años se puso difícil la venta de carne por demasiada competencia y es cuando decidimos lo de la tienda. Julián era muy celoso, recuerda y se ríe con picardía, por eso no pude estudiar más tocaba nocturno e implicaba llegar tarde y al otro día madrugar para abrir la tienda. Me hubiera gustado estudiar derecho, pero no se pudo” concluye resignada.
“Más adelante nos independizamos, él compra un taxi, se pone a trabajar en el transporte y yo me quedo al frente de la tienda. Nos acompañamos 49 años, ya murió dice”, con voz melancólica.
“Sacamos adelante a tres hijos, uno de ellos ya fallecido, Javier que era ingeniero de sistemas, nos cuenta y en sus ojos se refleja la congoja por este recuerdo, suspira y sigue con resignación sumida en sus recuerdos. Otra de mis hijas es Martha Patricia que es psicóloga y el menor Oscar que es ingeniero civil trabaja en la Autovía. Vivo con él, su esposa y sus dos hijos. Tengo cinco nietos y soy consentidora”, relata.
Dice que uno se acostumbra al trabajo, le hace falta. Ha visto pasar cerca de tres generaciones muchos de los clientes ya son abuelos. “Anteriormente se podía vivir de esto, ahora hay mucha competencia. El aguante, la costumbre me mantienen activa”.
La situación se ha puesto más difícil. Ha tocado diversificar con los productos, le ha agregado bizcochos de achira y de cuajada que se venden en buena proporción. La gente viene y lleva para el consumo de la casa o como presente en los viajes.
Antes iba a la plaza todos los días ahora solo tres veces a la semana. Hacían domicilios, “pero solo estamos las dos por lo que no se puede”, agrega. La pandemia los ha golpeado porque la gente ha cambiado mucho los hábitos, dentro de estos, ya casi no cocinan, compran preparado a domicilio, lo que baja las ventas.
Carmen Flórez, ya a no fía porque perdió los clientes y la plata. No ha acudido a los créditos para nada. “Nunca me gustaron los créditos”. Todo lo paga de contado, “al principio ahorre un pequeño capital. Reinvertía de las ganancias e iba creciendo el negocio”, relata con orgullo.
Hace unos 15 años le ayuda su hermana Bertha que se retiró de caracol y recibió la indemnización. No son socias, ella le trabaja y se llevan muy bien, son compañeras de trabajo.
Como anécdota recuerda que hace unos doce años, llegó un tipo, pidió varias cosas, la distrajo y le robó el bolso con cerca de $800 mil. “Ese día había recibido pagos por lo que me pegó muy duro”, recuerda.
A las nuevas generaciones les envía un mensaje: “Todo en la vida se puede conseguir, pero con esfuerzo, disciplina y trabajo. Hay que soñar, tener metas y trabajar duro. Lo que uno se propone lo consigue siempre de la mano de Dios”, dice como creyente que se declara.
Es lola que lleva toda una vida como tendera, pero independiente, trabajadora con una vida para contar. No se amaña en la casa así que lo mejor es trabajar hasta que Dios lo disponga.