DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Galindo
Si usted se va a mudar en Neiva o tiene la necesidad de transportar materiales para una obra que esté realizando tiene dos caminos: llamar a una empresa formalmente establecida para prestar el servicio de trasteos y acarreos o ir directo a la Plaza de San Pedro, antigua terminal de transportes en el microcentro de la ciudad, y contratar un camión.
Si opta por la segunda opción, alquilar un carro para hacerlo usted mismo, es posible que se encuentre con Alcides Cuéllar, de 54 años, uno de los transportadores que diariamente se estaciona en la zona pendiente de “trabajito”.
Se ubican estratégicamente, en la calle cuarta entre carreras primera y cuarta, junto a ferreterías, supermercados, ventas de huevos, almacenes de una cosa y otra.
“La vuelta”, dependiendo de la distancia y tamaño del trasteo, puede costar de 50 mil pesos en adelante, porque puede requerir la ayuda de una o dos personas más, aparte del conductor, para que ayuden a mover las cosas.
Alcides lleva más de la mitad de su vida haciendo viajes. Tiene un camión de estacas, color azul, modelo antiguo, dispuesto con carpa y lazos, “viejo, pero, en buen estado y le hago permanente mantenimiento”, asegura, en defensa de su herramienta de trabajo.
Tiene razón en sentirse orgullo, es de los pocos conductores que tiene su propio vehículo para ganar el sustento diario. Por eso y el tiempo que lleva trabajando goza de reconocimiento y hasta ascendencia dentro del gremio que lo consulta cuando hay problemas o asuntos por resolver.
Llega todos los días a las 6 de la mañana y se va cerca de las 5 de la tarde. Hay días en que no da abasto con tanto trabajo, como hay otros en lo que no le sale nada. “El promedio de entradas es poco. Ya no sirve”.
Acarreo, trasteo y mudanza
Lo que más le molesta de algunos clientes es la mentira. “La mayoría habla en diminutivo para obtener un buen precio, un descuento, como si nuestro trabajo y la gasolina no valieran. Claro, también hay gente buena persona y generosa”.
¿Cuál es la diferencia entre trasteo y acarreo? “Los trasteos son servicios medianos. Por ejemplo, más de dos camas, muebles y/o electrodomésticos y se necesita de dos personas. Acarreos son cosas pequeñas, pocas, unos bultos, una cama, pertenencias pequeñas que no caben en un automóvil”.
¿Y mudanza? “Un servicio grande. Cuando el cliente cambia de casa. Comedores, juegos de sala, escritorios y demás pertenencias del hogar o de una oficina grande”, contesta.
Pero el interesado se las ingenia o inventa algo para buscar ahorrarse unos pesos.
“Siempre aplican la misma. Llegan diciendo que solo tienen una neverita, una camita, un mueblecito. Cuando uno llega, se encuentra con ‘tronco’ de nevera Whirlpool, doble puerta; el sofá de tres metros, las camas dobles. Ahí es cuando comienza la pelea”, explica, indignado.
El dinero que cobra por cada viaje depende de la distancia, el número de viajes que debe hacer y si el inmueble queda en un primer, segundo o tercer piso. Entre más alto el destino, más caro será el valor del flete.
Una de las cosas más frecuentes en la labor son los accidentes, porque, entre más cuidado se tenga, hay mayores riesgos de dañar algo:
“Cuando uno está trabajando, las señoras comienzan con la intensidad encima de uno: cuidado con el vidrio, cuidado con el vidrio, cuidado con el vidrio…hasta que tome…se termina partiendo el vidrio”, manifiesta, como recordando un suceso reciente en Calixto Leyva.
“En esos casos, como fue culpa de la cantaleta de la mujer, uno se hace el loco y dice que fue un accidente de trabajo…y para delante”, cuenta, con algo de risa.
Trabajador independiente
Alcides es un hombre alto, delgado, y se nota que trabajador y de genio ‘parejo’. “Siempre me ha gustado trabajar independiente, desde los 18 años me gano la vida. Aunque ha sido difícil, a veces la gente no valora lo que hacemos”.
En medio de las dificultades ha podido sacar adelante la familia, conformada por su esposa Leonor Quimbaya, con quien lleva 20 años, y sus hijos, Carlos y José, de 18 y 11 años.
“He luchado por una casita, pero no ha sido posible. Es por la desigualdad social que hay en el país”, se lamenta.
Y se queja de lo que considera persecución de la policía y el tránsito. “No nos dejan trabajar, nos persiguen, por la carga larga, por estacionarnos en el centro, que por ilegales, pero a las tractomulas que llegan todos los días al sector no les dicen nada. Nos la pasamos como el gato y el ratón”.
Y agrega, antes de ponerse detrás del timón, que “asociarse no sirve. Las empresas se quieren quedar con lo que produce el sudor y el trabajo de uno”.