DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Galindo
Crecer su propia empresa, generar empleo y continuar satisfaciendo a los clientes es uno de los propósitos de vida de la próxima abogada Isabella Cuenca Vieda de 22 años, estudiante de noveno semestre de derecho en la Universidad Surcolombiana.
Así lo asegura mientras diseña, corta y confecciona en una habitación de su casa, “un taller casero”, donde hace dos años y medio se lanzó a emprender con apenas 20.000 pesos y el apoyo decidido de la familia.
“Esta es una empresa familiar”, afirma, muy agradecida, con Carlos y Adriana, los papás, porque ve que se ha ido materializando un sueño que empezó a hacerse realidad con su propia marca que confecciona ropa interior o lencería femenina.
Hace memoria para recordar que de pequeña le gustaba con la mamá y la abuela arreglar, vestir a los bebés, lo mismo que a las muñecas, sintiendo el gusto de crear, palpar y sentir una prenda confeccionada.
“Todo empezó porque siempre me ha gustado el arte, la manualidad, pero no se me daba…no sabía pintar, ni dibujar. A mi mamá le gustaban la moda y la máquina de coser, todas mis tías cosían, y con esa herencia mi arriesgué a diseñar, confeccionar y ahí voy con mi emprendimiento”.
Tuvo la buena suerte de que la madre del novio tiene un local de insumos para su labor, y fue donde realmente se inició. Ahorró y compró la primera de las cuatro máquinas que hoy tiene el negocio.
Micro empresa familiar
En principio de la pandemia se preocupó por el aislamiento y sus consecuencias, pero fue animada a continuar adelante y entendió la emergencia como una posibilidad para desarrollar su gusto y talento por la moda, las manualidades y el arte. Y no equivocó, en ese tiempo se dispararon las ofertas virtuales.
De inmediato se estableció por un segmento especial, la lencería de mujer, ropa interior femenina, brasier, pantis, medias porque le agrada el efecto, la seguridad, el placer que les da de sentirse bonitas, atractivas.
“Siento que, cuando una mujer se viste con uno de nuestros vestuarios, se ve en el espejo de una manera distinta, se siente confiada, atractiva, sensual, con poder…”, afirma Isabella, y confiesa que prefiere que le digan diseñadora.
“Aunque no he estudiado nada del oficio, soy una diseñadora empírica”, y de inmediato aclara que también le fascina el derecho, aunque en la actualidad está dedicada a un hobby, a una pasión, que la ocupa y en el que le ha ido muy bien.
¿Y cómo va a hacer adelante, qué camino tomar? “Quiero ser abogada, es mi ilusión, para lo que estudié, pero, también quiero tener mi empresa, seguir diseñando y generar empleo. Hoy, tengo una operaria que es mi tía, mi abuelita me ayuda en ocasiones y mi mamá en las noches”.
El negocio es netamente virtual, está en instagram @indigostore9, donde la sigue principalmente mujeres entre 28 y 40 años, que son las consumidoras directas en todo el país, atraídas por las confecciones y los precios, aunque también tiene clientes hombres.
“Por ahora estamos limitados en los pedidos por la alta demanda. Trabajamos por cupos. Recibimos los días viernes y entregamos una semana después. Recibimos entre 40 y 45 encargos cada semana. En ocasiones he pedido comprensión a personas que quieren les sirva, pero es que no me puedo comprometer e incumplir…”.
Isabella estima que el éxito de su emprendimiento ha sido el respaldo familiar, “aunque aspiro a más”, y porque revela en redes digitales todo el proceso del diseño y confección.
“Me muestro diseñando, cortando, pegando las piezas hasta la elaboración final, lo que ha gustado mucho a la gente. Nuestros diseños son exclusivos, no son copias. A las chicas les gusta mucho lo que no encuentran en otro lugar, sino lo que diseñamos directamente en el taller”.
Los colores que más gustan son: rojo, negro y blanco. Las modelos son las propias consumidoras o mujeres que ha contactado para que luzcan las prendan a cambio de la ropa.
“La empresa se llama Índigo Lencería. No tengo el interés, por ahora, de tener una tienda presencial, vamos a seguir en la virtualidad, aunque sí quiero participar en el mercado de los vestidos y salidas de baño”.
Sentirse bien y bonita
Isabella tiene un mensaje para las mujeres y jóvenes que tienen ilusiones, que quieren tener su propio oficio.
“Que se atrevan, sean arriesgadas, tengan inventiva y busquen una propuesta original, auténtica, diferente a lo que existe. Confíen en sus cualidades, en su proceso, sin mirar lo de otros y jamás se desanimen. Yo empecé con una máquina prestada de una amiga”.
¿Qué les dice a las mujeres que creen no son bonitas y quieren lucir su lencería? “La lencería es de actitud, de querer sentirse bien, de personalidad, no es cuestión de físico ni belleza, cada una es bonita a su manera y así debe quererse y mostrarse”.
