Diario del Huila, Crónica
Por: Hernán Guillermo Galindo M
Con 62 años, la mujer ha recibido reconocimientos por su labor social y comunitaria que desarrolló en el barrio La Libertad de Neiva, que contribuyó a fundar décadas atrás con la familia.
En la denominada Comuna Oriental o Cinco está el barrio La Libertad, uno de los más tradicionales de Neiva. Lo pueden ubicar en zona vecina a la sede del Ejército, detrás del estadio Guillermo Plazas y a un costado de la canalización de La Toma.
Nació hace décadas atrás, cuando el lote era un campo de maleza y arena, gracias a la mano y esfuerzo de neivanos, personas sin casa y desplazados “todos urgidos de un techo donde meter a la familia”, cuenta Alba Luz Botero Suárez, que se presenta como una de las fundadoras con la familia.
Inició como invasión
Confiesa que pasó de invasión a asentamiento y luego a barrio con calles, señalización, alumbrado y servicios públicos por la acción de la comunidad y la gestión de las autoridades municipales que le dieron legalidad a La Libertad, nombre que se explica por el éxito de gente necesitada de independencia y tener vida propia.
La mujer, de 62 años, recuerda que fue con su papá Hernando Botero, apellido de origen paisa, que llegaron al terreno para invadir con más desarraigados.
“Ha sido una lucha permanente desde el principio. No existía como barrio ni había nada que se le pareciera. Era un gran lote baldío. De a poco fuimos levantando las casitas, ‘casuchas’, en guadua, tablones y tejas de zinc, que con el tiempo se fueron transformando”, manifiesta, con nostalgia.
Varias veces intentaron desalojar a las familias, pero le gente y líderes se impusieron para quedarse con el apoyo de dirigentes que entendieron la necesidad de vivienda y del crecimiento urbanístico de la capital huilense, casi a mitad del siglo pasado.
La casa de Alba Luz, señala, quedaba por la calle 18, por donde bajaba una quebrada cercana en la que los niños se bañaban.
“Existió una fábrica de bloques de cemento y arena. La gente llegaba de trabajar y desde las 5 de la tarde hasta las diez de la noche ayudaba a hacer los bloques para el mejoramiento de la condición física de las casas”, expresa.
Como anécdota recuerda que cuando se construyó el nuevo edificio de la Gobernación muchas aprovecharon los ladrillos o residuos para construir sus viviendas o darles otra cara con materiales. Así se fue formando el barrio, comenta, alegre.
Como en principio no había energía, alcantarillado ni servicio de agua, la opción era extraerla de unos aljibes, “tocaba hacer cola para surtir del líquido a los hogares”.
Carmen Tulia Suárez, la mamá, era una de quienes lideraba conseguir el agua en la quebrada Mampuesto, que también aprovechaban para lavar y muchos se bañaban. También iban al río Las Ceibas, que estaba cerca, a las mismas labores y a recoger leña.
“Yo creo que toda esa experiencia me ayudó a ser una persona de bien, trabajadora, luchadora, a servir a la comunidad”, dice, orgullosa.
La líder
Y es que Alba Luz Botero siempre tuvo claro que su objetivo de vida era el servicio social, aunque no dejó de pensar en formarse. Culminó adulta en un colegio nocturno y después se hizo tecnóloga en sistemas.
Ha sido lideresa desde hace más de 20 años. Comenzó haciendo panelitas y bizcochos. Con la plata de la ganancia compraba regalos para darles a los niños, especialmente en el fin de año, “con la colaboración del señor Alfonso Vargas. La gente era muy unida”.
En el año 2004 comenzó un programa para dar leche a niños desprotegidos como complemento alimentario, “no sólo a los de la Libertad sino de otros barrios vecinos como La Colina y Primero de Mayo”. En eso se ocupó cerca de 9 años.
Evolución del barrio
Hoy, su batalla está concentrada en el progreso de La Libertad, que le calcula tiene más de 60 años, en medio del rezago y el olvido de las administraciones municipales, “por eso, con los compañeros nos ha tocado tocar puertas, hacer gestión aquí y allá para ir consiguiendo cosas para nuestras familias y el progreso barrial”, relata.
La pavimentación de las vías y el cambio del alcantarillado de la calle 18 que la preocupaban ya ha tenido respuestas positivas.
También exalta de su trabajo la recuperación de la sede del Club de Amas de Casa de La Libertad, atiende mujeres emprendedoras y las actividades de adultos mayores, Club que después fundó. Los niños realizan tareas deportivas, culturales y reciben distintas capacitaciones.
Reconoce que el esposo, Jairo Bustos, le ha ayudado en la labor social, y recuerda a Tulio Jesús Javela, fallecido, como uno de los grandes líderes comunitarios, igual que a Álvaro Tovar.
Tiene dos hijas y dos nietos. A todos les enseña a ser honestos, solidarios, serviciales.
“Cuando vean una persona en dificultades le ayuden. Les digo que entiendan que el dinero no es todo en la vida. Sí es esencial, pero lo más importante en gozar de salud, tener alegría, ser bondadoso, tener un corazón grande, generoso y solidario”, concluye Alba Luz.