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¡Quieto para la foto!, en fotografía Perutz

Nov 2, 2021

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Diario del Huila, Crónica

Por: Hernán Guillermo Galindo M

Hace más de 50 años, Justo Germán Lucuara Centeno inició uno de los laboratorios fotográficos más antiguos de Neiva, oficio al que se ha dedicado casi toda la vida con la familia.

En la calle novena con carrera quinta de Neiva, sitio estratégico para negocios del microcentro de la ciudad, funciona el estudio fotográfico Perutz, uno de los más antiguos y reconocidos por la gente.

En realidad, el local está “al servicio de las opitas” desde 1968. En la actualidad, además de fotografías, ofrece retoques, marcos y retablos, según se lee en la publicidad en redes sociales.

El fundador

Todo empezó con Justo Germán Lucuara Centeno, quien nació en el corregimiento Órganos, “en el hogar de Fidel Lucuara y Marianita Centeno, quienes ya se fueron de este mundo” dice, con tristeza, el hombre de 79 años. Fueron seis hermanos de los que quedan cuatro.

La escuela y universidad ha sido la vida porque no pudo por necesidad cursar ni siquiera estudios de primaria.

Para su fortuna, la fotografía aparece en su vida cuando tenía 20 años, en un viaje a Cali, donde le aprendió a William Escallón.

“En esa ciudad llegué a vivir en la casa de la señora Terecita Huergo, era muy querida. Como tenía un supermercado, yo le ayudaba a cargar y a vender el mercado. Hacía todo tipo de trabajo y en el tiempo que me quedaba conocía más de la fotografía”, confiesa, con entusiasmo.

Al poco tiempo ya tomaba fotos en el famoso puente Ortiz, de la época, hasta que un día apareció Manuel Ramos y su señora, Anita Tique, que le ofrecieron regresar a Neiva a trabajar a cambio de comida y hospedaje.

“Me dijeron: vámonos para Neiva, le doy alimento, dormida y todo lo que necesite. Entonces acepté y me regresé no sin antes incluir en el trabajo que tomaba las fotos y las entregaba a domicilio”, dice.

Como no tenían local laboraba a domicilio. Al principio le iba bien. La novedad de las fotos, de las imágenes, de los recuerdos gustaba a la gente. La competencia era poca.

Día del matrimonio con doña Mery Zambrano.

“Neiva, a mitad del siglo pasado, era una ciudad pequeña, en crecimiento. Todo quedaba cerca. Yo estaba situado junto a la Plaza de San Pedro, donde quedaba el terminal de carros de entonces. No tenía que invertir en transporte, caminaba. Iba o venía a pie”, destaca.

Y así poco a poco fue progresando y aprendiendo cada vez más de fotográfica, de nuevas técnicas y modernidad.

Hoy, la mayoría de neivanos mayores de 45 años saben de la fotografía Perutz, por tratarse de un laboratorio de tradición que siempre ha brindado el mejor servicio, explica, tras enfatizar que el nombre es originario de un rollo de fotografía de marca alemana que era muy valorado en el oficio.

Don Justo Germán ha tenido oportunidad de fotografiar muchas visitas de personajes, pero también gente que aprecia con cariño especial como su patrón de Cali, William Escallón, quien vino a Neiva “a conocerla y a saber cómo había crecido profesionalmente su pupilo. Fue un gran amigo que nunca olvido”.

De los políticos no comenta, no le gustan para nada, así que no hay ningún recuerdo. Si tiene en la memoria los reinados y desfiles en los principios de festival de San Pedro, aunque reconoce que eso ya hace parte de los libros de la historia de su vida.

Sin embargo, en el local se continúa trabajando todo lo relacionado con el arte y oficio: foto estudio, la foto familiar, matrimonios y todo evento social o familiar. “Hacemos de todo ya para todos”, asegura.

Cuenta que pese a llevar muchos años en el trabajo no alcanzó a tomar la tradicional foto agüita. Se inició con diferentes marcas de cámaras, “lo que no alcancé, personalmente, fue a estar en la era digital. De eso se encarga y lo hace muy bien uno de mis hijos quien está al frente del laboratorio”

A propósito, comenta, está casado hace 54 años con Mery Zambrano Chala. Los hijos son Eduardo, que estudió ingeniería de petróleos; Olga Patricia, que estudió comercio; Germán Jr., Mario y Luz Mary.

Optimista y batallador

Dentro de las anécdotas, cuenta, sin ningún tipo de amargura o sombra de resentimiento, que en el año 2004, un 4 de enero, un incendio destruyó todo lo que tenía. “Nos tocó comenzar de cero. Resurgimos como el ave fénix de entre las cenizas”, dice, con orgullo.

Se considera y es un hombre correcto, por eso el mensaje a quienes inician es trabajar honradamente. Solo basta trabajar honesta y honradamente para que nos vaya bien en la vida, sostiene, un hombre que confiesa haber gozado la vida y haber sido feliz:

“Me siento muy satisfecho. Tengo casa propia, tuve tres carros, tomé algo de traguito y he sido bendecido con una gran familia, amigos y clientes. La he pasado muy bien en la vida”, afirma, con picardía.

Hoy, en el retiro, visita de vez en cuando el negocio para recordar y saludar a la clientela que lo quiere y respeta mientras se ocupa de consentir a los 14 nietos y nietas, “que son una belleza, lo más lindo de la vida”.

Justo Germán con la señora y sus cinco hijos

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