Diario del Huila, Crónica
Por: Hernán Guillermo Galindo M
Con 78 años, está retirado de una extensa y destacada vida privada y pública que transitó después de recoger leña, desempeñar distintos oficios y hacerse abogado de la Universidad Libre.
El pasado 3 de agosto, Esteban Ortiz cumplió 78 años, lo dice orgullo porque “los he vivido muy bien, gracias a Dios y a la Santísima Virgen”, de los que se declara devoto. Los he aprovechado a carta cabal, agrega, y empieza a contar.
Su infancia “fue muy linda” pese a la pobreza y carencias que tuvo que soportar, por ejemplo, a su padre no tuvo el honor de verlo ni un segundo. “Me crio mi madre, Alicia Ortiz Losada, que lavaba y planchaba ropa a las familias conocidas de entonces. Los Cardona, Los García y otros personajes de la época”, recuerda, con nostalgia.
Vivían en Peñón Redondo, sector popular y en expansión en el creciente sur de Neiva, en donde unas tías. Berta, de quien era el consentido, siempre le tenía la ollita “para el caldo del niño”, dice, y se le aguan los ojos. Con la tía Helena recogían leña en los potreros vecinos.
“Esa labor me valió el apodo de ‘tercio flojo’ que me colocó el doctor Guillermo Plazas Alcid por la forma de pararme, de estar de pie”, comenta, riendo.
Formación de vida y profesional
Tras cumplir 18 años, se va a pagar servicio militar motivado por un compañero que estaba en la Armada. Así es que sirve en la infantería de marina durante 18 meses, en Buenaventura, Leticia y Tarapacá, Amazonas. Al terminar y por su buen desempeño le ofrecieron hacer curso para suboficial, pero no aceptó.
Prefirió la política que lo atrajo desde muy niño, al punto que se colaba a las reuniones de los adultos de lo sacaban de las orejas. “Entonces me hacía por ahí lejitos y ponía cuidado de lo que hablaban”, comenta.
Y agrega que pese a los malos comentarios de la actividad, en su caso “bajaré tranquilo al sepulcro porque siempre la puse al servicio de la sociedad en cada momento de mi vida profesional y pública”.
Muy joven, a los 21 años se casó con Dolores Tovar, “Lolita como le gusta que le digan. Ya llevamos 60 años de vida juntos”, sostiene, alegre.
Es un hogar con cuatro hijos, “tres damas muy hermosas, Alicia, Carolina, que en paz descanse”, y se entristece, “Andrea, economista” y el sueño dorado de la señora, su niño, Leandro Esteban, que tiene 35 años, ingeniero ambiental de Corhuila y reside en Miami.
La vida laboral de Esteban Ortiz es muy extensa. Pasó por toda clase de oficios antes de ser abogado. “Hice las veces de mensajero, vendedor de cigarrería, ayudante de mecánica, electricista, pintor de carros, entre otros oficios de los que me siento orgulloso”, afirma.
En la parte oficial se desempeñó como director de Rentas Departamental; liquidador de impuestos en la Tesorería de Neiva; auditor de la desaparecida Telecom; estuvo en la Corporación Financiera del Transporte, el Fondo Nacional del Ahorro y fue Procurador Provincial de Neiva y Director Ejecutivo de Comfamiliar.
Y esa hoja de vida la consiguió porque, cuenta, en compañía de Lolita se superaron e hicieron profesionales. Los dos estudiaron bachillerato nocturno en el colegio José María Rojas Garrido. Luego ella se graduó contadora de la Surcolombiana. Él es egresado de la Libre en Bogotá.
“En Telecom llevé comunicaciones a zonas apartadas; en la Financiera ayudé a amigos de ser propietarios de un taxi, una camioneta o hasta una tractomula. En el Fondo del Ahorro contribuimos para que muchos maestros accedieran a una vivienda propia”, resume.
Vocación de servicio
La primera oficina privada la montó en la carrera 5 frente a la desaparecida Cigarrería Real, recuerda para los de su época.
“Siempre trabajé con vocación de servicio a la comunidad, atendía con o sin plata. Sabía que había que ganar los casos para favorecer a los clientes desfavorecidos”, indica, y pasa a recordar con aprecio que siempre estuvo al lado de Guillermo Plazas a quien conoció cuando hacía política de barrio en barrio, de pueblo en pueblo.
Vuelve a lo público para ser Procurador Provincial durante más de diez años: “Salí del cargo por no prestarme a amañar un concurso para proveer el cargo de Procuradora de Familia, en el tiempo del procurador general Bernal Cuéllar. Pocos meses después me llegó la carta de despido”.
En Comfamiliar, donde fue director tres años, la salida fue muy parecida. “El Consejo Directivo se mostraba molesto porque, decían, era un director chapado a la antigua, no gana ni deja ganar, comentaban”. Allí orientó la política social, con prioridad a las zonas rurales lo que no gustó mucho a varios consejeros”, comenta.
Como anécdota cuenta que antes de salir de Comfamiliar adjudicó un contrato de obra a un conocido ingeniero de la ciudad, quien luego le pidió audiencia: “Pase ingeniero, usted no necesita audiencia para hablarme. Me preguntó cuánto me debía dar por la adjudicación del contrato. Le respondí: lo que tenía en mente darme inviértalo en mejores materiales para la obra que van a utilizar los cientos de afiliados de la Caja”.
Esteban Ortiz se prepara para recibir la navidad en compañía de su familia.
