DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Johan Eduardo Rojas López
Él es el instructor que se encuentra detrás de los logros de los ajedrecistas Nelly Yohanna Cuellar y Cristian Andrés Montealegre, quienes consiguieron 3 medallas de oro y 2 de plata.
Esta semana, Gigante está de celebración tras conocerse que los ajedrecistas Nelly Yohanna Cuellar y Cristian Andrés Montealegre consiguieron 3 medallas de oro y 2 de plata, en los Juegos Nacionales Comunales.
Esta participación ha hecho historia, pues es la primera vez que una mujer logra este triunfo. Sin embargo, poco se conoce y ha escuchado de la persona que los prepara para este tipo de competencias, por eso, nos reunimos con Cesar Alejandro Silva López, quien está detrás de estas victorias.
Este personaje de 44 años, tez trigueña, fornido, ojos expresivos y oriundo de Bogotá, llegó por primera vez al departamento, especialmente a la capital cacaotera y cafetera de la región en el año 1999. Por cosas del destino, se radicó allí durante un largo periodo, debido a que encontró varias oportunidades laborales informales y así fue construyendo una vida.
Empezó durante ese tiempo a jugar ajedrez; pero en el municipio no encontraba gente que se apasionará y le apostará al tema. Sin embargo, fue construyendo una liga o selección con la que finalmente competía. Su pasión por este juego de mesa era tanta que descuidó su trabajo por enfocarse en esto e hizo muchos contactos, se dio a conocer y se convirtió en instructor. Siempre buscó seguir su corazón.
En el año 2006 entró en crisis y decidió devolverse para Bogotá, porque estaba esperando su primera hija y no tenía nada consolidado. A pesar de estar estudiando una licenciatura en Educación Física en la universidad Francisco De Paula Santander y trabajar en la registraduría, dejó todo a un lado y se fue a buscar nuevos rumbos.
Estando en Bogotá no pudo seguir estudiando y simplemente hacía lo necesario para sobrevivir, trabajó en muchas empresas y finalmente se dañó la relación con su pareja, con quien para ese momento tenían dos hijas. “Mientras todo eso ocurría era mi madre la única que estaba allí cerca recordando lo positivo y ayudándome a superar los obstáculos. Por eso, con ella comparamos este deporte como la vida misma que nos ha tocado recorrer.”, ahonda Silva.
Trabajó en fundaciones para niños con problemas de aprendizaje y colegios particulares. Formó parte de escuelas de ajedrez de Cundinamarca y donde llegaba creaba un equipo de aprendizaje, así lo hizo en el territorio que se radicó.
“El año pasado, tras la pandemia, tener graves problemas con sus hijas, no estar en la mejor condición económica y ser desalojado de la vivienda donde pagaba arriendo en Fontibón; tomamos con mi madre la decisión de devolvernos para la tierra que nos acogió durante años. Llenos de miedos por el camino incierto que nos tocaba tomar, nos arriesgamos y cargados de nuevas ilusiones arribamos al municipio de la “Ceiba De La Libertad.””, cuenta con orgullo hoy el instructor de dos grandes revelaciones del deporte.
Al llegar nuevamente a Gigante la gente lo reconoció y se le abrieron las puertas para continuar con el tema del ajedrez; gestionó para seguir con eso y, ahora, adelanta planes de fortalecimiento de juventud mediante este deporte, pues su principal objetivo es involucrar a los niños en temas deportivos, para desprenderse del mal uso de la tecnología.
El ajedrez es un deporte, arte y ciencia, porque contiene estos elementos. Además, se relaciona con la vida misma, es una lucha constante y ayuda a tomar decisiones; pero, asimismo, hay que sacrificar muchas cosas.
Ayudado por su hija, se ha apoyado en las redes sociales, tras no encontrar la ayuda gubernamental suficiente. No obstante, no tienen un apoyo fijo y, por ello, tienen un puesto informal que genera ganancias inciertas y sacan a la Villa Olímpica, con mecato.
“El deporte en general ahora es muy comercial y tiene intereses personales, no hay quien pague por el ajedrez y a muchos solo les interesa por temas personales. Esto es más que una forma de vida, pues para esto hay que cultivar hábitos, trabajar la memoria, imaginación, estrategia, disciplina y estudiar, se necesitan muchas horas de estudio”, aseveró el instructor.
El ajedrecista ágil, atento, elocuente, persistente e incumplido a veces, dice que: “El ajedrez, es la cenicienta, es la menos apoyada, valorada y olvidada. El ajedrez es una aventura sin rumbo, es una pasión, un gusto y no se práctica por remuneración, es una disciplina que no da dinero en Colombia”.
Por ahora, ha estudiado, competido, recibido premios, y sigue luchando por su pasión. Él se encarga de gestionar todo, conseguir los contactos, hacer las inscripciones y su hija, quien también es ajedrecista, se encarga de realizar el contenido para difundirlo en redes sociales. Este hombre de sangre rola, con corazón opita, quiere seguir construyendo juventud y cree fielmente que, mediante su talento, logrará hacerlo.
Tras culminar, está feliz porque, aunque muchos no le han dado crédito a su triunfo, tiene claro que este logro es de todo el equipo y, por ello, prepara una gran bienvenida para los deportistas que pronto regresarán a su tierra.