Por: Johan Eduardo Rojas López
Fotografías: José Rodrigo Montalvo
Esther Jazmín Núñez Trujillo, es una vendedora informal que desde hace 16 años se dedica a recorrer las calles del sur y centro de la ciudad de Neiva durante la madrugada para ofrecer tinto, café con leche, chocolate, agua de panela, aromática y pan con mantequilla. Pese a los percances del trabajo en la calle, ha logrado mantenerse y encontrar una oportunidad de sobrevivir.
Esther Jazmín Núñez Trujillo, es una mujer de 43 años que desde hace más de una década se dedica a la venta informal de una manera particular, recorriendo las calles del sur y centro de la ciudad de Neiva en una moto en horas inusuales para ofrecer sus productos. Además, es un fiel ejemplo de lucha constante y gallardía de la mujer colombiana, pues ha logrado superar las adversidades presentadas y ha conseguido salir adelante.
“Yo me defino como una mujer luchadora, porque a pesar de las dificultades, de no tener muchas oportunidades he conseguido lo que tengo hasta el momento y he salido adelante. Tengo muchas ganas de vivir y seguir.”, manifiesta Esther.
En el día es ama de casa, se dedica a su hogar, y el sueño que pierde en la noche lo repone en la tarde. Cuenta que llegó a este trabajo tras sufrir dos graves accidentes que la hicieron repensar su forma de sobrellevar la vida.
“Yo antes del accidente trabajé en oficios varios, vendía jugos, agua, lotería, trabajé en casas de familias y así, trabajé en muchas cosas. El accidente fue el 8 de abril de 2006, yo vivía en el campo y no tenía para pagar el pasaje, entonces alguien se ofreció a llevarme en un camión y por adelantar una tractomula tuvimos el accidente, en donde me raspe la cara, me partí una mano, me lastimé las rodillas y me hicieron reconstrucción del tejido. A raíz de eso me incapacitaron varios meses. La otra mano me la partí en otro accidente, pues iba llegando a la casa en una moto y había unas vacas en la vía, en ese momento, hubo un inconveniente y nos accidentamos”, comenta Esther Núñez.
Su horario de trabajo comienza desde las 12:00 de la medianoche hasta las 4:00 de la mañana, en el sur y centro de la ciudad. En sus recorridos en todos estos años, ha evidenciado la dureza de la calle. “Yo he evidenciado hurtos en sectores específicos, habitantes de calle, personas robando en moto y así, al principio me aterraba, pero ya me acostumbré. Solo una vez me intentaron robar saliendo del barrio, pero nunca más.”
Asegura que la competencia no es dura, pues no hay mucha gente que haga lo que ella hace y, por el contrario, esa disciplina le ha permitido mantenerse y vivir de esto. “Han salido como dos personas a vender también, pero no vuelven, de noche no es muy bueno para vender, pero yo ya conozco más o menos como hacerle.”, confiesa.
Con su trabajo, esfuerzo y dedicación logró sacar adelante a su familia. “Tengo tres hijos, dos varones y una mujer, y tres nietos dos varones y una niña. Mis hijos han salido adelante con mi esfuerzo, han estudiado en el Sena y ahora laboran. Solo uno estudio, pero no finalizó porque cayó en las drogas, fue difícil pero también ha buscado rehacer su vida. Con este trabajo en el momento yo aporto con gastos, pero todos aportamos en el hogar, mi esposo e hijos aportan y todos luchamos por eso. Todos contribuimos en la parte económica.”, menciona Esther.
Actualmente, vive en el barrio Limonar junto a su esposo e hijos y disfruta de su mayor triunfo, tener una casa propia adquirida con mucho esfuerzo. Hoy recuerda lo vivido y se enorgullece al mencionar que pese a la vida dura que le dio el padre de sus hijos, “gracias a Dios y la perseverancia pude, hasta el momento aquí vamos. Yo era madre soltera y llegué hasta noveno grado del colegio, entonces, no tuve la oportunidad de estudiar más. Un día me iluminé y dije voy a ponerme a hacer algo. Busqué la forma y la hora porque en la mañana cuidaba a mis hijos y ahora nietos y allí me puse a trabajar.”
Adicionalmente, se refirió a cómo pudo trabajar en ese horario aun en pandemia, cuando se tuvieron también tantas restricciones a la movilidad. “La verdad he sido bendecida, solo me han hecho uno o dos partes en la noche, porque después de las 12 no es muy permitido salir así en moto. Me han dicho que saque un permiso, pero no he logrado pagar todavía, entonces primero estoy cumpliendo con deudas y luego lo sacaré”. Además agregó que, “la verdad yo no me he visto afectada con las reglamentaciones, yo tengo el chaleco y casco porque es necesario, pero de resto he sido bendecida porque hay muchas personas que me apoyan. Aunque a veces uno entiende que ellos tienen la razón de exigir y hacer cumplir las normas, pero ellos no entienden que así es nuestro trabajo”.
Aunque Esther no desconoce los percances de la noche, sostiene que nunca ha tenido inconvenientes con los clientes, “yo nunca he tenido problemas en las calles, siempre he tenido el lema de que hay que darle de comer al hambriento, entonces cuando alguien no me paga digo que serán bendiciones, pero no me han pasado muchos inconvenientes, por eso agradezco a Dios.”
Finalmente, dijo que es importante que la gente entienda que hay que luchar por lo que uno quiere en la vida a pesar de las circunstancias. “Así no tengamos muchas cosas, todos pueden salir adelante si Dios le da la oportunidad. Les digo que perseveren y sigan adelante. Todos podemos salir adelante, en medio de la necesidad”, puntualizó esta trabajadora mujer.