DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Guillermo Galindo M
Juan Rojas, es un hombre sencillo, buen conversador que se hizo a pulso en la vida y aunque solo estudió hasta tercero de primaria aprendió el oficio de las Artes Gráficas con las que salió y sacó adelante a su familia, llegó a ser fundador de la cooperativa de artes gráficas, Cooimpresur. El ciclismo ha sido su otra pasión en la vida.
Juan de la Cruz Rojas, tiene facilidad de palabra, es buen conversador, quien lo conoce por primera vez lo puede confundir con un paisa por su acento.
Esa facilidad de expresión le ha permitido abrirse paso en la vida, culturizándose a través de la lectura, aprendiendo de las experiencias de hacer relaciones públicas, que es un poco lo que hace sin saberlo.
Los recuerdos de la niñez, le permiten evocar a sus padres; Gabriel y doña Carmen de Rojas. “Éramos muy pobres”, dice un poco con nostalgia, “y aunque no nos enseñaron a emprender sí nos enseñaron que las cosas hay que ganárselas trabajado. Así nos criaron a nueve hermanos de los que seguimos vivos gracias a Dios, siete”, relata.
Es modelo 50, “Haga la cuenta y que la hagan los lectores”, refiere mientras sigue su historia de vida. “Solo estudié hasta tercero de primaria en la escuela Rafael Puyo, pero tuve la fortuna de vincularme como mensajero a un trabajo que me hizo lo que soy hoy en día, aprendí, me culturicé, era la Tipografía Pio X, luego de un periodo de aprendizaje, me independicé”, comenta.
Con un capital de 5.000 pesos, en el año 1971 abre su pequeño negocio de tipografía, de las de linotipos o armado que era como se trabajaba en ese entonces. “Los $5000 con los que comencé no alcanzan ahora ni para un cuarto de carne. Pagaba 300 pesos de arriendo en la calle 10 con 3”, dice a manera de burla.
Hace una pausa y dice que tiene 52 años de casado con la señora María Cielo Salinas Zapata, “una gran dama con la que tenemos dos hijos, Juan Carlos que es veterinario, y Diana Patricia, Ingeniera Civil”. A manera de anécdota relata que, para darles estudio a sus hijos con mucho esfuerzo, acudió al ICETEX y cuando le aprobaron el crédito ya se estaban por graduar. “Gracias a Dios nos salvamos de caer en ese préstamo”.
Juan Rojas vio la evolución de las artes gráficas, desde la artesanal con la que aprendió, la de armar palabra por palabra los textos hasta llegar a las máquinas de alta tecnología que se usan actualmente. “Lo que hacíamos era hacer el montaje palabra por palabra hasta armar textos que luego se imprimían”, afirma.
“Lo de hoy es tecnológico, tiene claro, se evolucionó al punto que se hacen grandes trabajos con calidad”, sostiene.
“Soy un agradecido de las artes gráficas, porque todo lo que somos como familia y todo lo que tenemos se lo debemos a las mismas, con mucho esfuerzo y trabajo, fui ahorrando, me independizo, sacaba mi portafolio para diciembre de tarjetas de navidad, me iba muy bien y así fuimos evolucionando”, continúa.
“Pasé a una máquina de motor hasta llegar a una automática”, todo un proceso de aprendizaje y de vida para Juan Rojas, que de paso se iba convirtiendo en líder en su oficio. El orgullo que le brota por los poros es cuando habla de su propia empresa en su propio local que fue construyendo poco a poco y en donde ahora tiene dos locales y su oficina y lugar de residencia.
El que abrió el camino fue su hermano mayor, ya desaparecido y le sigue uno menor que continua con el legado en la ciudad de Florencia, comenta con emoción.
Son fundadores con Francisco Ortiz y otros trabajadores como él de las artes gráficas de la COOIMPRESUR, que reúne a los empresarios de este oficio en el sur del país. Antes vivió la experiencia de ser parte de la Cooperativa de impresores del centro del país, en la que tuvo protagonismo como presidente de la Junta de vigilancia de la cooperativa. Francisco Ortiz era el presidente, fue todo un honor para él. Eso los llevó a crear la del sur.
El ciclismo en la vida de Juan Rojas
Una de las pasiones de Juan Rojas es el ciclismo al que llegó como recreativo para dejar de fumar y mejorar la condición física. El deporte, además de proporcionarle bienestar y salud, le permitió hacer muchos amigos que de paso se convirtieron en sus clientes en las artes gráficas. Su primera carrera fue en 1978, ganó y se enamoró del deporte del pedal.
Juan Rojas se vinculó al Club de ciclismo ejecutivo, Mingo Pinzón, de gran actividad por esos tiempos, llegó a ser tesorero y siguió practicando y ganando. Agrega que el ciclismo le ha producido dinero, no le pagaron por correr, pero sí hizo clientes que le produjeron ganancias.
Juan quiere que lo recuerden como una persona honesta, trabajadora y buen amigo.