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A punta de arepas, envueltos y tamales ha sacado a su familia adelante

Mar 2, 2022

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Diario del Huila, Crónica

Por: Hernán Guillermo Galindo M

Las arepas, los envueltos de maíz, choclo, arroz o de banano son acompañantes permanentes de las comidas en nuestros hogares. Los insulsos tradicionales para acompañar el asado o la lechona no pueden faltar en nuestra gastronomía. Yaneth es una vendedora informal de estos productos.

Yaneth Puentes Mota es una mujer de cuarenta y seis años de edad que encontramos en la esquina de la calle 10 con carrera 2 de la ciudad de Neiva. En el lugar trabajan como ella varios vendedores informales de arepas, envueltos y otros acompañantes de las comidas tradicionales.

Esta mujer de risa permanente, un poco nerviosa, nació en la vereda la Mata del Corregimiento de Fortalecillas de donde muy niña se vinieron a vivir a la ciudad en el asentamiento Rafael Uribe Uribe.

Solo estudió hasta tercero de primaria porque no le gustó el estudio, ha sido más bien dispersa admite, mientras decide contar en Diario del Huila cómo desde hace unos 25 años se dedica a la venta de arepas. Envueltos de maíz e insulsos que elabora su mamá en compañía de sus hermanos en una microempresa familiar en la que laboran unas ocho personas de domingo a domingo. “No se puede descansar ningún día de la semana, la venta no da espera”, sostiene.

Sobre la preparación de las arepas dice que “se echa el maíz en agua durante tres días, luego se muele, se engruda, se aplana y se asa. En el caso de los envueltos hay unos que son de panela, maíz y canela, con un procedimiento similar en cuento al tratamiento del maíz para la preparación, muestra otro envuelto que es una mezcla de maíz y banano que es dulce, igual se mete al horno.

Yaneth Puentes se refiere a la jornada de trabajo de su mamá y sus hermanos que es desde las ocho de la mañana y se extiende durante todo el día, “se hacen unas quince latas de envueltos de maíz y unas cinco de los de banano, los insulsos son de dos tipos, uno que es el blanco que se endulza con azúcar y el otro que es de color canela, ese se endulza con panela. Los fines de semana se hacen envueltos de choclo y una de las hermanas hace tamales”.

Yaneth se dedica es a la venta, reconoce que no es muy disciplinada, se ríe y cuenta que su jornada debe empezar a las seis de la mañana, pero a veces llega a las ocho y se va hacia al medio día por ahí a la una porque ya a esa hora la gente no compra arepas o envueltos, en fin, el horario lo maneja ella.

“Las ventas son mejores en los fines de semana y en las festividades sampedrinas se pueden aprovechar las dos últimas semanas de junio, que es cuando la gente hace el asado, semana santa y diciembre también son buenas temporadas en las que se mueven las ventas”, refiere.

A esta mujer que no para de reír nerviosamente, le hubiera gustado estudiar enfermería, “pero como no fui dedicada al estudio, admite, mi mamá me decía estudie, ella siempre me quiso dar estudio, pero yo no hice caso, siempre he sido como distraída, así que me toca trabajar, gracias a Dios con el apoyo de mi familia”, indica.

Sobre su vida personal, Yaneth Puentes cuenta que “tiene 9 hijos, seis con el marido del que ya se separó y tres por aparte, con ella viven los tres menores, de 6, 10 y 14 años, los otros ya cada quien hace su vida por aparte”, agrega.

Llega un cliente al que le despacha dos envueltos de maíz, que van siempre en hojas de plátano, aprovecha para contar que la clientela es habitual, ya uno tiene una clientela por el tiempo que lleva en esto de las ventas y en este punto.

No descansa un solo día de la semana, “ya no tengo marido por lo que me dedico a trabajar. Uno se acostumbra y se vuelve adicto al trabajo.  ¿Le pregunto que si está buscando otros nueve hijos? Suelta a reír a carcajadas y manifiesta que ya se hizo operar”.

Se declara creyente, aunque casi no va a misa, eso sí se encomienda a Dios todos los días antes de la jornada de trabajo. Sobre  los precios de los envueltos no son fijos, “mire por ejemplo estos de maíz los vendemos a dos mil pesos, pero el cliente regatea y uno de le deja dos en tres mil, y así mismo las arepas, entre más lleva se rebaja el precio. Recuerda que en un tiempo tuvieron contratos con algunas tiendas de barrio, pero no se pudo seguir porque el papá que se encargaba de esos clientes se enfermó y no pudo trabajar más”, relata.

No se había hecho vacunar y un día pasaba por la plaza cívica y estaban vacunando, por lo que aprovechó para vacunarse, está tranquila, aunque desde antes lo estaba, “no soy de las que piensa me voy a enfermar, me va a dar COVID”, dice.

Yaneth Puentes, a manera de anécdota recuerda las dos veces que la han robado por confiada, en una oportunidad mandó a un muchacho que se había ganado su confianza con la olla y el producido y se fue con todo, lo único que recuperó fue la olla y en la otra oportunidad le pasó, pero con un mototaxista, así que recomienda ayudar al que necesita, pero no ser tan confiados.

Así es la vida de una mujer como tantas que trabaja siete veinticuatro para proporcionar acompañantes tradicionales de la astronomía local.

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