DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Galindo
Si usted pregunta por Guillermo Torres como uno de los más antiguos vendedores de lotería en Neiva, nadie le da razón. Pero si pregunta por “el burro”, todos los loteros lo envían a la calle 8 con carrera 4 diagonal a la gobernación del departamento.
El apodo se lo debe a su papá, nos cuenta don Guillermo en su hablar pausado: “Mi papá, Lucio Torres que tenía negocio de cantina me puso el apodo porque yo era muy peleón con mis hermanos. Y así me quedé para el resto de la vida”, comenta.
Don Guillermo vende lotería desde hace 47 años, después de ensayar trabajar en construcción, en la cantina de su papá y hasta tener una caseta, “la roncona”. Decide vender lotería porque observaba que muchos de sus amigos se dedicaban a este negocio y les iba bien.
Escarba en sus recuerdos y cuenta que solo estudió hasta quinto de primaria, primero en la Gabino Charry, luego en la escuela de la carrera séptima con calle 21 y terminó en la escuela de los Mártires a donde se fueron a vivir con toda la familia.
“Nací en Neiva hace 73 años, vivíamos primero en el barrio Chapinero y luego en Los Mártires en donde mi papá tenía una cantina en la carrera 3 con calles 14 y 15. Mi mamá Sofía Quintero, que ya murió se dedicaba al hogar. En total con mis hermanos que como le contaba peleábamos mucho éramos siete en la casa”, recuerda.
Profesión lotero
Sentado sobre una butaca protegiéndose del sol con una gorra y ofreciendo los números de algunas de las más de 10 loterías nacionales que se venden en la región, Torres confiesa que cuando le va bien gana unos $30 .000 al día, pero normalmente sus ingresos no pasan de $18.000.
En Colombia un lotero recibe el 20% de lo que vende, es decir, que para ganar $20.000 diarios, una persona debería vender $100.000 en billetes de lotería. “Esto es cada vez más difícil, las loterías son más caras y la gente no quiere comprar”, asegura
Después de pasar por varios oficios se decide por vender lotería, primero en el sector del INEM, la USCO, la gobernación del Huila. Luego se pone de moda como sitio ideal La Caja Agraria que estaba recién construida y era centro de negocios en la ciudad y ahora aquí desde hace unos diez años, refiere.
“El burro” observa, que a muchos de sus amigos le iba muy bien y decide entrar de lleno en el negocio. “Comencé con siete billetes de lotería que me costaron $720 pesos de la época. El billete se vendía en $120 pesos.
Al mes vendí el primer mayor y con la liga me planté y me volví mayorista, fueron varios años así, pero me cansé porque lo tumban a uno, toca lidiar con los loteros. Mejor es como ahora uno responde por lo de uno”, agrega.
“Son ya 20 premios mayores que gracias a Dios he vendido. El último fue con la Tolima hace unos doce años, rememora. Esto fue cuando la Tolima pasó a jugar con serie.
La gente es agradecida y le reconocen a uno el darles la suerte por lo que no me ha ido mal con los ganadores. Lo que si se ha ido acabando son los clientes fieles. Muchos se han ido a descansar al más allá. Quedan dos o tres por lo que ahora los clientes son nuevos”, manifiesta.
Así transcurre el día a día de Guillermo Torres, que solo descansa los domingos. los otros días de la semana se levanta temprano para desde las ocho de la mañana ofrecer la lotería en su sitio de trabajo.
Tiene casa en el barrio Rodrigo Lara en donde vive con uno de sus hijos que lo acompaña. Lo han acompañado en la vida dos compañeras de viaje, dice. Aura María Rojas que murió en 1982 y con quien tuvo un hijo, Álvaro que tiene ahora 45 años de edad, relata.
“Tocó volver a buscar mujer y llegó a mi vida Patricia Piñeres que vive con una de las hijas en Bogotá. Los demás hijos todos están criados y cada quien tiene su vida”, agrega.
Cree en Dios, gracias a él ha conseguido todo y ha tenido buena salud. Ya recibió las dos dosis de la vacuna Covid. “háganse vacunar que no pasa nada” y cierra su relato con un mensaje adicional: “Trabajen honradamente”.