Diario del Huila

Así se percibe Neiva desde la oscuridad

Mar 29, 2021

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Diario del Huila, Crónica

Por: Juan Manuel Macías Medina

Baudilio es un quindiano que desde hace más de cinco años se radicó en la ciudad de Neiva. A sus 47 años, contó lo que le atrajo de la capital opita, aun sin haberla podido ver algún día, eso sí, la percepción que tiene de la capital opita es muy buena, pues es el sitio donde tiene amigos y donde consigue para su diario vivir.

Cuando se transita por la carrera Quinta con calle 8, pleno centro de la ciudad, es imposible no voltear a mirar a don Baudilio, quien acompañado de un bafle y un micrófono, ameniza con su voz el acelerado trajín de los transeúntes entonando canciones de diferentes géneros.

“Yo soy cantante, canto todo tipo de música, boleros, baladas, tropical, rancheras, de todo. A la gente le gusta escucharme, y me colaboran mucho”, manifestó el cantante del Centro de Neiva.

Baudilio quiso contar la difícil niñez de una persona que nace sin ver, sin embargo, cuenta que, en medio de su mundo a oscuras, su hermana le hizo la vida más fácil.

“Yo soy ciego total, nunca he visto, es difícil porque tuve una niñez muy rara, pero afortunadamente tuve una hermana que nunca me descuidó, si los niños jugaban a ‘la lleva’, ella me cogía de la mano y yo también jugaba, si jugábamos a las escondidas, pues ella también jugaba conmigo, entonces le agradezco mucho a Dios por haber tenido una hermana que me incluyera en todo”, detalló el quindiano.

¿Cómo es Neiva desde la ceguera?, fue la pregunta que inquieta a cualquier persona que mira al hombre frente a la Iglesia Colonial. Baudilio no puede detallar la ciudad, ni señalar con el dedo lo que más le gusta de Neiva, pero no quiere decir que le sea imposible contar lo que más le gusta de la capital.

Si no fuera por su ceguera, don Baudilio tiene la certeza de que su lugar de trabajo no sería la calle, sino las tarimas.

Si no fuera por su ceguera, don Baudilio tiene la certeza de que su lugar de trabajo no sería la calle, sino las tarimas.

“Yo no me puedo imaginar a Neiva porque la palabra ‘imaginar’ viene de imagen y la palabra ‘imagen’ viene de ver, entonces es imposible, pero tengo una percepción muy buena de Neiva, primero, porque es una ciudad que me ha recibido muy bien, la gente es muy amable, y segundo, porque los neivanos le colaboran mucho a uno”, dijo el hijo adoptivo de la ciudad.

Contra todo pronóstico, Baudilio, comenzó a contar los diferentes sitios en los que se ha parado a cantar, los señaló con el dedo, como si los hubiera visto desde pequeño, lo que indica que, aunque no puede ver, si sabe dónde está parado.

“Yo no siempre he trabajado en acá en la carrera Quinta, yo antes trabajaba en la Gobernación, luego me hice al pie de la Asamblea, también estuve por la Quinta al lado de Comfamiliar, y al lado de la Alcaldía, he estado en varias puntos estratégicos”, agregó.

Los inicios en la música

Dios no le dio ojos, pero si le dio voz, y Baudilio no desaprovechó la oportunidad, desde muy chiquito, acompañado de su madre, le sacó provecho a lo que sería el oficio de toda su vida.

“Mi mamá desde que yo estaba muy niño me llevaba a una emisora a cantar villancicos, allá me daban el estreno de diciembre y me fui volviendo poco a poco, yo fui a varios concursos a participar y siempre ganaba, Dios no me dio ojos para ver, pero si me dio una voz para cantar”, manifestó.

Don Baudilio, como lo llaman sus amigos del centro, contó que además de ser cantante, también es trovador, y es que Dios no se queda con nada, no le dio ojos pero le entregó talento.

“Yo también soy trovador, he ganado muchos concursos de trova también, pero eso si prefiero no hacerlo en la calle porque la trova es para presentaciones y para tarimas, es un arte muy difícil y no vale la pena darlo por unas monedas”, resaltó.

Aunque no puede ver, Baudilio si conoce Neiva, lo que más le gusta, su gente.

Aunque no puede ver, Baudilio si conoce Neiva, lo que más le gusta, su gente.

La pandemia le quitó los ahorros

Como a muchos colombianos, la situación de Baudilio, durante la emergencia por coronavirus no fue la mejor. Sin embargo, Baudilio, que pone su cabeza hacia el cielo, como mirando a su altísimo, se ganó un concurso del Ministerio de Cultura, y es que como dice: “Dios aprieta, pero no ahorca”.

“El tiempo de pandemia fue muy difícil porque, aparte de que no había algún sitio para trabajar debido a que no se podía salir, también me separé de mi esposa. Me tocó vivir de los ahorros que tenía. También me presenté a una convocatoria al Ministerio de Cultura y gané, entonces eso también me ayudó para vivir ese tiempo”, agregó.

La condición con la que le tocó nacer a don Baudilio, no lo desvela, pues según indica, nunca ha tenido la necesidad de ver, pues nunca lo ha hecho.

“Para mi es normal vivir así porque como yo digo: Lo que uno nunca ha tenido, no le hace falta, es más complicado adquirir la discapacidad luego de haber nacido, yo como nunca he visto, entonces para mi es normal”, expresó.

Como si tuviera un reloj en su cabeza, Baudilio se levantó de su silla a las dos en punto de la tarde, un amigo, como de costumbre, se le acercó y lo ubicó en el sitio donde se hace todos los días a cantar.

“Aquí donde trabajo es un sitio chévere, aquí tengo a mis amigos, tengo gente que me aprecia, tengo gente a la que le gusta lo que yo hago, entonces para mí es un sitio muy acogedor. No le puedo decir cuánto me hago en un día, pero me alcanza para comer, para mandarle algo a mi hijo y para pagar el arriendo en la pieza donde vivo, yo vivo en el barrio Aeropuerto”, señaló, mientras se agarraba del hombro de uno de sus amigos para ir a su sitio de trabajo.

Los obstáculos de la ceguera

Aunque don Baudilio manifiesta nunca haber necesitado ver, si reconoce que si no fuera por su discapacidad, el sitio de su trabajo no sería el centro de la ciudad, sino las tarimas de conciertos musicales.

“Si yo no tuviera esta discapacidad, estoy seguro que yo estaría en un grupo o ya habría grabado un disco, pero las personas no valoran lo que yo hago porque soy ciego. Ser ciego le quita a uno muchas oportunidades. Yo no pido nunca limosna, a mí las personas me pagan porque les gusta lo que yo hago, no porque sea ciego”, sostuvo.

Baudilio tiene un hijo de siete años. Antes del nacimiento de su pequeño, el cantante nunca había sentido la necesidad de ver, sin embargo manifiesta, mientras su fuerte voz se quebranta, que le pide a Dios que, antes de morir, le dé la oportunidad de mirar a su hijo, al que le ha tocado conocerlo desde su oscuro mundo.

Baudilio, señala con el dedo los sitios estratégicos de la ciudad donde ha trabajado, lo que indica que, aunque no puede ver, si sabe dónde está parado.

Baudilio, señala con el dedo los sitios estratégicos de la ciudad donde ha trabajado, lo que indica que, aunque no puede ver, si sabe dónde está parado.

“Yo antiguamente no anhelaba ver, pues nunca me había hecho falta porque nunca he visto, pero cuando uno se convierte en padre, si sueña con ver. Las personas me cuentan como es mi hijo, me dicen que mi hijo hace una cosa, que mi hijo hace otra, por eso yo le pido a Dios que antes de que me saque de este mundo, me dé la oportunidad de verlo para saber por mi propia cuenta cómo es que se comporta”, resaltó Baudilio.

Queriendo cambiar el tema de su hijo, que como se percibe, es una de las únicas cosas que lo desvela, indicó los obstáculos que no permiten mejorar su calidad de vida, la discriminación social que lo golpea cada vez que hace el intento de salir adelante como cualquier persona lo haría.

“Las personas que tenemos una discapacidad tenemos varios obstáculos, el primero, la discriminación; me discriminan bastante, las personas creen que porque soy ciego no puedo conseguir un peso, por eso es tan difícil conseguir así sea un sitio donde vivir, las personas no creen que uno pueda conseguir plata. Con los bancos pasa lo mismo, ellos no le hacen un crédito a uno nunca, por eso es que yo no tengo casa”, dijo Baudilio ya con la voz un poco más recia.

Los 47 años que ha vivido Baudilio Castillo, le han permitido ser consciente de su discapacidad, por eso cuando a las personas se les da por ‘darle en la cabeza’ cuando compra algo, solo agacha la cabeza, aunque conoce muy bien las monedas, reconoce que los billetes le han quedado grandes.

“Muchas veces también uno le va a pagar una cosa a alguien y ellos le dan las vueltas que no son, me toca quedarme callado y no discutir, es la palabra de ellos, contra la mía”, indicó Baudilio, quien concluyó pidiendo que le regalara un periódico para leerlo, “hay que verle el lado bueno a la vida”, puntualizó mientras se carcajeaba.

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