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Bordando y tejiendo sueños para salir adelante en la vida

May 25, 2022

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DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Guillermo Galindo M

Sixta Tulia Casanova, en el otoño de su vida, recuerda como en El Palmar, zona rural de Campoalegre, vivió sus primeros años junto a sus padres que se dedicaban a las labores del campo, cultivaban cacao. Como no le gustó el estudio, su padre, José Antonio Casanova, dijo; entonces a trabajar y le compró una máquina de coser. Esta es la historia de su vida.

Junto a sus padres; José Antonio Casanova y Maria Laura Fernández, Sixta pasó sus primeros años en El Palmar, Campoalegre en un ambiente netamente campesino. Entre varios intentos por estudiar, llegó al cuarto de primaria a la edad de 12 años. Como lo del estudio no era lo suyo, don José Antonio le compró una máquina de coser y buscó quien le enseñara para que tuviera con qué defenderse en la vida.

“Yo le ayudaba a papá a picar y desgranar cacao, allá en el campo. Después me pusieron a estudiar en la escuela en Campoalegre, era muy mala para el estudio, no quería estudiar, entonces hasta que papá se enojó y dijo si no quiere estudiar, se pone a trabajar, me compró una máquina de coser, tenía trece años”, recuerda doña Sixta.

La pusieron a aprender a coser, hacia uno que otro vestido, pero lo que más le gustó fue bordar y por ahí se encaminó. María Laura Garzón se llamaba la señora que le enseñó. Luego, ya en Neiva, trabajó bordando por varios años para Marta Garzón, que tenía una fábrica, y luego a Amparo Delgado, que tenía un almacén que se llamaba La Moda.

“Fueron varios años trabajando en el bordado, hasta que se me fue agotando la vista y ya no puede más con el bordado. Ellas me daban las prendas para trabajarlas en la casa, pero tocó cambiar de actividad y entonces me dediqué a coser prendas”, cuenta Sixta Casanova.

Los recuerdos le llegan a esta cosedora y tejedora de vida en su taller de costura que comparte con una de sus hijas en el barrio La Libertad, en el oriente de Neiva. Rodeada de telas y todos los elementos necesarios para realizar su trabajo, frente a su máquina de coser, sigue escarbando en su memoria para contar con alegría y tranquilidad su camino en la industria de la confección.

Con el paso de los años, Sixta incursionó en la confección prendas, conoció una empresa que se llama Modatex y es donde se vincula con el que es ahora su patrón, Mauricio Oviedo. “Trabajo como satélite con Proin desde que empezó hace unos 25 años, gracias al trabajo conseguí esta casa y todo lo que tengo. Mauricio Oviedo me ha ayudado mucho”, añade.

De la vida personal, Sixta Casanova, relata que se casó a los 17 años con José Ignacio Rojas, que ya está pensionado, son cuatro hijos, tres mujeres y un varón. Dos de las mujeres también se dedican a la costura, mientras que el hijo Cesar Augusto, es publicista. Las hijas son Yamile, Constanza y Elizabeth, “ya todos están organizados y tienen su trabajo”, sostiene.

Esta mujer trabajadora y luchadora desde muy joven, puede decir ahora con tranquilidad que encontró en la costura, en el tejido, una forma de ganarse y de realizarse en la vida.

“Todo lo he conseguido con este trabajo, adicional a veces vienen y me buscan para hacer unos uniformes y yo los hago, eso es por cuenta mía, es una ganancia extra, me pagan la mitad para comenzar y el saldo a la entrega y yo los hago”, relata.

Una jornada para Sixta comienza a las cinco o seis de la mañana y se prolonga hasta la diez de la noche, depende de la cantidad de prendas que tenga que coser.

Son siete nietos y cinco bisnietos los que tiene. Ella, ha visto crecer el tema de las empresas de confecciones en Neiva. Dice que al principio eran tres o cuatro y ahora la Carrera Segunda está llena de almacenes de este tipo de negocios. “Al principio eran Proin y Modatex y Seguridad Industrial”, dice.

En cada inicio de año, Sixta hace los uniformes de dos colegios que vende en su taller de La Libertad. Lo demás es coser para su patrón en la empresa con la que encontró seguridad y tranquilidad. De alguna manera se considera independiente, tiene el manejo de su tiempo, puede hacer su pausa a la hora de mediodía. Eso sí, primero está la responsabilidad, por lo que las jornadas se ajustan de lunes a sábado o hasta el domingo de acuerdo a la cantidad de trabajo que haya.

Aconseja que la mejor manera de salir adelante es trabajando, “Si trabajando a veces se ve uno a gatas para salir adelante, imagínese sin hacer nada”, remata.

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