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Carlos Guerrero, un caleño con corazón opita

Ago 26, 2021

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Por: Hernán Guillermo Galindo

Carlos guerrero nació en Cali, después de pasar por varios oficios se dedicó al mantenimiento de gramillas. Llegó a Neiva para quedarse como operario de mantenimiento y coordinador de vendedores en el Estadio ‘Guillermo Plazas Alcid’.

Cerca de llegar a sus 80 años de edad, Carlos Guerrero, un hombre robusto, de baja estatura y de hablar pausado, llegó a Neiva en 1975 y hasta la presente se siente honrado como opita, “no soy valluno si no opita, llevo más de 40 años viviendo en el Huila, nací en Cali en 1942 y llegué a Neiva el 16 de julio de 1975”, cuenta este octogenario.

Aunque su vida no ha sido fácil, Carlos se muestra siempre agradecido con Dios. Sus padres murieron cuando él tenía 5 años, gracias a Dios lo cría un señor que era mecánico, Víctor Vidales y su familia. A los 15 años salió a buscar la vida y nuevos horizontes. Viaja al Ecuador con el Circo Americano, etapa de la vida que recuerda también con especial alegría. Retorna a Cali en donde funda una familia de la que quedan tres hijos. Por malos entendidos con la señora se separa y es cuando a la edad de 33 años se viene para el Huila dejando los hijos con la mamá.

Con los hijos que son Carlos Eduardo, Luz Karina y Lilia Teresa, comenta que aún tiene contacto e incluso se han ofrecido para apoyarlo económicamente, pero don Carlos Guerrero prefiere seguir trabajando y consiguiendo lo suyo. Todavía tiene fuerzas para trabajar, dice.

Sobre lo que pasó dice que “son cosas del destino y gracias a Dios todos lo han superado y tienen una buena relación”.

Una vez establecido en Neiva, cuatro años después de su llegada se va a vivir en unión libre con su actual compañera, Francia Helena Pinto. “Llevamos ya 42 años. Gracias a ella tengo tres hijos adoptivos que me respetan y a los que respeto, me dicen papá. Además, ya es abuelo de unos nietos que son como hijos que también le brindan cariño”, sostiene.

Desde que llega a Neiva tiene contacto con Coldeportes que tenía como director al doctor Esteban Rojas Montealegre. “Desde entonces y hasta ahora siempre ha habido una buena relación con los directores como ahora desde que se transformó la entidad en Inderhuila. Siempre en la parte de mantenimiento de gramillas y en la parte comercial”, dice.

Para Carlos Guerrero lo que le abre la puerta a los escenarios es el mantenimiento de gramillas, actividad que aprendió en Pradera, Valle, con unos japoneses. “Recién llegué, el doctor Esteban Rojas, que era ingeniero forestal, me vio sembrando un pedazo de gramilla en el estadio, le gustó y desde entonces me enganché. Posteriormente he venido trabajando con el Atlético Huila, le hice el mantenimiento de la cancha a la universidad, también la de Tello, en Íquira, en varios municipios. Todavía me llaman como ahora que estoy pendiente con la Uninavarra.

La cancha del estadio desde que la modernizaron el mantenimiento lo maneja directamente el municipio, pero sí me tocara sería mucho más fácil porque ahora hay más herramientas. Cuando yo trabajaba era con las uñas, carretilla y pala. Hace una pausa y ríe”.

El trabajo de arreglo de la gramilla le sirvió para abrirse otro horizonte. En contraprestación recibió una especie de franquicia para asignar los puntos de venta en el estadio y en los escenarios deportivos en cada uno de los eventos que se realizan allí. En los buenos tiempos del estadio con el Atlético Huila llegó a manejar hasta 200 vendedores en una tarde, recuerda.

La pandemia lo afectó bastante, tanto a él como a sus compañeros, la pandemia daño muchos negocios, yo soy uno de esos y esta es la fecha que no he tenido ningún tipo de apoyo.

“Carlos Barrero, actual gerente del Atlético Huila me ayudó para lo de la renovación en la Cámara de Comercio. En el tema pensión dice que no logró pensionarse y el que me pensiona es Dios. Hace más de 30 años fui a averiguar lo de pensión y me dijeron que solo tenía que cotizar para salud y he venido pagando desde entonces.

Tengo casa gracias a Dios en el barrio Primero de Mayo desde hace 14 años, antes pagábamos arriendo. Carlos Guerrero vivió la experiencia de los Juegos y sostiene que es lo más bello que ha vivido. Después de los Juegos Nacionales no ha habido nada en Neiva similar. El deporte lo han dejado acabar. Pero hay otras satisfacciones que ha vivido como los tiempos gloriosos del Atlético Huila” y dice que ha llorado, lo emocionó el primer ascenso y ha tenido tristeza en los descensos.

“La Dimayor es la que nos hace llorar, no ve ahora con el tema del ascenso y el descenso, eso nos pasa porque nosotros somos celios. Si hubiera sido en Cali o Medellín no se dejan meter esos cuentos. Pero hay que seguir apoyando y riendo y llorando”, sostiene.

Sobre los entrenadores del Atlético dice que han sido muy especiales con él, Nelson Gallego y el profesor Arenas. Siempre lo llaman o cuando vienen a Neiva lo primero que hacen es ir a saludarlo.

Carlos Guerrero, un caleño con corazón opita

Lo suyo ha sido el mantenimiento de gramillas y las ventas.

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