Uno de los casos más llamativos es el del parque marino Tic-Toc, un proceso que lleva más de siete años estancado. Para inicios de 2014 se hizo su declaratoria e, incluso, hay comunicados de varias organizaciones en los cuales se celebra la decisión.
Chile es uno de los pocos países que superó los objetivos de proteger al menos el 17 % de su área terrestre y el 10 % de sus zonas marinas. El 21,3 % de sus zonas terrestres están protegidas y en el mar la cifra asciende a 41,5 %. Sin embargo, algunos expertos consideran que no basta solo con la cantidad de territorio protegido sino que se debe garantizar la efectividad de esa protección.
“Chile dice: ‘tenemos más del 40 % de nuestra zona económica exclusiva [marina] protegida’, y eso está muy bien, pero, ¿es representativa esa protección? En la Patagonia nos dimos cuenta que hay ecosistemas que no están representados ni protegidos. Es más, hay parques terrestres que tienen porciones marinas que durante mucho tiempo no fueron consideradas en planes de manejo y recién están en desarrollo”, asegura Rodrigo Hucke-Gaete, biólogo marino, profesor de la Universidad Austral de Chile y director del Centro Ballena Azul.
Uno de los casos más llamativos es el del parque marino Tic-Toc, un proceso que lleva más de siete años estancado. Para inicios de 2014 se hizo su declaratoria e, incluso, hay comunicados de varias organizaciones en los cuales se celebra la decisión. Pero nada se materializó. “En el primer periodo del presidente Sebastián Piñera hubo esperanza de que Tic-Toc se declarara parque marino. De hecho fue declarado pero la Contraloría impidió que se siguiera adelante por razones que aún desconozco”, dice Hucke-Gaete.
Según el investigador, Tic-Toc es uno de los ecosistemas más prístinos del sur del mundo, cuya salud es clave para la vida de las ballenas azules, los animales más grandes del planeta y que aún hoy se encuentran En Peligro de extinción, según la Lista Roja de la UICN. En esta zona del mar chileno también se han registrado orcas, lobos marinos, varias poblaciones de delfines y, además de ser refugio para las ballenas azules, también es zona de alimentación de ballenas jorobadas.
Recientemente Hucke-Gaete del Centro Ballena Azul, junto con la fundación Melimoyu, que está trabajando en Tic-Toc desde el año 2000, elaboraron un nuevo informe para que se proteja esta bahía. “Hoy por hoy, la nueva propuesta incluye una porción del golfo de Corcovado. Estamos con la esperanza de que nuevamente se dé la declaratoria y que realmente podamos implementar planes de manejo y monitoreo, que no sea un área de papel”, comenta el científico.
El proceso ya no está en manos de los científicos ni de los conservacionistas y en este momento pasa por una etapa de socialización con el sector pesquero. Es la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura de Chile la que tendrá que definir el tema regulatorio de la futura área protegida y las restricciones que tendrá. Rodrigo Hucke-Gaete espera que este nuevo parque marino por fin sea una realidad, “no puede ser que Tic-Toc lleve detenido siete años cuando estamos en una carrera contra el tiempo”, dice refiriéndose a la crisis del cambio climático y de la pérdida de biodiversidad.