DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Galindo
Qué pena, ni qué vergüenza, Clio Gómez es una cantante urbana en busca de alcanzar el sueño de ser una gran estrella de la música y las canciones.
Bien arregladita, presentada y limpia, para poder causar “una buena impresión” al público espontaneo en el microcentro de Neiva, sale diariamente al rebusque Clio Gómez, cantante callejera nacida en Bogotá hace 21 años.
Cual desempleada y llena de entusiasmo por alcanzar su sueño de llegar a ser una estrella de la música como Shakira, a quien admira, un día, recuerda, decidió lanzarse, pararse en una esquina y hacer lo que más sabe y ama: cantar.
Qué pena, ni qué vergüenza, es más penoso robar y mendigar. El cantar lo tomó como un goce en el rebusque callejero en busca de que le abriera el camino para conseguir el objetivo de vida.
Y es que desde los 6 años ya cantaba, recuerda, sin disimular la emoción.
“Estudié artes escénicas y expresión artística en la capital, siempre pensando en hacer lo que más amo y apasiona, cantar, estar en contacto con la gente, poder expresarme con la música”, manifiesta.
Primeros años
Sus estudios primarios los realizó en una escuelita de la localidad de Usme, la misma donde estudió la alcaldesa Claudia López; y la secundaria la curso en el centro cultural del barrio Aurora, también en el sur de esa ciudad.
Y continúa recordando su infancia y juventud. “Mis padres, Pablo Enrique Gómez y Mirian Estela Pachón, siempre me han apoyado, cosa que me alegra mucho y motiva”, dice.
Sin embargo, la separación de la casa, que la trajo a Neiva, fue difícil, confiesa, por ser la primera. Pero le respetaron la decisión, confiados en que con responsabilidad y el sacrificio que conlleva haga lo que le gusta y pueda triunfar.
El paso lo dieron en común acuerdo con su pareja, Orión, de 29 años, también artista. Canta y toca varios instrumentos, como el violín.
Tienen una relación seria hace cinco meses, pero se conocemos hace varios años, relata la joven mujer de baja estatura, contextura delgada, cabello negro y una sonrisa que le acompaña permanentemente.
A una cuadra del edificio de la Alcaldía, sobre la vía peatonal de la carrera quinta, en donde ha instalado su escenario provisional, responde que no le pesa ni se arrepiente de emprender esta experiencia fuera del hogar.
“Veo mejor, como estoy trabajando, la posibilidad de hacer realidad los proyectos musicales. El panorama se va abriendo, con espacios y oportunidades. Y, la verdad, me gusta mucho lo que hago”, confiesa Clio, quien es además compositora y espera grabar pronto su primer sencillo, “aunque no ha aparecido aún un productor que me presente una propuesta que me llame la atención”, confiesa, con tristeza, que se nota en el rostro.
Por ahora, la siguiente meta es cumplir una gira que los lleve por diversos países de Latinoamérica, que esperan terminar en México, en donde se ve grabando profesionalmente y realizando sus primeros conciertos.
Mientras, han comenzado en Colombia con tránsito por ciudades como Pasto y Popayán. Hace 20 días llegaron a Neiva desde donde proyectan su próxima parada, Ibagué, “y así seguir por otras ciudades que nos alberguen con cariño, como acá”.
Y es que no les ha ido mal. Cuenta que la gente es generosa. Acompañada de Orión o en solitario, si él se ubica en otro lugar, trabajan mañana y tarde, con ingresos que les permite pagar hotel, la comida y lo de las necesidades básica para ellos y la hija. “Tenemos una pequeñita, Dulce Valeria, que ya está estudiando música”, afirma.
Tienen un proyecto en mente con otros músicos, llamado Paperback (traduce, libro de bolsillo en rústica), pero no anticipa mayores detalles, está en construcción, y esperan confiados que llegue alguien que se encargue de la producción.
Por la niña han pensado establecerse en un lugar fijo, es el plan a mediano plazo, “pero primero hay que luchar y esforzarse para poder vivir de la música de una manera tranquila, más profesional y estable”.
El futuro
Clio cree en Dios, pero no es católica, es cristiana, no tiene religión: “Creo que hay un ser supremo y soberano que nos cuida y protege y a quien debemos agradecer”.
Antes de iniciar la siguiente intervención – interpreta música que proviene de sus emociones, desde sus memorias o covers con los que se identifican- con gente expectante que se ha remolinado cerca, envía, riendo, un mensaje a la gente opita:
Se puede salir adelante, pero hay que llenarse de ánimo, energía y conocimiento. Ser consciente de lo que está pasando en el país, no ser ignorantes con referencia a la falta de opciones al arte y lo demás, afirma.
“Debemos luchar por nuestros sueños sin importar cómo lograrlo. Hay que perseverar por conquistar lo que queremos, así lo vamos a lograr, con esfuerzo. Y entre más esfuerzo más rápido se logrará y más satisfacción tendremos. Ser felices, siempre sonreír, por mal que sea el día. Ante todo, buenos seres humanos”, se despide.
“Y si me mira alguien conocido…”
“Y no me dan nada…”
“Compartamos el amor por el arte, por el viaje aventurado y la música…”