DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por Hernán Guillermo Galindo M
La historia de Armando Riaño, un hombre que nació en Chaparral, Tolima, pero criado en Guadalupe en el sur del Huila, está ligada a su vocación de servicio como auxiliar de enfermería, pero por falta de oportunidades resultó apoyando un emprendimiento de su hermana y su cuñado. Llegó ahora a Neiva por una calamidad familiar.
A sus 48 años de edad, Armando Riaños, tiene los mejores recuerdos de su época de infancia y adolescencia en Guadalupe, municipio huilense en donde estudió la primaria y parte de la secundaria.
Fueron 16 años de buenos momentos y recuerdos en Guadalupe en donde junto a sus padres y hermanos compartían la vida alrededor de los cafetales en la finca de su papá, Rodolfo Riaños, cuenta. “Lo mejor era lo sano, la alegría con que se vivía en ese ambiente del café, compartir con mi madre, Mélida Reinoso y mis 12 hermanos, no nos faltaba nada, lo que había era para todos”, indica.
Al principio aprendió del café del cultivo de la caña, se movió en un ambiente campesino con vocación agraria, mientras estudiaba. Sobre los estudios, se define como enfermero oncólogo de profesión, labor que ejerce de manera independiente, cuidando y ayudando a pacientes que lo buscan por su manera de atenderlos.
El guanabanazo y su viaje a Neiva
De un tiempo para acá, la vida le cambio a Armando, su hermana Adriana y su cuñado, Alejandro Castillo tuvieron la idea en Bogotá de emprender con la venta de Guanábana. De eso hace 12 años, empezaron con un local pequeño, en carritos, por la calle y fueron creciendo hasta llegar a evolucionar con varios locales en Bogotá y en otras ciudades del país.
“Lo del nombre lo escogieron entre los dos emprendedores que se fueron expandiendo en principio por la sabana, a Mosquera, Funza, Chía, Madrid entre otras poblaciones”, cuenta Armando.
La guanábana la compran en Medellín o Santander y se las envían a Neiva directamente.
En esta capital, Armando solo lleva tres semanas, se vino por una calamidad familiar, “Mi Papá se enfermó, lo tengo hospitalizado en la clínica de Emcosalud y me vine a cuidarlo, la plata no alcanza, entonces surgió la idea de abrir una sucursal del negocio en Neiva y aquí estamos frente a la clínica, nos ha ido muy bien gracias a Dios”, comenta.
Son ocho meses de hospitalización de su padre, que en principio fue diagnosticado por dengue y ha tenido una serie de complicaciones por lo que le han realizado cirugías de corazón, de pulmón, de riñón, entre otras y aunque ya salió de UCI, se encuentra cuadripléjico, relata Armando con tristeza.
La vida de Armando Riaños transcurre entre media jornada atendiendo El Guanabanazo y hacerle terapias a su papá en las tardes. Tiene fe que lo va a sacar adelante.
El producto que venden
El principal producto que ofrece a los clientes es el guanabanazo, que lo sirve con la pulpa de guanábana sin licuar, se le agrega leche y de acuerdo al cliente se endulza con miel o con leche condensada. Armando está agradecido por la manera como lo ha tratado Neiva. “uno se viene por lo de la calamidad y luego lo de este negocio, en donde además se ofrece salpicón que también es apetecido por los clientes”, indica.
Lo que más piden es el guanabanazo, pero de a poco se vende de todo, la ubicación frente a la clínica le da una oportunidad de tener una clientela fiel entre el personal médico y administrativo del centro asistencial que permanece abierto las 24 horas.
Sobre quienes compran más dice que de acuerdo al turno, piden. Incluso han llegado a sortear al cari sello quien paga, relata Armando y ríe. La atención en el negocio es de siete a siete y todos los días de domingo a domingo. “Debemos estar atentos para prestar un buen servicio”, sostiene.
La vida continua
Armando, tiene como prioridad la recuperación de su progenitor, pero tiene otros proyectos como terminar de acreditar el negocio y estudiar, y por qué no hacerse médico, y luego especialista en oncología. “Nunca es tarde para aprender, hay que tener sueños y metas”, dice.
“Siempre me ha llamado la atención la oncología, son pacientes que necesitan tratamientos especiales y qué mejor poder estar uno para darles una calidad de vida que tanto necesitan”, dice con convicción.
Se ve a futuro con sedes del Guanabanazo en Santa Marta, San Andrés y Cartagena. “Ya se están abriendo los locales allá, Dios y fe, mi cuñado hace las cosas bien y al que obra bien Dios lo bendice y le va bien, esta es una empresa que se esta consolidando con empleados bien pagos y con todas las prestaciones de ley. En Neiva apenas estamos arrancando y la idea es tener dos o tres locales”, concluye.