DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Galindo
Todos los días, Luis Carlos Amaya Paredes se levanta sabiendo que debe luchar para ganar al menos $27.000 para vivir. Es lo que le cuesta diariamente comer y dormir. Lo que no sabe es cuántos kilómetros deberá caminar y a qué hora terminará la jornada para conseguirlo.
Las cuentas son sencillas: paga día a día $10.000 por una pieza cerca a Los Comuneros, en el microcentro de Neiva, donde caben la cama, el ventilador y la ropa. Televisión no tiene, está en busca de uno que le ofrecen en $50.000.
Más $5.000 de desayuno; $7.000 de almuerzo y $5.000 de cena, que consume donde le toque.
Es decir, sostenerse él solamente le vale en un mes $810.000, pues no tiene mujer ni hijos “porque no me gusta tener problemas con nadie”. Sin contar arandelas como tomarse en ocasiones especiales unas cervezas, que no pueden faltar “para desaburrirme”.
Luis Carlos es vendedor ambulante. Hace tiempo se gana la vida a punta de vender películas, memorias, Cds, recorriendo las calles de la ciudad, después de haber trabajado de mesero, cantinero y administrador de sitios nocturnos.
“La gente me conoce como el caminante. Oigo cuando dicen ahí viene el caminante por todo lo que ando”.
Toda una vida en la música
Desde pequeño se salió da la casa por el maltrato, la humillación y las groserías de familiares. “El marido de una tía se murió entonces ella nos echaba la culpa. Nos madreaba y yo le respondía…hasta que me aburrí y me salí a vender mercancías, a hacer mandados, a trabajar en lo que saliera”.
Hoy, tiene 57 años, habla con rapidez, casi atropellando las palabras, con un ligero tartamudeo, que no lo intimida para mostrarse como buen conversador. Cuenta con sencillez y humildad las cosas, como que es émulo, imitador de cantantes de ranchera y música popular, pero el problema del negocio ha sido la pandemia y los encierros de la gente.
Aunque ha tenido una existencia difícil, asegura no sentirse amargado, ni triste ni resentido con nada ni con nadie. Lo único que lo maltrata es el sol. “Yo vivo contento con lo que hago, me hace feliz ver reír a los demás, que les guste la música y tenerles la que prefieren”, especialmente rancheras, popular, baladas y boleros.
Para probar sus productos carga colgado del cuello un parlante que hace sonar a buen volumen para llamar la atención del público y clientes, que ya tiene fijos y dónde hallarlos, en restaurantes, talleres, almacenes de repuestos y el Malecón.
“Yo trabajo de lunes a lunes. Todos los días, hasta festivos. Me levanto después de las 8 de la mañana porque antes no hay qué hacer, no hay ventas. Y me acuesto después de las 10 de la noche. De lo que voy vendiendo me voy surtiendo, nunca me voy para atrás. No me quedo sin inventario ni ‘puel’ chiras, papá, voy para delante”.
Le gusta toda clase de música y canciones, sus ídolos son Vicente Fernández, Darío Gómez, Charrito Negro, Raúl Santi, Grupo Miramar, Marco Antonio Solís, principalmente.
Cuenta que la canción que mejor palpa su vida es Cómo Olvidarte, de Segundo Rosero, músico y cantautor ecuatoriano, famoso por su comunicación humana con el público, con historias hecha canciones, tal vez porque antes de ser famoso fue chofer de bus.
“Dice las cosas que uno lleva en el alma, de lo que no se puede olvidar, de lo que le hace falta en la vida y el amor…”
Cierra los ojos y canta con pasión. “¿Cómo voy a olvidarte, si estás prendida en mí? ¿Cómo voy a olvidarte, si te llevo en mí ser? Ay, si supieras de veras lo que eres para mí. Eres más que mi amor, la razón de mí vivir. Quisiera verte, quisiera hablarte. Es tan difícil vivir sin ti”.
Sueños e ilusiones
Luis Carlos es creyente, prácticamente, todos los domingos asiste a misa y cree en Dios con devoción.
No cree es en lo políticos. “No, mano, ya me arrepentí de haber votado por esos tontorrones”.
¿Tiene alguna ilusión? “Claro, muchas, porque cuando uno deja de soñar, está muerto. Me dicen que soy un buen émulo y yo me lo creo porque sueño con ser cantante profesional, afirma, y ríe de buena gana.
Destacado
Cuenta que la canción que mejor palpa su vida es Cómo Olvidarte, de Segundo Rosero, músico y cantautor ecuatoriano, famoso por su comunicación humana con el público, con historias hecha canciones, tal vez porque antes de ser famoso fue chofer de bus.