Por: Juan Manuel Macías Medina
Resulta imposible pensar que María Ibis lleve cerca de 20 años mirando las mismas personas, vendiéndole a la misma gente y teniendo la misma vista. El aparentemente incómodo lugar, ha sido la segunda casa de María, quien aseguró que 60 son pocos los años para lo que va a durar el tradicional ‘Huequito’.
“Yo llevo toda mi vida viniendo acá, desde que era muy niña venía porque mi papá era el dueño, entonces él me traía siempre”, sostuvo la mujer, quien jocosamente comentó que no puede comer adentro del sitio, pues de pronto no puede salir por la puerta que no supera los 70 centímetros.
Cuando doña María llega al sitio de su trabajo, se sienta en una banca y mira hacia afuera, de igual manera, no tiene hacia donde más mirar. Desde allí, ha atendido miles de clientes que cuenta, nunca han dejado de ir desde la primera vez.
“Mis clientes ya me conocen porque han venido miles de veces, ellos vinieron hace 20 años y aquí se quedaron, muchos de ellos eran clientes de mi papá, que fue el que empezó con este negocio”, expresó doña María Ibis, mientras recordaba al hombre al que un día se le ocurrió meter cientos de cosas en lo que sería el local más pequeño del centro de la ciudad de Neiva.
Hace más de medio siglo, Sixto Aurelio Ramírez, acomodó como pudo un montón de ‘chucherías’ y comenzó a ofrecerlas, sin saber, que el local se convertiría en todo un éxito, y que además, seguiría en servicio 60 años después.
“Cuando mi papá inició con este negocio, él nunca se imaginó que esto iba a ser un éxito en su tiempo, y menos que iba a durar más de 50 años. Él me dejó el local para seguir trabajando y para poder seguir sosteniéndonos, toda la familia conoce del negocio, y en algún momento a alguien le va a quedar el local, pero esto no se acaba porque cualquiera lo coge y sigue con la tradición”, dijo la mujer, augurando la continuación de La Flor, el nombre de pila con el que fue bautizado el tradicional negocio.
Jocosamente, los clientes le dicen a doña María que no puede consumir alimentos, pues luego no podría salir por la puerta que no supera los 70 centímetros.
“Me esperan a que abra”
En el centro de la capital opita los negocios abundan, por lo que los transeúntes tienen diferentes locales comerciales para escoger en dónde comprar sus artículos, sin embargo, ‘el huequito’ no compite con nadie, pues doña María, asegura que los clientes de la antigua tienda, esperan a que ella abra para hacer la compra allí.
“Los clientes como son tan antiguos, entonces ellos esperan a que yo abra y los atienda. Hay muchos sitios en donde pueden encontrar el Almanaque de Bristol, cordones, cortauñas, mecheras, venenos y de todo lo que yo vendo, pero ellos me esperan es a mí”, aclaró la mujer de 66 años de edad.
Los campesinos son los clientes más fieles del local, y sorprendentemente, hay algunos que han perdido el viaje desde sus fincas, solo por no encontrar en funcionamiento la tienda ‘La Flor’.
“Ha habido veces que bajan personas del campo a comprar cosas acá, y de pronto no tenemos abierto y no compran, pierden el viaje solo por no comprar en otro lado”, aseguró doña María Ibis, y no es para menos, además de ser sus clientes, las personas que acuden a este tradicional sitio, se han convertido en amigos.
Sus clientes, aseguró María Ibis, aparte de ser sus compradores, se han convertido en sus amigos.
