Diario del Huila

El recorrido de Isabel con sus cabras

May 19, 2022

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DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA

Por Hernán Guillermo Galindo M

Isabel Torres Luna es una mujer de 34 años de edad, pero de esas que muchos dirían es “come años”, pues parece tener entre 20 y 25 años. Su labor de toda la vida ha sido vender leche de cabra en un recorrido diario desde su barrio hasta terminar en el Parque Santander en pleno centro de Neiva.

A Isabel Torres Luna, una mujer menuda, de sonrisa permanente y facilidad de palabra, la encontramos en el Parque Santander, en pleno centro de Neiva, al final de su jornada diaria, recorriendo las calles de la ciudad con un rebaño de cabras.

Isabel, está acompañada de dos de sus hijas, una de 18 y otra de 14 años de edad, entre las tres arrean las cabras que lejos de ser rebeldes, son dóciles, será el ambiente citadino el que las ha domesticado o las mantiene asustadas, pienso.

Todos los días, a las ocho de la mañana, inician el recorrido por la zona oriental de la ciudad desde el barrio Panorama, en donde residen, hasta el centro, son más de cinco kilómetros de ida y otro tanto a la vuelta.

“Nací en Acevedo, pero al año me trajeron para Neiva, por lo que me considero neivana”, sostiene Isabel Torres, mientras atiende a un comerciante de relojes que llega a tomar la leche de cabra, que considera un alimento nutritivo. “Son 33 de mis 34 años de vida los que llevo aquí en Neiva”, añade.

Trabajo de años

Sobre la venta de leche de cabra, asegura que ya va para 18 años, los que está por cumplir su hija mayor. Quien la apoyó desde un principio es su papá, que le dio el “plante”, dice, mientras recuerda que se metieron en esto por un vecino que un día le ofreció las cabras a su padre, éste le preguntó que, si le gustaría trabajar en eso, ella dijo sí y ahí van.

“El recorrido inicia en Panorama, bajamos por toda la avenida hasta llegar al centro, pasamos por Medilaser y terminamos ya cuando queda poca leche acá en el parque”, indica la comerciante.

Isabel Torres, es una luchadora de la vida, vive sola con sus tres hijas, una ya la hizo abuela. “Lo positivo de vender este producto es que la mayoría no trabaja con las cabras, entonces la gente compra la leche, porque la considera medicinal, que sirve para los pulmones, para los huesos, hasta para el hambre. Muchos dicen, tengo hambre, voy a desayunar con un vaso de leche de cabra”, comenta.

Cada día salen con ocho cabras, en total tienen 23, en un trabajo que termina hacia el mediodía, las hijas la acompañan por ahí hasta las diez y media u once, debido a que estudian en el IPC en la tarde. “Ellas se van para la casa a arreglarse e irse a estudiar y yo me quedo con las chivas”, dice Isabel.

Esta mujer, cabeza de familia, lucha por sacar adelante a sus tres hijas a punta de vender leche de cabra, gracias a una clientela que es cautiva, ya muchos la llaman para ubicarla e ir a tomar su vaso de leche, que ofrece desde $3000 pesos, hasta $5.000 pesos, cuyos precios dependen del tamaño del vaso que en el primer caso es de 7 onzas y en el segundo de 12 onzas. Se les mezcla miel, cola granulada, cerebrit, vino, de acuerdo a lo que disponga el cliente.

Es una mujer agradecida de la vida y de su trabajo, aunque asegura que le hubiera gustado estudiar y trabajar en otra cosa como en el campo de la belleza, estudiar peluquería y tener su propio salón. “Gracias a este trabajo y a la venta de los animalitos, comemos mis hijas y yo. Puedo llegar a recoger hasta $70.000 pesos y en el peor de los casos, la mitad. Nunca me voy en blanco, y si queda leche, hacemos café con leche que tomamos, o cuajada para el consumo de la casa, esto es bendito”, comenta la eprendedora.

Isabel tiene el que llama “un ranchito, pero gracias a Dios, techo propio en donde vivo con las hijas”. Aun recuerda la primera vez, hace 18 años cuando  sin dudarlo, se metió en el negocio. “Cogí la ruta, fui ofreciendo el vaso que en esa época era a $300 pesos, fui vendiendo, me fue gustando, hice la clientela y desde ese entonces trabajo independiente”, rememora.

“También aprendí a pastorear las cabras, que mi papá José Vicente Torres, me compró. Este trabajo no es algo de matarse, me permite además estar pendiente de las hijas, trabajar independiente, tiene su lado positivo, porque el día que uno no pueda salir, nadie le está preguntando y menos pidiendo explicaciones”, manifiesta Isabel.

Mencionó que también hacen arequipe y cuajada de leche de cabra. Finalmente, a la pregunta de ¿qué la mantiene así joven y con energía, que si es por la leche?, ella responde, “por la Leche y la caminada», soltando una risa.

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