DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Galindo
Suleima Remigio, es una joven mujer indígena, de 28 años de edad, que desde hace diez años se vino de Nátaga, la ciudad Mariana del departamento, a Neiva para establecerse con su familia en uno de los resguardos existentes en la capital del Huila.
Hoy en día el Huila tiene seis resguardos indígenas: Paniquita en Rivera, La Gabriela en Neiva, La Tatacoa en Villavieja, Bache en Palermo, La Gaitana en San Mateo, El Líbano, El Rosal y Bajo Rosal en La Plata, Guambia en el Congreso en La Plata y Campoalegre en La Argentina.
Suleima, como una de las mujeres indígenas emprendedoras, participa de experiencias con base en el trabajo de tejido que les enseñaron sus mayores. “La tradición se ha mantenido de generación en generación. Han aprendido a tejer desde muy pequeñas, en un principio la filosofía de su origen indígena”, sostiene.
Elaboran artesanías, pero principalmente se han enfocado en la fabricación del sombrero de caña brava, más conocido como el Pindo. “El Pindo es el nombre con el cual se conoce en el departamento del Huila a una variedad de la palma caña flecha. El producto tradicional es el sombrero masculino, del cual se han realizado nuevos productos tales como las pavas, los reconocidos sombreros para mujeres”, argumenta.
“El trenzado del sombrero se realiza entrecruzando las cintas planas que se extraen del pindo. Para la selección de las cintas, se tiene en cuenta, si se quiere sombreros con pintas, anchos, delgados o con algún tipo de tejido especial. Terminada la trenza, y antes de ser cosida a máquina, se debe frotar de lado a lado entre un palo con el fin de darle forma”, afirma.
A sus 28 años tiene una familia con su esposo y sus tres hijos. Habitan en una vivienda de bahareque, “pero es propia”, dice y sonríe con la inocencia de su juventud.
Como comunidad indígena del corregimiento de San Luis, en el oriente de Neiva, aunque ahora tienen algo de apoyo de la administración de Neiva se sienten bastante olvidados. Tienen muchas necesidades básicas insatisfechas.
Reclama por el mejoramiento de vías, viviendas nuevas y mejoramiento de las existentes. Recuerda que también es prioritario el tema de las baterías sanitarias. “Son muchas las necesidades”, agrega.
Como comunidad se han establecido en tres corregimientos de Neiva, en Chapinero, Apiecito y en San Luis, en donde reside ella con su familia desde hace diez años, el mismo tiempo que lleva trabajando en su emprendimiento que saca en las múltiples oportunidades que puede.
La tierra en la que viven actualmente es producto de la minga indígena del año 2013. “Nos ganamos un pedacito de tierra y allí nos establecimos. A diez kilómetros del corregimiento”, comenta.
Insiste en que, como comunidades indígenas y como mujeres emprendedoras, los han dejado un poco de lado y de nuevo de no ser por otra minga la de hace dos años, 2019, no estarían en espacios como el propiciado por la administración de la ciudad que realizó la Feria de Emprendimiento para las Mujeres en las que tuvieron participación.
Remigio cuenta que sostienen diálogos con el Estado. Se han fijado un plazo hasta el primero de mayo día internacional del trabajo.
“De no lograr acuerdos volverían a las vías de hecho como en el pasado”, manifiesta con vehemencia. “Desafortunadamente los gobiernos pareciera que es la única manera que entienden la gran deuda histórica que tienen con las comunidades indígenas”, arguye.
Es etnoeducadora, perdió a su padre a edad temprana, casi no tiene recuerdos de él. Su madre ha sido el soporte y la guía en su vida. Normalmente son comunidades matriarcales.
“Soy docente de planta en la San Luis Beltrán. Terminé once y enseño mi idioma para retomar el fortalecimiento de nuestra cultura. El dialecto es el nasa yuwe, el idioma Páez, es el hablado por el pueblo nasa o Páez (de “pats” “derecha” del río Cauca), que habita en la zona andina de Colombia, especialmente en los departamentos del Huila y el Cauca”, relata.
Le envía un mensaje a los neivanos que no los olviden, que tienen dificultades para llegar a Neiva por las vías en mal estado. “Normalmente en chiva son más de cinco horas para traer los productos”. Trabaja en los procesos para reivindicar y fortalecer los derechos propios y originarios de su comunidad.
Sobre el tema religioso indica que en su comunidad cada quien es libre de profesar sus creencias, pero básicamente creen en lo que les dice la naturaleza a través del sol y de la pacha mama que es la tierra.
Finalmente dice que “hay que cuidarse del covid, cada quien se auto-protege. Se considera una mujer feliz y realizada”. Se despide y se va a atender en su punto de venta.