Carolina Cardona Laiseca, es una mujer neivana que se ha abierto camino en la vida como muchas madres con esfuerzo, trabajo, dedicación y pasión. Tras hacerse enfermera de profesión yrealizar trabajo social, ahora se enfoca en atender a niños y jóvenes en condición de discapacidad a través de la Corporación ‘Dejando Huellas in the World’.
Carolina Cardona Laiseca, a sus “46 hermosos años”, como ella misma dice, reflexiona sobre su vida, siempre ligada a la vocación de servicio a los demás, quizás por su profesión inicial de Enfermera, y luego como Gestora Social con más de 9 años de experiencia.
Es hija de José Mario Cardona, que está por los 76 años y de cierta manera ha sido empresario independiente, y de Cecilia Laiseca, ama de casa. “Gracias al esfuerzo de ellos, mis hermanos y yo fuimos tanto al colegio como a la universidad, la mayor es Pilar que estudió tecnología en sistemas y mi hermano, Mario Andrés que es ingeniero de sistemas”, comenta Carolina.
“Lo de vocación de servicio me viene desde niña, estudié en el Colegio María Auxiliadora en donde llegó un momento en el que quería ser monja, hacíamos brigadas en las que íbamos a los sectores más pobres y vulnerables de la ciudad, allí predicábamos la palabra de Dios y yo era la niña más feliz al punto que les dije a mis padres que quería ser monja, pero mi papá no quiso, lo que para mí resultó muy triste”, recuerda.
“Igual seguí y cuando comencé a trabajar en Comfamiliar Huila, ayudé a muchas personas, siempre me he esforzado en ser mejor en lo que hago y brindarle cosas mejores a la comunidad, allí iban personas vulnerables como abuelitas, personas muy enfermas que necesitaban una autorización que normalmente se demoraba un mes y yo me daba las maneras para conseguirlas en pocas horas”, cuenta la protagonista de esta historia.
“Tuve conflictos porque me saltaba el conducto, ya que el sistema no permitía que hiciera los trámites a mi manera y por eso me sacaron a área independiente en donde comencé a hacer las cartas de negación de los servicios, estas también se demoraban un mes en ser respondidas, empecé a mejorar el servicio y la respuesta, no era lógico tener que esperar un mes para que le dijeran que no le prestaban el servicio”, sostiene.
En Comfamiliar conoce al papá de sus dos primeros hijos, uno de ellos, William David, quien nace con Mielomeningocele e hidrocefalia, lo que significó un choque muy duro en su vida. “Así como fue muy difícil aceptar esa condición de mi hijo, esto a su vez se convirtió en ese bastión que, al igual que mi familia, me sostuvieron y motivaron para salir adelante. Me tocó sindicalizarme, pensando en luchar por los derechos de mi hijo y su condición, pero igual por los derechos de otros niños como él, Dios es tan grande que me fue mostrando el camino para aprender cómo actuar frente a reclamar los derechos de quienes como yo vivíamos una condición de vulnerabilidad frente al sistema de salud”, narra Carolina.
La Corporación ‘Dejando Huellas in the World’
“Todas estas experiencias son las que me motivan y me llevan a tomar la decisión de crear una corporación para atender y ayudar a todas estas personas en condición de discapacidad y vulnerabilidad y nace Dejando Huellas”, agrega.
“Mi hijo tenía cuatro años cuando junto a otras personas que son padres con hijos en condición similar a la de mi hijo fundamos la Corporación Dejando Huellas in The World, de esto hace diez años y lo vamos a celebrar con una serie de eventos, pensados siempre para los discapacitados”, narra.
“Como siempre vamos a hacer varias actividades como una brigada de salud en el mes de octubre, en noviembre queremos organizar una feria de emprendimiento para personas en condición de discapacidad y sus cuidadores y finalmente en diciembre esperamos celebrar la navidad, porque no es lo mismo regalarle un balón a un niño que le encanta y puede disfrutar jugar al fútbol, que darle el mismo balón a un niño en condición de cuadriplejía. Nosotros le damos el regalo que el niño realmente necesita”, sostiene Carolina.
“La corporación nació con siete personas que somos a la vez los miembros de la junta directiva, todos con hijos en condición de discapacidad y el que no, él es el discapacitado. Aquí entra todo el mundo, no tienen que pagar por ingresar, por el contrario, velamos por sus derechos, si necesita un derecho de petición, una tutela, nosotros le ayudamos presentarla. Hemos ido creciendo y sacando adelante proyectos como viviendas campesinas con parcelación agrícola, que beneficio a una gran cantidad de personas en condición de discapacidad”, relata.
La crisis de la pandemia no fue ajena para ellos y por eso tuvieron que cerrar, “teníamos sedes en Neiva y Paicol a través de un proyecto social que denominaron Centro de desarrollo integral, en donde atendían a 30 niños que recibían atención de alimentación y terapias, física, ocupacional, de lenguaje, psiquiatría y pedagogía. Adicional tenían servicio de atención de enfermería, la falta de recursos nos obligó a cerrar”, manifiesta.
Todo esto ha llevado a Carolina Cardona a fijarse como meta lograr que a través de un proyecto se radique “el que se convertirá en el Centro de desarrollo, para que sea el mismo gobierno y el estado que se dé cuenta que se necesita”, concluye.