Diario del Huila, Crónica
Por: Hernán Guillermo Galindo M
Andrés Felipe Serrato, escribe sobre las vivencias que le dejaron sus viajes especialmente cuando niño a Neiva, al Huila. El río Magdalena, las canciones de Villamil y las letras de José Eustasio Rivera son fuente de inspiración en su andadura encaminada a las letras.
Aunque nació en Bogotá Andrés Felipe Serrato tiene una influencia marcada por su vínculo muy estrecho con el Huila; padre neivano y madre de Teruel, esto le proporciona todo un acervo de recuerdos fincados en Neiva, en Campoalegre, Tesalia, Garzón, entre otros lugares del Huila.
Está además lo que llaman la educación sentimental con el legado de José Eustasio y las letras de las canciones de Jorge Villamil que han hecho una acuarela fantástica que es un laboratorio para mí como graduado en literatura de la Universidad Nacional, con especializaciones en los Andes y en la Universidad de Buenos Aires, dice.
Sus padres de estirpe campesina, Jairo Serrato y Luz Miryan Gómez por diversas circunstancias debieron emigrar a Bogotá, en donde echan raíces, pero no se alejan de su Huila natal. “Mi primera referencia del Huila no tanto en lo que vi sino en los testimonios que recibí de Neiva y del Huila de los años 50 y 60”, dice.
“Con mucho esfuerzo lograron salir adelante y nos permitieron entrar en contacto con los libros, el bisabuelo era de Colombia Huila, es una expectativa que tengo de ir a conocer al serrato de Colombia y de Baraya”, relata.
“Mi abuelo paterno es el que toma la decisión de viajar a Bogotá con un poco el desarraigo, fue como un camino de Damasco para salir adelante, trabajaban y estudiaban, era una familia de diez hijos.
Los que se pudieron formar educativamente entre ellos mi papá que es ingeniero forestal de la Distrital, con una labor de conservación del medio ambiente y de cuidar la naturaleza, tuvo la oportunidad de recorrer todo el país y dar cuenta de la riqueza natural que tiene el Huila, se pensionó y tiene 72 años”.
Por el lado materno hay una vinculación antioqueña, el abuelo era de Carmen de Viboral y se fue para el Huila llegó a finales de los 40 como buen andariego y echaron raíces, montaron su negocio, “era el cantinero de Teruel, es una anécdota que se cuenta, allá conoció a mi abuela Leticia Collazos Bonilla, tuvieron una familia muy numerosa diez hijos», añade.
Mi mamá se viene a vivir a Bogotá a estudiar, vivía en ciudad Jardín en una pensión, papá vivía en Kennedy, cuando se casaron, se fueron a vivir en un pequeño apartamento en Kennedy, este año cumplen 40 años de casados, relata.
Los primeros recuerdos de contacto con el Huila están en la niñez con los viajes a visitar la familia, en vacaciones, semana santa, san Pedro o en navidades. “Todo cambia con la muerte de la abuela materna, hace poco se vendió la casa en la que vivía en Cándido, con lo que siento que mi próximo viaje al Huila estará rodeado de la percepción de la ausencia de quienes entonces me alegraban la vida, quedan los recuerdos”, dice.
El escritor que se lanza al ruedo
Andrés Felipe Serrato, graduado en Literatura de la Universidad Nacional, con posgrados en los Andes en estudios literarios y en la Universidad de Buenos Aires en literatura española y latinoamericana se decide por ser escritor.
Se aventura como escritor; “a veces el término vivir de la literatura es contradictorio, uno lo hace porque hay una motivación, pero en lo estrictamente económico vivir es contradictorio”, refiere
“Mi papá desde los 3 años me enveneno por la lectura, la literatura se volvió mi pasión, es algo de lo que no me puedo desprender, no la concibo como algo pasajero, es una forma de vivir, confió más en lo que leo que en lo que estoy viviendo, como don Quijote un poco, se cree más en lo que se lee que en lo que se vive, la literatura tiene eso. Lo puede sumergir a uno por caminos de la fantasía o llevarlo incluso a la locura”, comenta.
Tomé una decisión de vida el camino estaba bastante definido, escribí una novela que se llama “Te quiero tanto Anìsima”. Inicialmente, iba a ser un cuento de 20 páginas y termina como un libro de 13 capítulos y 260 páginas.
“Es el inicio de un viaje fascinante, como es esto de sentarse a escribir, ir generando con palabras me va motivando mucho más. Cuando me pregunta de qué trata digo que es como un caleidoscopio, temas que giran alrededor de un poeta Alfonso Camargo que desaparece con lo que me permito hacer reflexiones sobre la toma del palacio de justicia, los movimientos estudiantiles de los 70 en Colombia, el tema de los desaparecidos entre otros.
Es una ficción narrativa que toma temas puntuales de la realidad, para que el lector pueda dudar si realmente el personaje existió”, añade.
Es disciplinado, es un compromiso con la literatura, no es fácil, pero toca y por eso muchos talentos no llegan, la falta de constancia de compromiso, está latente la tentación de atajo que es contra lo que hay que enfrentarse a diario.
“Pero cuando se encuentra el resultado uno comprende que valió la pena. Por último, dice que no descarta escribir algo sobre el Huila, están los paisajes, los personajes que ofrecen un punto de referencia muy especial. ¿Cómo se ven esos paisajes del río magdalena evocándolos desde la distancia? Por ejemplo, las nostalgias son otra fuente de inspiración”, concluye.