Diario del Huila, Crónica
Por Hernán Guillermo Galindo M.
A sus 76 años, Jairo Díaz Sandoval, reflexiona sobre su vida, su paso por el deporte como futbolista, voleibolista en todas las facetas y dirigente en la Liga de Voleibol del Huila. Mientras cuenta su historia no puede ocultar la profunda tristeza por la reciente pérdida de su esposa, Rosalba Rubiano, compañera de viaje durante 53 años.
Jairo Díaz Sandoval, un hombre aplomado de buenas maneras y de hablar tranquilo, pausado, lo encontramos en su residencia del barrio Altico, en el que nació y se crio.
“Nací en este barrio que anteriormente se llamaba ‘Los Avisperos’, soy de una familia de ocho hermanos, me dediqué al deporte, en el fútbol inicialmente, y luego en el voleibol, en todos los campos, jugador, entrenador, árbitro y directivo. En el fútbol alcancé a jugar semiprofesional con el Deportivo Huila, por allá a finales de los 60, era arquero, junto a ‘la Coneja’ Acosta que posteriormente fue a Millonarios”, refiere.
“Mi papá Mario Díaz era comerciante y mi mamá, Cilia de Díaz, como las damas de la época se dedicaba al hogar, tuvimos una infancia y juventud sin afujías, combiné el estudio con el deporte, la primaria la hice en la ‘Ángel María Paredes’ y el bachillerato en el Instituto Técnico Industrial.
Mis compañeros de estudio fueron entre otros, Armando Espadafor, los Rodríguez que jugaban baloncesto, todos siempre practicábamos deporte. Había en Neiva en ese tiempo una pasión por el deporte y se realizaban los torneos interbarrios, entre otros”, recuerda.
“Mi vida laboral se centró en el mercadeo en donde me fue muy bien en principio trabajé con Misión CARE Internacional que es una agencia dedicada a combatir la pobreza, se daban complementos alimenticios a través de la Secretaría de Educación Departamental.
“Luego durante 26 años fui jefe de ventas de Trapichito, con buenos resultados”, dice con orgullo.
Sobre los amigos del barrio, recuerda a varios que desafortunadamente ya se han ido de este mundo, los Bonel, los Farfán, están en el grupo de los que compartían en su época de infancia los juegos y alegrías.
Jairo Díaz recuerda la Neiva de hace 60 años, “era una cosa fantástica, ahora que soy abuelo, tengo mis nietos que no pueden realizar la actividad deportiva que hacíamos nosotros, el ejercicio que hacíamos en la juventud, jugábamos en las calles, no había problema, la inseguridad no existía por lo que se podía hacer deporte al aire libre sin ningún tipo de inconveniente”, relata.
Jairo fue arquero junto a ‘la Coneja’ Acosta del Deportivo Huila.
El paso por el deporte camino al voleibol
Rememora que en la ciudad y en el barrio con la Copa Ciudad de Neiva que se realizaba anualmente, “hicimos una cancha de voleibol, así empezó el amor por el voleibol, que le dejó uno de los mejores amigos, que de paso es de las personas que sabía más de voleibol en el país, que es Francisco Chois, del Valle del Cauca.
Fue el que me ayudó con los reglamentos, me instruyó en la parte técnica y estratégica de este deporte del que me enamoré, comencé manejando el equipo del barrio, participábamos en los torneos municipales, luego me hice técnico del ITRE, institución educativa desaparecida, con la que fuimos campeones por muchos años. Esto me llevó a ser técnico de la Liga, para a través de las participaciones pasar por árbitro de finales, para terminar como directivo de la Liga del Huila”, añade.
Jairo Díaz Sandoval afirma que lo que le llamó más la atención fue la parte técnica en la que según su concepto es en la que menos problemas se le pueden presentar en este deporte, en lo demás siempre habrá inconformes con las decisiones que se tomen.
Piensa que el voleibol del Huila le debe mucho a doña Tulia Rosa Espinosa, con su colegio ITRE, “fue no solo animadora de este deporte en su colegio, sino de la propia Liga. Otra persona que destaca es a Delio Rodríguez, que venía del baloncesto y pasó al voleibol, se suma Jesús Oviedo. Con ellos el deporte del voleibol fue creciendo, pero desafortunadamente hoy no hay liga. Todo se ha venido a menos, no hay los campeonatos que se hacían a nivel municipal, está muy acabado todo el deporte”, sostiene.
Uno de los buenos momentos los vivió con su hijo Ricardo Díaz que fue observado en unos campeonatos nacionales en Cali, junto a Juan Carlos Poveda. “Los directivos de la Uniautónoma, le propusieron que se fuera a estudiar y jugar con ellos, por lo que se hizo profesional en ingeniería mecánica. Ahora vive en Estados Unidos, añade. El paso por la universidad en el Valle lo llevó a ser selección Valle, para luego integrar la Selección Colombia en dos suramericanos”, cuenta.
Jairo se refugia por estos días en su familia, en los amigos, en los recuerdos, mientras trata de superar el profundo dolor que le causa la partida de su esposa. Sus hijas, Cilia Johana que es administradora financiera y bancaria y Paola Andrea, ingeniera industrial, lo acompañan en Neiva, mientras Ricardo que vive en Estados Unidos lo visita de vez en cuando.
La familia para Jairo Díaz ha sido soporte fundamental.
