DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Galindo
Maricel Hurtado Sánchez, tiene 58 años, es licenciada en pedagogía musical y artes plásticas, por eso no extraña su profundo amor de toda la vida por la cultura y el folclor huilense y nacional.
Nació en Florencia, Caquetá, en el hogar de Mateuz Hurtado y María Ninfa Sánchez, “siendo la menor de seis hermanos de una familia hermosa y bendecida”, y desde pequeña se interesó en manifestar sus emociones y sentimientos por lo diario y cotidiano.
“Desde que tengo uso de razón siempre me encantó el arte, las expresiones artísticas en todas sus formas y gracias a Dios han sido parte de mi vida”, explica, complacida.
Empezó con el oficio y la elaboración de carrozas desde la época de colegio, luego en la Feria de Manizales con las Carrozas del Rocío. Como dibujante y pintora decoraba con flores, que considera, siempre han sido su fuerte artístico.
Talento y estudio
Sobre si estudió o se formó en el arte, Maricel responde que en principio fue un desarrollo empírico, luego fue perfeccionando el conocimiento y su tarea en la Escuela Popular del Arte donde desarrolló lo relacionado con la pintura, moldeado de barro y alambrón.
“En la elaboración de una carroza o en un trabajo siempre nos dan un tema en general, pero la gestión de campo y de investigación es de nosotros, como plasmarlo en el boceto o la maqueta”, cuenta, sobre su experiencia.
Ya el diseño e imaginación propia depende, la mayoría de veces, de los encargos. Construimos con base a la cultura y las raíces de nuestro pueblo y le damos un toque de fantasía con los colores, pero siempre es rescatando lo autóctono de cada municipio al plasmar la carroza, que se engalanan con figuras monumentales, las cuales tienen motivos alegóricos al departamento y a sus tradiciones, etc, explica la artesana.
“Cuando uno termina su producto como tal lo que se siente es una satisfacción enorme de poder ver algo hermoso y lleno de historia y tradición. Es una emoción muy especial”, dice.
Sobre los materiales que utiliza, Maricel responde que son variables, depende de lo que vaya a plasmar, de las figuras. Se puede manejar el moldeado de barro con papel maché, el alambrón, madera, icopor, telas…un sinfín de materiales los cuales se manipulan según el criterio del diseñador de turno.
En relación a las diferencias con las exposiciones de Pasto, del Carnaval de Blancos y Negros, señala que cada región tiene sus parámetros para realizar sus carrozas:
“Nosotros acá en el Huila tenemos unas paletas de colores muy diferentes de ellos, que son demasiado carnavalescas, que es válido, pero se explica simplemente en el hecho de tener una cultura diferente y muy tradicional”.
Y agrega que lo más importante es que las personas en las calles y escenarios reconozcan el arte y esfuerzo de los artesanos. “Y sí, seremos invisibles para muchas personas que no saben que hicimos lo que ven, pero lo más importante es hacer las cosas con amor y dedicación”.
Y añade que su trabajo es arte y es su profesión porque de ella depende para sobrevivir. También me dedico a hacer murales, pintar cuadros, todo entorno al diseño, manifiesta.
Recuerda especialmente una carroza del año 2013, La Vorágine, en homenaje a José Eustasio Rivera porque toda fue elaborada en alambrón. Eran como tres figuras en una sola, preciosa, asegura.
Pero en general siempre recuerda todos los trabajos. Cuando hay espacio se puede guardar, otras veces se ayudan para poder seguir adelante pues algunas figuras las llevan a otros eventos y esas son las reales ganancias.
Del equipo que la acompaña cuenta que son varias personas de la familia que ya saben del oficio y la alegra porque garantiza que no se va a perder la vena artística.
Pero la remuneración es un tema muy complejo porque la cultura no es muy bien reconocida porque creen que pintar y hacer una figura no tiene el valor suficiente para pagar y reconocerlo: “El arte está muy devaluado y no le dan la suficiente importancia, qué tristeza”.
Sobre el Sampedro virtual responde que es una manera de ayudar al gremio y no dejar perder la alegría de un pueblo que necesita un momento de felicidad en medio del dolor por la pandemia.
“Le doy gracias a Dios por mi vida, por la de mi familia y porque a pesar de estar sufriendo el virus estamos bien en varios sentidos. Mi única ilusión es seguir adelante, tener salud y vida y, si Dios me lo permite, seguir construyendo y dándole vida y color a nuestros ancestros”.