Diario del Huila, Crónica
Por: Juan Manuel Macias Medina
Las nuevas tecnologías sustituyeron el papel, y de esto sí que saben las familias que dependen de los vendedores de revistas, periódicos y libros del centro de la ciudad. La calle Séptima, entre carreras Cuarta y Quinta, ha sido testigo del rumbo que han tomado las letras, y los sitios de venta de estos artículos, protagonistas de la irremediable situación.
Luis Enrique Savid, lleva más de 40 años comercializando revistas, libros y periódicos, elementos que según él, están pasando de moda. Comentó que la situación hace cuarenta años era distinta, pues los neivanos no estaban permeados de tecnología y, además, eran crédulos de la información que emanaba de su sitio de trabajo.
“Los periódicos y las revistas dejan el 20% y eso no es mucho, o serviría si uno vendiera, pero es que la situación está muy complicada y ya es muy poquito lo que se vende. Cuando yo comencé hace 40 años acá, la prensa se vendía bien porque las personas creían más en el periódico”, dijo el adulto con aires de desesperación.
El gran avance tecnológico, es para Luis Enrique, el motivo principal de la inevitable quiebra que le ha tocado vivir desde hace cerca de 10 años, pues las nuevas tecnologías han permitido que para acceder a la información, no sea necesario acudir a estas casetas verdes instaladas frente a un reconocido hotel en el centro de la capital opita.
“Las virtualidad nos tiene jodidos, no vendemos nada, la gente vive pegada al internet y no ve la necesidad de venir acá a comprar un periódico o una revista. Esta situación es entendible lo que estamos viviendo, ya veníamos preparándonos para eso, la gente se va actualizando, todo va cambiando y los compradores se han comenzado a ir. Los celulares y los computadores tenían que llegar, y las personas prefieren leer la prensa en el celular, acostados, de mañanita y gratis, en vez de venir a comprar acá”, expresó el comerciante.
El bajón en las ventas, es quizá la principal preocupación para un hombre al que la tecnología, le hace rascarse la cabeza. Las ventas disminuyeron en más de un 50%, y a esto se refiere Savid, como si tuviera en su mente las épocas de la bonanza informativa de la comunicación escrita.
“Nosotros vendíamos más de 20 prensas de diferentes agencias, entonces era muy bueno, porque eso nos dejaba ventas de más de $120.000 diarios, entonces le quedaban a uno $25.000 en ese tiempo y era muy bueno. Hoy en día no pasa eso, toca rezar y rogar para que le compren a uno cuatro o cinco periódicos al día, no vende uno más de $50.000 pesos, a eso sáquele el 20%, no se hace uno más de 10 mil pesos al día”, indicó Luis Enrique.
De la prensa a los dulces
Luis Enrique Savid, ha sido testigo de la transformación de los artículos que ofrece, antes eran libros, hoy, desafortunadamente para él, se han convertido en golosinas.
“Yo llevo 41 años acá, vendo revistas, periódicos, dulces, agua, de todo un poquito, yo voy y compro lo que son revistas y periódicos en las agencias, y ahora los dulces y el agua pues en las cigarrerías”, dijo Savid, refiriéndose a la reinvención del local.
La quiebra los persigue, tanto así, que ya las revistas, los libros y los periódicos, no son los encargados de proporcionarle ni la comida.
“Nos ha tocado meternos con los ‘gota a gota’ porque la situación es muy difícil, nos toca comer, pagar arriendo, surtir y comprar las cosas que se necesitan, la plata no alcanza y no hay de otra”, agregó.
“La pandemia nos terminó de joder”
Como si fuera poco la crisis en la que los sumergía la virtualidad, llegó la pandemia. La emergencia sanitaria aumentó el desespero de Savid, un hombre que, en más de cuarenta años, nunca dejó de asistir a su sitio de trabajo, una caseta metálica a contados metros de la Catedral de Neiva.
“La pandemia nos afectó desde marzo de 2020, nos tocó encerrarnos y depender de algunos familiares porque nosotros vivimos de esto y no pudimos abrir. Estamos desesperados, no sabemos qué vamos a hacer porque, aparte de que ya veníamos en una crisis por el tema de los celulares y los computadores, nos tocó atenernos a la del virus, como quien dice, la pandemia nos terminó de joder”, finalizó Luis Enrique Savid.
Sin embargo, Luis Enrique Savid no es el único afectado, a 20 metros de él, está Idalia Calderón, otra comerciante que también se ha visto afectada por la virtualidad, y liquidada por la pandemia, aunque doña Idalia no vende dulces, sino chance.
La virtualidad hizo que Luis Enrique Savid alternara la venta de revistas, libros y periódicos, con la venta de dulces. Cuando Savid pensaba que nada era peor que los agigantados pasos de la tecnología, llegó la pandemia.