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“Mi esposa y mis ‘tigrillos’ son mi combustible diario”

Jun 5, 2021

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DIARIO DEL HUILA, MUY PERSONAL

Por: Rolando Monje Gómez

Fotos: Tatiana Ramírez  y suministradas

“Uno de los patrimonios más poderosos que puedo tener en mi vida es decir que soy del campo”, de esta forma inició el diálogo que sostuvimos con Rubén Guzmán Barrios, quien recientemente tomó posesión de su cargo como curador urbano segundo de Neiva.

Nacido en el hogar de Milciades Guzmán Agudelo y Catalina Barrios Montealegre, que fueron padres de 16 hijos, 11 hombres y cinco mujeres, nacidos todos con partera en la vereda Dindalito, del municipio de Espinal, Tolima.

Rubén era el número 13 y vivían en un espacio muy reducido, dedicados a recolectar lo que se cultivaba. “No había luz y el agua la sacábamos por aljibe, cada uno de los hijos teníamos una función, los más grandes ordeñaban y los más pequeños halaban el lazo para sacar el agua del aljibe y llenar las albercas para el ganado y para toda la casa”, recuerda.

Nació hace 60 años, un 19 de febrero, y aunque empezó la primaria a los diez años, en una escuela que quedaba como a cuatro kilómetros de su casa, supo aprovechar esa oportunidad. “El bachillerato lo estudié casi que por casualidad. Una profesora me colaboró para aspirar a una beca, ella hizo toda la tarea hasta que me notificaron que debía presentar un examen.

“El día del examen me presenté en otra escuela que quedaba al otro extremo del pueblo, Espinal, yo iba en bicicleta y llegué como una hora tarde, sin embargo logré presentarlo y terminé a tiempo” comenta, además dice que en esa época no conocía mucho más allá del lugar donde vivía “ir al pueblo a hacer mercado con mi mamá y mi papá era un premio”.

“Un día en la escuela llamaron a formación con una campana circular metálica y anunciaron que había llegado un telegrama para mí, donde me informaban que me había ganado una de las becas para adelantar el bachillerato. Ese día de premio me dieron una caja de colores en la escuela y el telegrama”, dice.

La profesora que lo inscribió siguió haciendo todas las vueltas y lo matriculó en el Colegio San Isidoro a donde tenía que ir todas las mañanas en bicicleta, pero recuerda que en invierno era muy duro ir a la escuela de esa forma. “Tenía que salir antes de las seis de la mañana para llegar a tiempo, era duro, porque había que levantarse temprano. De todos mis hermanos solo el mayor estudiaba, en la misma escuela, porque vivía con unos tíos”.,

Aunque su papá solo cursó hasta primero de primaria, recuerda que era un hombre muy culto, con muy bonita letra y fue él quien les enseñó a sus 16 hijos a escribir, antes de lo que aprendieron en la escuela.

Junto a su esposa Elcy Yubely Rojas Díaz.

Del Ejército al mundo

Terminado el bachillerato Rubén se fue a prestar el servicio militar, estuvo en la Sexta Brigada de Ibagué, estando como soldado hizo unos ahorritos que le permitieron viajar a Bogotá, a donde se fue a estudiar locución de radio y televisión en la Academia Arco y vivía con unos amigos.

Con el tiempo y ya con su cartón de locutor profesional comenzó su trabajo como narrador deportivo, aunque en su debut al finalizar la transmisión salió corriendo porque no pensó que lo había hecho bien. Pero estaba muy equivocado, había sido todo un éxito.

“Trabajando como narrador deportivo, donde me había ido bien, estuve en Copa América, en las eliminatorias mundialistas del 90, 94 y 98, en mundiales de fútbol y he narrado fútbol profesional colombiano al lado de Edgar Perea, Hernán Peláez. Estando en la Copa América del 93 en Ecuador y allí fue donde me bautizaron ‘El Pulmón de América’”, comentó.

Llegó el ‘Pulmón’ a Neiva

Trabajo en reconocidas cadenas radiales transmitiendo todo lo que tenía que ver con el fútbol. Estando en el año 1997 en RCN, el Atlético Huila ascendió de categoría por primera vez y eso llevó a que lo trasladaran a la ciudad de Neiva, a donde llegó el 4 de febrero de 1998, un día antes del primer partido del Huila en la A. Era el director de Los Dueños del Balón en RCN Radio en esta ciudad.

“Aquí llegué a vivir donde los familiares de un periodista amigo que conocí en Bogotá y por intermedio de ellos conocí a Elcy Yubely Rojas Díaz, quien con los años se convirtió en mi esposa, ella es terapista y trabaja en Comfamiliar Huila”, dice Rubén.

Duraron dos años de novios y este año cumplen 21 de matrimonio, hogar que completan sus hijos Jennifer Daniela y Rubén Darío, sus ‘tigrillos’, como él los llama con mucho orgullo y felicidad. “Mi hijo estudia Biología y mi hija está terminando Medicina”.

“Mi familia es todo, mi esposa es incondicional y mis hijos son mis ‘tigrillos’, son mi combustible diario para luchar por la vida”, afirma.

El abogado comentarista

Siempre quiso estudiar derecho, cuando arrancó con el tema del fútbol hizo algunos intentos estando en Bogotá, pero los compromisos laborales le impidieron culminar. Ya en Neiva, por cosas de la vida, logró contactarse con Jesús Antonio Marín, en esa época rector de la Universidad Cooperativa de Colombia en Neiva y arrancó nuevamente y por fin logró su deseo de ser abogado. Eso lo proyectó mucho.

“Un día solucionando un problema de mi casa en Prohuila inicié en el tema de la construcción, siendo este mi primer acercamiento a lo que es mi trabajo de hoy, entré como abogado a esa empresa, y me fui relacionando con otras constructoras, aprendí todo el tema y asesoré varias empresas del ramo en la ciudad y en otros departamentos. Fueron los primeros pasos”, recuerda.

Aunque ya ejercía el derecho, y trabajaba en temas de la construcción el comentarista deportivo no estaba archivado, seguía como locutor en diferentes emisoras, estuvo en Caracol y HJDobleK hasta que el Huila cayó a la B y el proyecto se acabó. Por lo pronto está esperando nuevamente el ascenso del Atlético Huila a la primera categoría. “Esa es mi pasión”, afirma.

Rubén Guzmán junto a su esposa montaron una empresa de vigilancia y seguridad, Timanco Ltda., de la que se sienten muy orgullosos porque a través de ella generan tejido social, como una forma de retribuirle a Neiva y el Huila toda la generosidad que ha tenido al haberlo acogido en su terruño.

Dindalito no se olvida

Rubén es un hombre muy sencillo, de familia, “agradecido con Dios porque he hecho con mi vida lo que siempre he querido y me lo ha concedido y me ha dado más de lo que le he pedido y que me merezco”, expresa.

“Este es un regalo de Dios y como tal lo debo afrontar con toda responsabilidad”, dice refiriéndose a su nuevo trabajo como curador urbano.

Se define como una persona alegre, jovial, descomplicada, honesta, leal, “mi papá en medio de su limitado nivel de escolaridad siempre nos decía: trabajen, sean honrados y en la medida en que puedan ayudar a los demás, ayúdenlos”, recuerda con mucha alegría.

Aunque ya han pasado muchos años que salió de su terruño, él no lo olvida, se siente orgulloso de su origen y comenta que a Dindalito, la vereda donde nació todavía la visita, pues allí aún tiene parte de la tierra que les dejaron sus padres a todos sus hijos, algunos de ellos aún siguen ahí, labrando la tierra y se reúnen en fechas especiales. Dindalito es el cordón umbilical que lo une con sus raíces.

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