Diario del Huila

Nubia Díaz Claros, una octogenaria que sabe del trabajo y de la vida

Abr 6, 2022

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Diario del Huila, Crónica

Por Hernán Guillermo Galindo M

A punto de cumplir ochenta años, Nubia Díaz Claros es una mujer ejemplo de trabajo y entrega por los suyos. Desde hace casi 50 años vende desayunos y almuerzos en la caseta de la villa deportiva de la capital del Huila. Ha visto pasar varias generaciones de directivos y de deportistas.

Nubia Diaz Claros es una mujer menuda, de hablar tranquilo, es lo que transmite cuando se expresa sobre sus orígenes y su historia de vida desde que nació, va a hacer 80 años en julio próximo, en el municipio de Altamira.

Su infancia y sus padres están ligados al trabajo, su padre Maximiliano Diaz, tenía una fábrica de cigarros que se llamaba “Flor del Huila”, y ella, al igual sus hermanos que fueron 17, trabajaban con él y aprendieron el oficio de envolver cigarros. Mientras tanto, la madre Lucía Claros se dedicaba al hogar. De los 17 hubo dos gemelos y dos mellizas.

Nubia estudió hasta segundo de primaria y se vino para Neiva a trabajar en la fábrica de tabaco, en lo que sabía hacer, “además ahí le daban a uno el hospedaje y la alimentación, adicional le pagaban”, relata. Fueron unos 35 años trabajando en lo del tabaco hasta que don Maximiliano murió y se redujo el negocio en el Huila, las multinacionales se quedaron con el negocio.

Cambio de oficio

La nueva situación obligó a Nubia Diaz a cambiar de oficio, se dedicó a vender empanadas, pasteles y otras viandas en cercanías a la Villa deportiva de la ciudad de Neiva. “Estaba en construcción el estadio y los demás escenarios para los juegos Nacionales del 80, yo vendía en lo que es hoy el sector oriental del estadio Guillermo Plazas Alcid”, rememora.

Con la llegada de los juegos y el auge del deporte, el movimiento en la Villa era permanente de deportistas y todos quienes tenían que ver con la organización y participación en los Juegos que tenían como sede la ciudad.

“Al principio lo que más había era servicio de piscina, nosotros vivíamos por acá cerca en la Libertad, entonces aprovechaba para vender papas, chicharrón, rellenas, chorizo, de todo acompañado con aloja”, dice.

Cuando asumió la dirección de Jundeportes Huila, Esteban Rojas Montealegre, que es el que autoriza la construcción de la caseta, se la entregaron a Nubia para que continuara ahí trabajando. Estaban en construcción el estadio, el coliseo y demás escenarios para los Juegos Nacionales Neiva 80.

Desde entonces, además de los productos que ofrecía inicialmente, agrega desayunos y almuerzos que son muy apetecidos por todos los que llegan o trabajan en la Villa deportiva. La caseta, aunque no tiene el nombre en un aviso, es conocida así, como la caseta de la Villa deportiva.

En la memoria de esta mujer ejemplo de trabajo y de vida están los nombres de los deportistas que ha visto pasar en sus procesos de formación y entrenamiento; recuerda entre otros a Diego Omar Perdomo, el nadador que participó en los juegos Olímpicos de Atlanta 96, los luchadores como William Delgado y el clan Ipuz, con Miguel a la cabeza.

Recuerda también a varios de los entrenadores como Luis Valencia en el atletismo, el desaparecido Jaime Andrade que proyectó la natación con aletas, lo mismo que el también desaparecido Jorge Barón, e Iván Perdomo en el Baloncesto. 

De los directores, tanto cuando era CODEPORTES como ahora que se constituyó el INDERHUILA, solo tiene palabras de agradecimiento. “Todos han sido muy formales conmigo”, indica Nubia. Lugar especial para ella ocupa Esteban Rojas Montealegre, no solo por ser el primero sino el que más tiempo estuvo frente a la institución rectora del deporte regional.

Le preguntamos a Nubia Diaz sobre la clientela, dice que también han sido muy especiales con ella y su hija que es la que atiende ahora la caseta, ella permanece como la imagen que proyectó a lo largo de sus años de trabajo, de los clientes, algunos que fiaron no volvieron a pagar e incluso hay uno que otro que se murió y se llevó con él la deuda, cuenta y se ríe pícaramente.

Su familia está integrada por dos hijas y dos nietos; aclara Nubia que que no ha tenido compañero permanente, sus hijas son Noiba e Hilda, esta última es la que la acompaña y quien está al frente del negocio que atiende con su hijo Jhon.

Finalmente, se declara creyente y agradecida con Dios y con la vida. “Gracias a esto me conseguí mi casa en la que vivo con mi familia”, manifiesta. A manera de anécdota recuerda que los almuerzos eran a $1.700 pesos y ahora los venden a $6.000. Como mensaje a los neivanos les dice que vayan a conocerlos y que les compren. Sigue sentada en una mecedora en la que permanece buena parte de la jornada y de despedida nos regala una sonrisa. 

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