DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Galindo
Priscila Muñoz de Falla a sus 93 tiene la mente y la fortaleza de una mujer de 65, no tiene problemas de salud y su mente está intacta con todos los recuerdos de casi un siglo de vida. Con su amabilidad característica decidió contarnos el secreto de su longevidad.
Priscila nació en Garzón en 1929 acaba de cumplir 93 años, tuvo cinco hermanos que ya se le adelantaron en el camino, muy joven se fue al municipio del Agrado en donde prácticamente ha vivido toda su existencia.
“Los recuerdos de infancia son muy tristes porque quedó huérfana de madre a los nueve años, su padre se enloqueció y lo perdió todo, una finca que tenían por el lado de potrerillos, se dedicó a la bebida, luego se lo llevaron para Bogotá a operarlo y allá murió, por lo que quien los acabó de criar fue una tía”, dice.
No estudio sino hasta tercero de primaria precisamente porque una de sus tías la llevó para el agrado en donde se quedó definitivamente, conoció al que fue su esposo, Guillermo Falla, se enamoraron y se casaron ella tenía apenas 16 años y el 31, claro que en esa época era normal que se casaran jovencitas con hombres mucho mayores. El murió ya hace 24 años por lo que le tocó en adelante valerse por sí misma.
Son siete hijos los que tuvo que sacar adelante ante la enfermedad de su esposo que tuvo los quebrantos de salud a los 40 años, por lo que a ella le tocó asumir el manejo de la parcela de la que derivaban el sustento.
“Lo que le agradezco a mi esposo es que aprendí a manejar la labranza, a trabajar, cuando él murió yo me hice cargo de 11 hectáreas de labranza en la que cultivaban cacao y con eso acabó de criar los hijos, todos profesionales, menos una que no quiso terminar de estudiar”, dice.
Los nietos y bisnietos son parte fundamental en su vida.
“Así fue hasta hace ocho años que decidimos venderla y me dediqué a vivir más tranquila con lo que ahorré, ya todos los hijos se organizaron, son profesionales, les di estudio en el Agrado hasta cuarto de bachillerato, luego se fueron a terminar a Gigante, posteriormente estudiaron en Bogotá y cada quien tiene su profesión”, recalca.
“Ninguno me perdió año, resultaron buenos estudiantes y ahora gozo con ellos, porque son muy buenos hijos, gracias a Dios, ellos me han dado nietos que también han estudiado y todos son profesionales, tengo once nietos y seis bisnietos. En cuanto a los hijos siempre les insistió que fueran profesionales y luego si se casaran, se pueden casar al otro día de terminar su carrera que yo no necesito que me mantengan”, manifestaba.
Priscila Muñoz hace un recuento del orden en que nacieron sus hijos; Ricardo Falla de 74 años de edad, le sigue Mery de 72 es la única que no estudió y ahora está enferma en Bogotá, era con quien vivía, sigue Guillermo que se me murió de once meses, luego nació José Antonio Falla, tiene 68 es abogado y trabajó en el sector bancario, sigue Alicia de 66 y luego Hilda Falla de 65.
“Después de siete años, tuve a Abelia que está por los 58, es comunicadora social y cierra Bertha de 52 años”, cuenta.
Le pregunto cuántos presidentes han visto pasar a lo largo de su vida y dice sin ningún temor que nunca le ha interesado la política y poco ve noticias para no llenarse de tristeza.
Sobre su longevidad cree que, “se debe a que siempre ha tenido tranquilidad, eso si no ha sido contemplada, agrega y se ríe, siempre ha sido trabajadora, no ha pensado en otra cosa, sacar los hijos adelante, estos no le han dado problemas, no trasnocha, no le ha gustado la bebida ni la parranda, se acuesta a las siete de la noche y se levanta a las seis de la mañana a trabajar, no es compinchera, ni chismosa”, añade.
Eso sí, lo primero que hace al levantarse a las seis de la mañana es rezar el santo rosario, va a misa cuando puede, pero siempre está pendiente de orar en la casa.
“Cuando estaba concentrada en criar a los hijos solo salía del Agrado a Garzón a hacer las vueltas que necesitara, pero ahora con ellos profesionales y criados si ha ido a Bogotá, Medellín y a la costa a Santa Marta. Claro que no piensa volver por miedo al viaje en avión”, agrega.
Ha salido al Ecuador a donde vive hace muchos años su hija Hilda, “ahora me convida, pero no ya no me llama la atención salir, me gusta estar aquí en mi casa. Vivía con la hija que está enferma en Bogotá y una niña que me acompaña”.
Esta mujer digna de ejemplo de lo que es la mujer colombiana que con dedicación y amor sacó sus hijos adelante, no es muy amiga de la música, aunque eso si en los cumpleaños una que otra ranchera en las serenatas que le han dado los hijos, si cae bien.
Priscila se dedica a cuidar sus matas, sus flores con las que se entretiene en estos años de retiro con la tranquilidad del deber cumplido y camino a llegar a cien años de vida con alegría, con amor y con trabajo.
Priscila Muñoz con sus hijos.
