Nuevamente en el ambiente de la opinión pública vuelve a estar focalizado el Proyecto de Ley que busca reformar la salud de la sociedad colombiana. Dada la actual coyuntura que está viviendo el país actualmente que presenta un inconformismo social generalizado contra el gobierno del presidente Duque, que se traduce en el incremento de las protestas sociales en algunas regiones del país, es inoportuno que se siga insistiendo con esta iniciativa gubernamental. Tenemos la experiencia de la reforma tributaria, que se convirtió en el florero de Llorente para generar estas manifestaciones de protestas, que han semiparalizado a todo el país.
Por este motivo, lo más razonable, es retirar este esperpento de reforma, que va a lesionar las familias colombianas, dada la transformación que va a sufrir la Ley 100 de 1993, que regula actualmente el Sistema General de Salud. Lo grave es que se fortalece la privatización de este servicio esencial, que actualmente está perjudicando a la sociedad en general en su prestación.
De entrada, hay que reconocer que propiciar este debate sobre el funcionamiento del actual sistema de salud y los resultados conseguidos hasta la fecha, no es viable e inconveniente. Aunque debe ser considerado un acto de buen recibo, y así haya quienes consideren que la pandemia y la actual coyuntura, lo tornan inoportuno, decir que siempre que existan ciudadanos afectados por las disfunciones de los sistemas, urge buscar alternativas y cambios que mejoren el bienestar de la gente.
Actualmente existe un desinterés y con poco de entusiasmo del Congreso de la República, por las protestas sociales que obligaron a retirar la Reforma Tributaria, se vislumbra un panorama negativo para seguir debatiendo esta iniciativa gubernamental y con apoyo de algunos integrantes del legislativo. El palo no está para hacer cucharas, como lo expresaban nuestros ancestros. No están dadas las condiciones.
Además, esta iniciativa se ha convertido en otra de las exigencias innumerables que exigen el Comité Nacional de Paro y las Centrales Obreras, y que será planteado en la reunión que sostendrán en las próximas horas con el Presidente Duque y su equipo de gobierno. Más allá de la conveniencia y la oportunidad, vale la pena ahondar en el proyecto para determinar si efectivamente apunta a lo que hoy no funciona.
Al revisar los 10 capítulos de la propuesta se encuentran buenas ideas, como intentar una nueva regionalización de la salud, mejorar el perfil de las direcciones territoriales, proponer nuevas reglas de juego e incentivos para una mejor calidad del sistema, expandir el alcance de la medicina familiar, crear un nuevo fondo de garantías, insistir en medidas anti-evasión y elusión y supervisar de alguna manera a los conglomerados empresariales de la salud, entre otros.
