Me he permitido escribir un relato verdadero de lo que sucedió, desde el momento en que el Doctor Lara Bonilla aceptó el reto de ser el Ministro de Justicia en el gobierno de Belisario Betancur. A veces es más taquillera la apología que se hace del crimen y sus organizaciones, que la historia real de un prócer que entrego su vida por la democracia. En este caso de Rodrigo Lara Bonilla.
DIARIO DEL HUILA, CONTEXTO
Por: Julio Bahamón Vanegas
En el año de 1.983, dentro del acuerdo político entre los partidos y movimientos con asiento en el Parlamento Colombiano para la conformación de las mesas directivas de cada Cámara le correspondió al Nuevo Liberalismo, en el primer año la segunda Vicepresidencia, y en el segundo periodo legislativo, la primera vicepresidencia, es decir, del 20 de Julio de 1.982 al 19 de Julio de 1.983 la segunda vicepresidencia, y del 20 de julio de 1.983 hasta el 19 de julio de 1.984 la primera vicepresidencia.
En ese orden de compromisos, el 20 de Julio de 1.982, elegimos segundo vicepresidente de la cámara al Dr. Ricardo Ramírez Osorio, representante por el Departamento del Tolima, cuyo periodo culmino el 19 de julio de 1.983; al día siguiente, ya resuelta internamente la candidatura del movimiento a la primera vicepresidencia me correspondió ser el vocero de nuestro movimiento y candidato a esa dignidad. Como estaba acordado, la Cámara de Representantes en pleno, con el acompañamiento de una nutrida votación, los partidos, en sesión plenaria me eligieron como su Primer vicepresidente para el periodo legal del 20 de Julio de 1.983 al 19 de Julio de 1.984.
¿Qué fue lo que sucedió meses antes del magnicidio del Dr Rodrigo Lara Bonilla, valiente servidor público quien como ministro de Justicia enfrento con coraje a la tenebrosa organización criminal del capo Pablo Emilio Escobar Gaviria?
En Julio de 1983 recibí una llamada del Senador Rodrigo Lara para contarme que el presidente Belisario Betancur le había ofrecido el Ministerio de Justicia. Rodrigo quería escuchar mi opinión teniendo en cuenta que el Movimiento había tomado la decisión, al inicio de la presidencia de Betancur, de no participar en el gabinete ministerial.
El Nuevo Liberalismo a nivel Nacional venía mostrando cierta conducta controversial en la relación Movimiento – Gobierno, pues en algunos casos y para personas muy cercanas al Dr Galán les era permitido sostener una relación estrecha con el ejecutivo, y para otras personas, les estaba vedada cualquier aproximación política. Ese análisis se lo hice yo para manifestarle al Dr Lara que consideraba de gran importancia su aceptación del Ministerio de Justicia, pues alcanzaba a rumorearse un celo oculto de personas muy cercanas a Luis Carlos Galán que querían atravesársele a Lara dadas su maravillosas condiciones de Líder del Movimiento, orador profundo, con un carisma inmenso, un futuro asegurado en el concierto nacional, reconocido no solamente al interior de la inmensa mayoría de militantes del Nuevo Liberalismo, sino de las distintas bancadas y partidos políticos representados en el Congreso de Colombia.
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El Dr. Lara aceptó el cargo y esa decisión provoco una ruptura con algunos de los seguidores de Galán que se aventuraron a crear diferencias entre los dos líderes del movimiento, diferencias que a la larga fueron sorteadas favorablemente en los episodios que paso a comentarles a continuación.
El Dr. Galán cuando se enteró de la decisión de su coequipero me visitó en mi oficina de la vicepresidencia de la Cámara de Representantes y me dijo que no estaba de acuerdo con la participación política ofrecida por el gobierno. Yo le respondí que esa oportunidad no la podíamos desaprovechar, y que el Nuevo Liberalismo tenía que darse a conocer como administrador en asuntos del Estado, y con mayores veras, con una posición tan importante como el ministerio de justicia en esos momentos de la historia del país, por los hechos ya conocidos, de la penetración de grupos al margen de le ley que venían incursionando en la política en distintas regiones del país, y que el Nuevo Liberalismo se había comprometido a luchar desde el congreso contra la corrupción política y a combatir el duro flagelo del narcotráfico que comenzaba a permear a algunos dirigentes a todo nivel.
Galán y Lara ya habían librado importantes debates en el Senado denunciando la intromisión de la mafia del narcotráfico en la política colombiana.
En la legislatura a finales del año de 1.983 un día cualquiera de sesiones ordinarias recibí una llamada del Ministro Lara para advertirme que el grupo político de Alberto Santofimio y Jairo Ortega le iban a hacer un debate en la plenaria de la corporación, y que en esa reunión lo acusarían de haber recibido de manos de Evaristo Porras Ardila un cheque girado a su favor, en años anteriores a su elección como senador, con lo cual pretendían la renuncia del ministro, y desde luego, hacer un colosal escándalo político que produciría un tsunami que afectaría igualmente a todo el Galanismo en el País.
El pais debe recordar que durante la campaña electoral de 1.981 quisieron “colarse” en el Nuevo Liberalismo algunas organizaciones regionales permeadas por los carteles de la droga, especialmente en Antioquia.
En ese departamento intentó hacerlo un movimiento de extracción Liberal acaudillado por el señor Jairo Ortega Ramírez quien llevaba como su fórmula a la Cámara de Representantes al jefe del cartel de Medellín, Pablo Escobar Gaviria.
Nuestro coordinador en ese Departamento el Senador Iván Marulanda y el representante Silvio Mejía conocedores de las argucias de Ramírez Ortega le denunciaron el caso al Dr Galán sobre los oscuros movimientos que a favor del cartel de la droga venía dando esa fracción liberal antioqueña, y sin demora, los Doctores Galán y Lara tomaron la decisión, durante una gira por ese departamento, de expulsarlos públicamente durante un acto público llevado a cabo en la plaza de Cisneros, en Medellín.
Después de ese incidente, ocurrió lo que se preveía desde hacía algunos meses: que el grupo de Ramírez y Escobar Gaviria terminarían, como en efecto ocurrió, militando en las toldas de Alberto Santofimio Botero quien era considerado dentro del oficialismo Liberal, emulo de Lara y de Galán, y se corrió el velo que tapaba la injerencia y relación íntima del cartel de Medellín con sectores oficiales del liberalismo. La lista de Jairo Ortega se unió al movimiento Alternativa Liberal que a nivel nacional lideraba Alberto Santofimio y lograron la elección de Ortega con la suplencia de Escobar Gaviria a la Cámara de Representantes. De esa manera fue que llegó al congreso de la república el tenebroso Pablo Escobar, quien más adelante seria protagonista de una encerrona fraguada por su organización criminal contra el señor Ministro de Justicia utilizando para ello el largo brazo de testaferros con los que quiso enlodar la dignidad del Jefe y amigo al señalarlo de haber recibido un cheque por un millón de pesos que le fue entregado por uno de sus lugartenientes, Evaristo Porras Ardila, reconocido traqueto oriundo del Amazonas, de la ciudad de Leticia.
En aquellos años, legalmente estaba establecida como jurisdicción política para la elección del Senado del Huila los departamentos del Huila, Caquetá y Amazonas. Por esa misma razón los candidatos al senado por mi departamento debían viajar hasta el Amazonas a organizar sus campañas y compromisos con esa región del país.
Lo hicieron también, entre otros, candidatos opitas los doctores Guillermo Plazas Alcid, de quien se ufanaba el capo Evaristo Porras de ser su compadre, Felio Andrade Manrique y Héctor Polania Sánchez y también asistieron después Jorge Eduardo Gechem Turbay y Julio Enrique Ortiz.
El día de mi elección como primer vicepresidente de la Cámara, es decir, el 20 de julio de 1.983 también fue elegido presidente de la corporación Cesar Gaviria Trujillo; y como secretario de la Cámara el Dr Julio Enrique Olaya, vocero del partido conservador.
El día en que se llevó a cabo el debate contra del Dr Lara Bonilla, el ministro me visitó en la oficina de la primera vicepresidencia a la una de la tarde, y allí le di a conocer el orden del día de la sesión plenaria publicado por parte del presidente de la cámara y su secretario general. Esa citación no llevaba mi firma como primer vicepresidente, ni la del segundo vicepresidente el Dr Roberto Hoyos vocero del partido conservador, y en la citación al Ministro de justicia no se decía nada con relación al debate organizado por los opositores al Nuevo Liberalismo, lo cual me causó extrañeza, pues el documento referido al orden del día no se ajustaba a lo que el Ministro me estaba comentando y que había conocido a través de los amigos de Santofimio que se las arreglaron para hacerle saber al Dr Lara de sus tenebrosas intenciones.
Tampoco se decía en el orden del día de la fecha del debate nada sobre un acto de profunda felonía que ya se había llevado a cabo. La posesión de Pablo Emilio Escobar Gaviria como representante a la cámara como suplente del señor Jairo Ortega Ramírez.
En secreto, en la presidencia de la cámara, se le había dado posesión como representante a la cámara a Pablo Escobar Gaviria, suplente de Jairo Ortega Ramírez, autor de la torticera citación al ministro de justicia.
Normal y tradicionalmente esa clase actos de posesión a los suplentes se llevaban a cabo de manera pública en el salón elíptico del capitolio Nacional, en sesión plenaria frente a todos los partidos políticos con representación en la cámara y en este caso en particular, Cesar Gaviria, presidente de la corporación y su secretario, lo hicieron de manera sigilosa, es decir, a escondidas.
Las preguntas que yo me he hecho siempre son las siguientes: ¿sabía Cesar Gaviria las implicaciones que iba a tener en la política colombiana posesionar como representante a la cámara al jefe del cartel de Medellín? ¿Estaba enterado Cesar Gaviria del debate que el grupo de Alberto Santofimio iba a adelantar en contra del ministro Lara? ¿Adicionalmente, cuáles fueron las razones que motivaron al señor Cesar Gaviria para autorizar el ingreso de los más reconocidos cabecillas del crimen organizado al salón de prensa del salón Elíptico en donde se adelantaría el debate en contra del señor ministro de Justicia?
Narcos de la peligrosidad de Gonzalo Rodríguez Gacha, alias el mejicano, Carlos Ledher como lo afirmo en la entrevista a la revista Semana del 14 de enero anterior, los Chocolates Suarez del Huila, Evaristo Porras Ardila, y un grupo tenebroso de criminales tuvieron acceso al Congreso de Colombia por directa autorización del entonces presidente de la corporación, Dr Cesar Gaviria Trujillo.
Todo eso se me ocultó, seguramente porque tuvieron en cuenta mi inmensa e inquebrantable amistad con el Dr Rodrigo Lara. Pero no contentos con lo que estaba sucediendo, ni con las graves implicaciones que tendría la presencia del más tenebroso criminal al interior del Congreso de Colombia, los mismos directivos de la corporación, impartieron autorizaciones y expidieron las credenciales a varios miembros del cartel de Medellín, tal como lo manifiesto en este escrito.
Todo esto que estoy relatando, y mucho más, ha sido puesto en conocimiento de la fiscalía general de La Nación, bajo juramento, desde hace al menos 7 años, sin que la investigación criminal haya avanzado para establecer y determinar los autores del magnicidio cometido el 30 de abril de 1.984 contra el Dr. Rodrigo Lara Bonilla.
En abril de 1.984, más exactamente el día 27 el Dr. Lara nos invitó a un desayuno en su casa en Bogotá, al Dr. Arismendi Mora, en ese momento senador suplente de Rodrigo desde el momento en que asumió el ministerio de justicia, y mientras departíamos y conversábamos de temas políticos relacionados con el Huila, le escuchamos una conversación telefónica con su abogado el Dr. Antonio José Cancino, en los siguientes términos: “Es posible que estos H.P. (refiriéndose a los jefes del sicariato del cartel de Medellín), tengan la intención de asesinarme. Eso lo sé. Tengo claro que ellos están muy bien armados y no será suficiente disponer de un par de escoltas. Yo ya hablé con el presidente Betancur y tengo previsto viajar a Checoeslovaquia en los primeros días de mayo”. Luego nos contó que, a su regreso, tenía definido que su papel en la política colombiana lo haría desde un movimiento socialista que fundaría en el país. A renglón siguiente le dijo a su abogado: “Pero no les voy a dar la satisfacción de matarme, el gobierno me sacará ese día de mi casa con Nancy y mis hijos, escoltado dentro de un tanque de guerra del ejercito hasta el aeropuerto y desde allí viajare a ese país”. Esa reunión se llevó a cabo como les vengo diciendo el día 27 de abril de 1.984 entre las 8 de la mañana y las 11 am. Mi esposa Ligia y Nancy, esposa de Rodrigo, habían viajado en el primer vuelo de Avianca a Neiva pues esa misma tarde la militancia y autoridades del dpto. me ofrecieron un homenaje en el club Las Palmeras con motivo de mi elección como primer vicepresidente de la cámara de representantes. El ministro Lara no asistió por obvias razones. No podía participar en actos públicos políticos, no obstante, me envió una carta muy amable y expresiva de felicitación, documento que fue leído en el homenaje por Nancy su esposa.
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¿Qué pasó?
Tristemente, a los tres días siguientes, es decir, el 30 de abril, sobre las 7 de la noche recibimos con Ligia en nuestra casa en Bogotá la terrible y dolorosa noticia de que acababan de asesinar al ministro Lara, mi amigo de toda la vida, un ser maravilloso, por su inteligencia, solidaridad, simpatía, y profundo conocedor de la problemática nacional.
El asesinato del Ministro Lara Bonilla que ordenaron Pablo Escobar, los hermanos Ochoa Vásquez y Gonzalo Rodríguez Gacha, tuvo una connotación que no relata en su entrevista el señor Carlos Lehder a la revista Semana: Hace 42 años esos grupos criminales construyeron en las extensas tierras del Yari, en el Caquetá, el laboratorio de coca más grande del continente americano, emporio del crimen organizado denominado ‘Tranquilandia’, en donde se “cristalizaban entre 40 mil y 50 mil kilos de cocaína al mes y, fue precisamente el Dr. Rodrigo Lara quien, en su condición de ministro de Justicia, dio la orden al señor Coronel Jaime Ramírez Gómez de destruirlo físicamente, incendiarlo y decomisar los aviones helicópteros y demás aparatos que se encontraron en el lugar. El Dr. Lara emprendió, con inusitado coraje la guerra contra el narcotráfico en Colombia, guerra que aún no termina, y a pesar de su asesinato y los de otros ilustres colombianos que lo secundaron como don Guillermo Cano director del diario el Espectador, se han perdido batallas cierto, pero la guerra aun continua y esperamos ganarla muy pronto.
Con su asesinato perdió Colombia a uno de sus mejores hombres y a un gran dirigente nacional. Esa triste noticia nos la dio la señora Carmencita de Uricoechea, esposa de otro maravilloso amigo el Arquitecto José Pablo Uricoechea, quien llorando nos dijo, telefónicamente, que uno de sus hijos, médico de profesión, en el turno en la clínica Shaio, acababa de recibir el cadáver del señor ministro baleado, doscientos metros adelante sobre la calle 127 de la intersección con la autopista norte por sicarios pertenecientes al cartel de Medellín, bajo las órdenes de Gonzalo Rodríguez Gacha, alias el mexicano.
Rodrigo Lara Bonilla entrego su vida por la patria
El país no entendió su lucha, el significado y la magnitud de la injerencia del narcotráfico en la política nacional. Hoy el país se está consumiendo en mares de cultivos de coca, envilecida se encuentra la justicia, y el poder del estado se ve maniatado ante ese tenebroso flagelo, pero existe la esperanza de que más temprano que tarde Colombia resurja de la miseria humana, nuevamente a la felicidad colectiva.