Diario del Huila

Rosalía, una mujer indígena y maestra artesana

Jul 28, 2021

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DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA

Por: Hernán Galindo

Su sueño es tener un taller y un local donde ella, sus hermanas y compañeros de comunidad puedan trabajar, exhibir y comercializar sus objetos, que los ayuden económicamente y a preservar sus raíces.

Rosalía Quiroga Osorio cumple más 40 años en la labor de artesana. Su experiencia es en la elaboración de bolsos en lana y maneja la técnica en telar y croché. Usa también el material de cabuya y polifibra e innova en sus creaciones con reciclaje para el cuidado del medio ambiente.

Orgullosa de su pasado, dice que es de raíces indígenas, de la etnia Tama Páez, que es profundamente tradicionalista, orgullosa de su pasado y con un acentuado amor por su región. Nació en el corregimiento El Caguán, de Neiva, en 1966, en la comunidad Paniquita,

Entre artesanos

Al empezar a contar lo que ha sido su vida, en principio se duele de haber estudiado únicamente primaria porque a la familia le tocaba desplazarse permanentemente por trabajo en el campo.

“De todas maneras he querido aprender, conocer, con internet, capacitándome, haciendo cursos en el Sena, en todo lo que tenga que ver con las artes manuales y las artesanías”, afirma, en medio de risa tímida, la humilde y emprendedora mujer.

Y es que cuando era niña, veía a la abuela, “mi mamá señora, María Jesús”, a quien extraña sobremanera por los consejos, la educación y respeto por los demás y las cosas que le inculcó, pero especialmente por la enseñanza en lo que sería su oficio en la vida.

“Ella trabajaba la lana, con amor y dedicación. Hacía gorritos, blusitas, sombreritos, patines para bebés, blusas de colores, muchas cositas. Yo ponía mucho cuidado porque quería aprender, hacer lo que ella hacía con tanto placer”, recuerda con nostalgia, mientras se le iluminan los ojos.

Su papá, Luis Alberto, hacía canastos en bejucos, a quien también le aprendió. Hoy, el problema es encontrar la materia prima. A cambio, se intenta con palmicha, palma para tejer. Rosalía hace sopladeras, el pelo de muñecas y otros objetos textiles.

La mamá, María Lucía, hacía tejidos, trabajos manuales, como bolsos. Todo lo que elaboraban era para la casa, pero fundamentalmente para trueques, por comida o artículos de uso diario.

Pero sólo fue hasta cuando tenía 19 años y se casó fue que Rosalía se dedicó más completamente a las artesanías, a las manualidades, a una especie de emprendimiento familiar, con las hermanas.

Se puso a tejer para los hijos, les hacía ropa; blusas para ella, también en lana, en la actualidad en hilo macramé. En esa época, compañeros del Cauca dieron clases en telar, técnica que, claro, aprendió para hacer diversos elementos.

El negocio se empezó a transformar hace más de 20 años, recuerda. Hicieron bolsos y vestuarios, entre otros objetos, que trajeron a un encuentro artesanal en Neiva.  “Hubo personas que les gustó, otras pidieron unos especiales y así comenzamos a crecer, a tener clientes, a irnos mejor”, explica, con orgullo.

Lamentablemente, poco después, Rosalía enfermó de diabetes y otros males que la han mantenido entrando y saliendo del hospital por largos periodos. Por eso, se retiró de la comunidad para pasar a vivir enteramente en El Caguán.

“En el corregimiento tengo un tallercito, en la sala de la casa. Elaboro bolsos, manillas en chaquira, cargaderos, trabajo también collares o aretes en semillas de ahuyama, pepino, gualanday, en todo lo que veo y encuentro a la mano en la naturaleza. Además, reciclo flanes de huevo para hacer jarrones, y bolsos con otros materiales residuales”.

Lucha a mano

No tiene instrumentos, menos máquinas. Toda la labor es manual, con herramientas hechizas.  Lo ideal y con lo que sueña es tener los elementos necesarios para aumentar la producción, asegura, convencida.  Mientras, para mejorar, se ha capacitado en el Sena en servicio al cliente y emprendimiento.

Plasma en sus trabajos las ideas que se le vienen a la cabeza, haciendo memoria de colores y elementos hermosos de la naturaleza, aprovechando lo aprendido a través de internet.

“Me inspiro en quién lo lucirá. En el placer que le dará llevarlo. En el buen uso que le dará, que le cubrirá alguna necesidad. Pienso en lo contento que estará y en la satisfacción que me da que lleve unas de mis artesanías, hechas con amor, alegría, colores vivos y llamativos. Como el azul que representa el agua, el café la tierra, verde la naturaleza y los colores del hermoso arco iris…”

Rosalía está agradecida con Dios, pese a las dificultades por la enfermedad y el divorcio hace 10 años, aunque hoy tiene el apoyo de su hija, María Patricia, y del yerno, que ya saben del tejido de manillas y hace llaveros en chaquiras, entre otras cosas.

Se ilusiona con salir adelante. Con animar y motivar a las hermanas a persistir en la labor ancestral. En encontrar un lugar donde exhibir, comercializar y vender los productos de la familia y de otros artesanos, que se desaniman por tantos obstáculos.

“Sueño con una microempresa que sería de ayuda económica para ellas y la familia. Sueño con tener la salud y los medios para salir adelante y así dar trabajo y ayuda a otras comunidades indígenas tan necesitadas”, concluye Rosalía, que tiene su propio negocio. Quiroga Telar y Croché. Visítela en El Caguán o contáctela: 320 450 2456.

Rosalía, una mujer indígena y maestra artesana

Rosalía en su taller del Caguán rodeada de su trabajo.

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