DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Galindo
Paula Gómez empezó pintando dibujos animados. Hoy, estudia licenciatura en educación artística y cultural mientras publica sus trabajos en redes sociales, que expresan todo lo que ve y siente.
Desde niña a Paula Alejandra Gómez siempre le gustó dibujar. Lo hacía viendo las series animadas de la televisión, como Naruto y Dragón Ball, sus preferidos, hasta llenar cuadernos y cuadernos a lápiz y color.
La abuela era artista, le gustaba pintar y cantar. La mamá igual, “pero no de profesión, aunque sabemos que el arte es del corazón”. Cuando iba a pintar a talleres la llevaba, “y así, poco a poco, me fui metiendo en ese mundo que ahora es todo lo que soy y represento”.
Paula, que nació en Neiva hace 22 años y estudia licenciatura en educación artística y cultural en la Universidad Surcolombiana, recuerda con cariño el contacto inicial con la pintura. Por ser muy callada, tenía muchos tiempos de soledad que aprovechaba para pintar sin cansancio.
“Siempre compraba un cuaderno extra que llenaba a lo largo de los periodos con dibujos de animados que pintaba en las clases y recreos. Aún no había tomado la decisión de ser artista, fue hasta cursar el último grado de bachillerato. Antes lo hacía por placer”.
Arte y libertad
Su mayor motivación ha sido siempre lo cómoda que se ha sentido con el arte, lo libre y verdaderamente transparente que puede ser a través de él. “Siento que el arte es todo lo que soy y, sinceramente, no puedo imaginarme viviendo sin pintar”.
Sobre qué la inspira para pintar, responde: Mi ser, básicamente, me exige pintar. Y esa necesidad es la que la inspira. Pensar en la armonía que la embarga durante el tiempo que pinta también la inspira. Es como dormir, nada pesa en mi mente, estoy concentrada, está fluyendo mi ser, afirma.
“En mis trabajos plasmo mi sentir. En cada proceso de creación se queda encapsulada una parte de mi presente, una emoción guardada. Es muy bello ver los cuadros y recordar cómo me sentía en ese momento, con todo, con todos y conmigo. Me gusta pensar que transmito armonía con mis trabajos, siento que las plantas permiten que quien vea el cuadro pueda fluir a través de ellas, como lo hago yo”.
Considera que lo suyo es conjunto del esfuerzo y un talento especial, porque entiende que está muy fluida por el arte. En música, por ejemplo, le ha ido muy bien sin nunca haberla estudiado. Y reconoce que todo el proceso que ha llevado le ha permitido ser mucho mejor. Cualquiera es bueno en algo, pero sólo quién se esmera en aprender más y más se vuelve mejor, dice Paula.
Se puede visitar en su página en Facebook e Instagram, buscar como Gollirart, donde empezó a mostrar su trabajo como artista y a vender su arte. En 2019 abrió las puertas de su taller de pintura con el mismo nombre en donde he dado clases de pintura a niños, jóvenes y adultos:
“Gollirart es un nombre que nace de una combinación de palabras. Hace alusión a una criatura que aparece sólo cuando la humanidad más necesita de ella. Así es el arte, aparece para ayudarnos a ser un poco mejor y un poco más humanos, aunque solamente sea un poco”.
Nunca ha podido darle un nombre a su estilo, ni siquiera siente que tenga uno marcado, pues está en permanente cambio. Pinta todo lo que a su vista es agradable y todo lo que sienta en el momento. A veces ve escenas en la calle, en internet, en fotos, en paisajes y “me nace un impulso feroz de pintarla”.
“Otras veces me siento cargada de emociones y empiezo a hacer dibujos que ilustren mi sentir, generalmente terminan en autorretratos. Mucho de lo que siento en ocasiones se ve reflejado en la gama de colores que uso, hay temporadas en que me siento muy cálida y otras muy frías. A veces incluso, me siento de tonos pastel”.
Paula asegura que no pinta por estabilidad económica pue es sabido lo poco valorado del arte. Lo hace porque a través del arte puede ser sin temores. Porque puede fluir y estar en armonía con ella. No tiene a quién más contarle su sentir, sino al lienzo.
Agradece a sus manos tanta resistencia y la capacidad para pintar en cuadros, muros, hace tatuajes e ilustra en digital. “Agradezco a cada parte de mi cuerpo que me permite estar bien y completa. También a mis padres quienes desde el principio me han ayudado a progresar económica y moralmente. También a mis hermanos”.
Paula se ve en unos años con una casa cultural en Neiva, donde se puedan desarrollar diferentes expresiones artísticas; ejercer su licenciatura porque ama enseñar; “y se puedan exponer las habilidades y capacidades de todos los artistas que vivimos en la sombra en esta ciudad. Sueño que quienes nazcan en esta tierra se gocen un futuro con arte”.