Diario del Huila, Crónica
Por: Hernán Guillermo Galindo M
Norma Constanza Ortiz Losada se dedica al tejido en macramé, arte que consiste en crear piezas a partir de nudos. Sueña con una escuela para enseñar y extender la labor a nuevas generaciones en el Huila y el país.
Norma Constanza Ortiz Losada es una mujer profesional en fisioterapia, pero se dedica al tejido en macramé, arte que consiste en crear piezas usando nudos. Es una labor muy antigua en la que solamente se utilizan las manos para ejecutarla.
Los trabajos los realiza con piola, con hilaza con los que elabora productos para la casa. “Hago porta materas, bolsos, caminos de mesa, todo lo que tiene que ver con la decoración del hogar”, cuenta, detrás de un stand en una de las ferias que se realizan en Neiva para promover emprendimientos y a reactivación económica.
Además, ofrece accesorios para las personas, como bolsos carteras y otros utensilios de uso diario y callejero.
“Siempre me han gustado las manualidades, y a raíz de la situación económica generada por la pandemia me sirvió de sustento. Aunque tengo mi profesión de terapeuta ocupacional me he refugiado en las manualidades. Alguien me enseñó lo de los nudos y este tipo de tejido y aquí estoy”, manifiesta mientras muestra el surtido extendido sobre una mesa.
“De manera autodidacta me he capacitado y ampliado el conocimiento para evolucionar en este tejido. Estoy elaborando todo tipo de productos como puede observar”, comenta, a la vez que toma una especie de mantel con hermosas figuras y distintos colores.
Antes de incursionar en este arte, bordaba en punto de cruz, con lo que hace toallas, colchas, las decora “y todo sirve para darle vida y embellecimiento a cualquier espacio del hogar”.
Talento manual
Cuenta que desde muy pequeña tuvo un talento para las manualidades.
“Desde los nueve años, que nos daban en el colegio artes y oficios, bordaba y me gustaron las manualidades, que heredé de mi madre, que también bordaba. Elaboraba toallas decoradas que yo vendía como una manera de generar ingresos adicionales a mis trabajos”, recuerda, con alegría.
También, que los estudios de primaria los cursó en la escuela de Cándido y el bachillerato entre el Liceo Santa Librada y el Colegio Claretiano en donde terminó.
La terapia ocupacional la realizó en la Universidad Manuela Beltrán y adicional tiene una especialización en gerencia en salud y otra en pedagogía de la expresión lúdica de la Universidad Surcolombiana.
Con 50 años, se define como una madre soltera que comparte con su hija Mariana, estudiante de arquitectura y la familia del novio, Juan Diego, y sus hermanas, Nuri, Martha, que son un grupo de apoyo en el que además ha encontrado mucha amistad y amor por el arte.
“Más que un trabajo, tejer es una terapia porque uno se siente productivo, se relaja, se olvida de todo y encuentra mucha paz y relajación. Además, está la felicidad de la labor terminada y la satisfacción de la persona que se beneficia”, agrega.
Aspira a tener en Neiva una escuela de formación de artes y oficios, ya que la ocupación es el bienestar del hombre y si la gente está ocupada tiene su mente y su vida emocional bien:
“Quisiera enseñarle a mucha gente este arte, tener mi taller y dar a conocer este arte del macramé en otras regiones”, afirma, con ilusión.
Para darse a conocer su arte, la hija la ha ido promocionando en la virtualidad, no sólo en Colombia sino en otros países del mundo que aman el trabajo de los artesanos.
Del arte y de su especialidad se puede vivir, pero hay que ser perseverante, constante, disciplinando.
“Yo me levanto muy temprano. Hago tareas domésticas de la casa y después paso a tejer, a mi oficio, convenida de lo que invertí se puede multiplicar. No se debe descuidar el capital semilla para avanzar en este negocio”, refiere, con seguridad.
Tiene proyectando un viaje a Europa, a España, en donde realizará los cursos para aprender nuevas técnicas y después aplicarlas en el país, y enseñarlas a muchas mujeres que estén sin trabajo.
“Uno puede hacer empresa y salir adelante, además qué mejor que ser independiente”, manifiesta, con orgullo de lo alcanzado.
“Dios, mi compañero”
Norma es profundamente creyente en Dios, “es mi compañero, quien me mantiene viva. Siempre le agradezco por cada momento de mi vida y sobre todo por mis manos y las habilidades que me dio para salir adelante”.
Para ella, todo gira alrededor de este arte y “lo que me motiva es que dicen que lo que hago es muy bonito, muy atractivo. Como decía mi padre, Ireneo Ortiz, lo mejor que uno puede tener en la vida es un oficio, saber un arte”.
La mamá, Nohora Losada, que tiene 86 años es su principal compradora e impulsadora, “somos una familia muy unida porque también recibo el apoyo de mis hermanos”, señala, con alegría evidente en el rostro, mientras se mueve para mostrar la mercancía a una pareja que llega.
“También es una terapia poder contar a Diario del Huila lo que hago y cómo lo realizo con mucho amor y entrega, como debe ser todo en la vida porque uno no sabe hasta cuándo va a estar aquí y mientras tanto debe hacer lo que lo hace feliz”, concluye.