Diario del Huila, Crónica
Por: Hernán Guillermo Galindo M
Los “Yipaos”, adaptación de los tradicionales, Jeep Willys en el eje cafetero para toda clase de actividad de transporte y para el servicio de las familias en sus fincas. En Neiva, María Cristina Carvajal se trajo la idea y montó un negocio de venta de café sobre ruedas. Le contó sobre su aventura a Diario del Huila.
El año pasado, en el marco de las fiestas Cuyabras y de su 80 aniversario, Jeep participó nuevamente en el tradicional desfile de ‘Yipaos’, rindiendo homenaje a sus 80 años de historia en Colombia que comenzó por allá en el año 40, el siglo pasado.
María Cristina Carvajal Zamora, una neivana de 48 años de edad, que junto a uno de sus hermanos había visto los tradicionales carros adaptados para todo servicio, en uno de sus viajes de paseo al eje cafetero, se trajo la idea y hace seis años adaptó un Willys para que le sirva en su negocio de venta de café sobre ruedas.
Actualmente, atiende a su clientela de siete de la mañana a siete de la noche de lunes a viernes y de siete a doce del mediodía los sábados. Descansa los domingos.
“La idea de este negocio surgió con uno de mis hermanos que vimos los carros, nos llamaron la atención, los adaptamos y él abrió un negocio en Valledupar y yo aquí en Neiva, de eso ya hace 6 años, la idea nos nació en la ciudad de Armenia”, cuenta.
La clientela que se ha vuelto fiel acude al parque Leesburg en donde en el costado de la calle 19 se encuentra el peculiar negocio que llama la atención desde que se ingresa al lugar.
Y es que el carro de color rojo se adaptó con todos los implementos para preparar café frio o caliente, además le han ido agregando otros productos para acompañar el café. “Se vende desde un tinto hasta capuchino, le hemos agregado tortas, pasteles, empanadas y otros acompañamientos al gusto de la clientela”, dice María Cristina.
María Cristina Carvajal nació y se crió en Neiva, pero tiene arraigo paisa, de hecho, uno de sus hermanos vive en Pereira. Estudió la primaria en el Ángel María Paredes y terminó bachillerato en el instituto Ateneo.
La oferta diaria
“Aquí Le ofrecemos tinto, aromáticas, café en leche, Milo frío o caliente, capuchino, granizado de café. Es lo básico que tenemos aquí, en este carro que adaptamos nosotros mismos, mirando ideas en Armenia, Pereira y Medellín, lo fuimos armando al gusto”, agrega.
Una particularidad del café que se ofrece es que lo tuesta ella misma, compra el grano, hace todo el proceso y lo muele en el lugar antes de prepararlo y servirlo, lo que le da un toque diferente tanto al sabor como al servicio. “Ha tocado aprender de café y por eso nos hemos preocupado en prepararnos es una necesidad hoy día”, sostiene.
En cuanto los proveedores el principal es un señor de Bruselas en Pitalito que les vende el café verde, “nosotros lo tostamos en la casa y lo molemos aquí”, agrega. Además, están los que nos venden los vasos, las tortas, las empanadas, los pasteles y otros, suma.
Es agradecida con Dios, ya que tienen una buena clientela que es fiel, además dice con orgullo que de este trabajo viven tres personas, una empleada, otro hermano y yo.
En estos días le está colaborando su hija que es contadora y aprovecha que está en vacaciones para dar una mano en la atención del negocio. Al insistirle qué le hubiera gustado estudiar como profesional, responde con seguridad: “Siempre me han gustado los negocios y ser independiente, por lo que no me veo en otra cosa distinta”.
Esta familia emprendedora vive en el barrio Primero de Mayo en la casa materna que gracias a Dios es propia y les proporciona seguridad y tranquilidad de tener un techo propio.
A Cristina Siempre le ha gustado ser independiente. “Antes de abrir este negocio trabajaba en una venta de verduras que tenía mi hermano”, relata.
Le han ofrecido comprarle el negocio, “primero ofrecieron solo diez millones de pesos, eso no vale ni el carro y además no se vende”, argumenta y ríe, ¿en dónde ve el letrero de se vende?, concluye.
Cifras
Citando datos de Corpocultura, la marca señala que más de 600 “yiperos” y sus familias hoy viven de los recursos económicos que genera el uso de este vehículo en actividades agrícolas y de transporte. Pero igual que en todos los rubros de la economía, la situación del último año redujo notablemente los ingresos desembocando en una compleja problemática social.
Esta situación amenaza con la desaparición del “Yipao” como manifestación cultural, y del empleo del Jeep Willys como transporte tradicional de la zona cafetera.