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Una vida en el derecho como profesión y promotor del ciclismo recreativo

Ago 6, 2022

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DIARIO DEL HUILA, CRÓNICA
Por: Hernán Guillermo Galindo M

Álvaro Efraín Casas Ortiz nació en Saboyá, Boyacá, población que la hizo famosa el gran Jorge Veloza con su canción “la cucharita”. Casas se hace abogado de profesión y llega al Huila como funcionario de la Dian para quedarse definitivamente hace más de 50 años. Esta es su historia.

A sus 80 años, Álvaro Efraín casas Ortiz, recuerda sus primeros años en su natal Saboyá en donde junto a sus padres, Estanislao Casas y Cecilia Ortiz, fueron once hermanos, uno de los cuales es el actual obispo de la Diócesis de Neiva, monseñor Froilán Casas Ortiz. 

Álvaro cursa parte de sus estudios en el departamento de Santander y termina el bachillerato en el Colegio José Joaquín Casas de Chiquinquirá, que era de uno  de sus tíos, que además era poeta. Se va a estudiar Derecho a la Universidad de la Gran Colombia, y se hace abogado en el año 1967.

“Al terminar la carrera, el director de impuestos de esa época, el doctor Enrique Low Murtra que fue asesinado tras ser consejero de Estado y ministro de justicia, me nombró como jefe de la oficina, Dirección de Cobro Ejecutivo y Contabilidad de la Dian en Neiva, en donde duré en el cargo 4 años y luego fui promocionado a Bogotá, como director jurídico de la entidad hasta que me retiré”, cuenta Álvaro.

Al terminar la carrera, Casas Ortiz se viene del todo a Neiva a ejercer su carrera de abogado y es cuando conoce a Cecilia Trujillo que era la virreina nacional del bambuco, se casaron y llevan 53 años juntos.  “Me casé y empecé a ejercer mi carrera de derecho en 1972, fui profesor de la Universidad Surcolombiana durante 12 años en Contaduría, especialmente en derecho tributario, luego en la Universidad Cooperativa en el área de derecho civil y comercial, para finalmente ser docente en la Universidad Antonio Nariño”, recuerda.

Funda el Club Mingo Pinzón

“En esos menesteres profesionales comenzamos a practicar el ciclismo recreativo, en el año 1980 nos reunimos con Porfirio Bahamón que era un Contador, con el doctor Hugo Romero que era gerente bancario y un señor Rodríguez, fundamos el club que llamaba MG que era ‘mamadera de gallo’. El grupo se fue creciendo y llega José Domingo Pinzón, que había corrido vueltas a Colombia, tenía experiencia”, recuerda Álvaro.

“Nos fuimos para Gigante en entrenamiento y retornando desafortunadamente le ganó una curva y ahí perdió la vida, yo venía con él, aunque lo trajimos, murió en el hospital. En el cementerio yo dije unas palabras y fundamos el Club Mingo Pinzón, que llegó a ser conocido a nivel nacional con clásicas en las que participaron más de 200 pedalistas”, añade.

El Mingo Pinzón todavía existe, está activo, realiza de tres a cuatro carreras al año, con la novedad de la participación de las mujeres de diferentes edades en estas carreras y no solo en el Huila.

Su vida con las plantas

Ya por la edad, aunque aún tiene algunos procesos en las altas Cortes y el Consejo de Estado, Álvaro Casas casi no ejerce la profesión, de pronto alguna consultoría, y decidió retirarse también de la parte de la docencia.

Dice con gran orgullo que tiene alumnos que ya son jueces, magistrados o notarios, de manera que siente que su misión está cumplida. Siempre le ha gustado la naturaleza, viene de una familia del campo, pues su papá y su mamá tenían fincas, eran ganaderos y agricultores. Es por ello que le ahora le ha dedicado sus días a atender su propio vivero, tema que le apasiona.

“De todos los hijos, al que más le gustó el campo, fue a mí. Me encantaba montar a caballo, el manejo del ganado, siempre me ha gustado el campo. Tuvimos finca por los lados de Iquira, pero decidimos venderla ya por cuestiones de la edad”, comenta Álvaro.

“Y como una manera de conservar todo lo del campo, me dedico ahora a un vivero, sé bastante de jardinería y enseño especialmente a las señoras el manejo de los jardines que para mí son como si fueran novias”, añade con jocosidad.

Finalmente, a manera de anécdota, relata que tuvo COVID, pero le dio muy leve, hecho que le atribuye a su condición de deportista de toda la vida y que aun a sus 80 años lo mantiene activo. “Me dio como una gripa de tres días y no fue más, todo gracias al deporte o de lo contrario no estaría contando esta historia», dice. 

“El deporte es salud”, afirma este octogenario que vive con plenitud y se siente realizado como persona y como profesional en la vida, que comparte con su señora y sus cuatro hijos; “Magda, que es abogada y vive en Pitalito, Liliana, que está residenciada en Kuwait hace 8 años, se casó, de ella tengo tres nietos, Jhon Harold que es ingeniero agrónomo, trabaja con el Comité de Cafeteros en Gigante, y Álvaro Andrés ingeniero industrial, que trabaja con Comfamiliar”, dice animado.

Álvaro no puede dejar de recordar y agradecer que el papa Juan Pablo Segundo nombró a su hermano Froilán como Obispo de Neiva, “es una gran fortuna y lo designó para Neiva donde yo ya estaba, me parece que ha hecho una buena labor no solo desde el punto de vista religioso sino en el aspecto social, además él es ciclista y sale con el clan Casas a rodar”, comenta.

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