Por: Daniela Gutiérrez
A sus 20 años, Xiomara Viviana Casanova Mendoza perdió la vista debido a un glaucoma. Los siguientes años fueron negros y llenos de tropiezos de los cuales aún no logra levantarse del todo. Tras la pandemia por la COVID-19 perdió su único modo de empleo y hoy lucha por convertirse en una psicóloga profesional para poder lograr sus metas personales y mostrarle al mundo que no importan las discapacidades físicas, sino que pesa más la fuerza espiritual y mental con la que cuenta.
Poder tener un cupo en el Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos (CRAC) en la ciudad de Bogotá que le permita a Xiomara Viviana Casanova Mendoza es el objetivo a corto plazo más grande que esta mujer con discapacidad visual tiene con el fin de mejorar su estilo de vida y poder recuperar algo de lo mucho que un glaucoma le arrebató cuando apenas tenía 20 años.
Mientras esperaba en la sala de su casa que saliera del cuarto imaginé que lo haría con un bastón que le sirviera de guía, ya que es la imagen mental que podemos tener de una persona con la discapacidad que posee Viviana, sin embargo, para mi sorpresa salió por sus propios medios y sin nada de ayuda. Apagó un equipo de sonido que interrumpía la conversación y se sentó justo al lado de la silla donde me encontraba como si visualizara en su mente todo y pudiera así mismo movilizarse.
Esta mujer es una neivana de 27 años, bachiller de la Institución Educativa Departamental Tierra de Promisión, con un Técnico en Recursos Humanos otorgado por el SENA, graduada en el año 2016 en Técnico Laboral por Competencia en Música y en el 2018 ingresó a estudiar en la Universidad Abierta y a Distancia UNAD el programa de Psicología.
Su vida transcurría con normalidad entre lo que puede serlo vivir en una sociedad con una discapacidad visual, tenía un trabajo que le permitía sostenerse económicamente haciendo lo que más disfruta; cantar, lastimosamente para Viviana, como para el mundo entero, llegó la pandemia por cuenta de la COVID 19 y desde entonces no logra reponerse.
“Antes de la pandemia yo cantaba y amenizaba fiestas y eventos sociales, se veían mucho las reuniones y yo tenía gente que me contratara, pero todo eso se acabó. El mundo musical está tan afectado que hasta grandes artistas han sufrido los desastres de esta situación”, expresó Casanova Mendosa.
Aprendiendo a vivir en la oscuridad
“Yo nací con catarata y a los 5 año tuve mi última operación. Siempre vi por el ojo izquierdo y el poder hacerlo realmente era una ganancia. En el colegio debía levantarme a mirar al tablero, hacer la letra muy grande y forzar la vista para poder hacer distintas actividades, pero lograba valerme por mí misma”, relató la mujer.
18 años tenía Viviana cuando empezó a sentir que su ojo ya no daba más. El principio de una oscuridad eterna se acercaba y su vida iba cayendo lentamente a un pozo en el cual se hundía. Con resignación recuerda que toda esta situación se pudo evitar si en su momento alguien le hubiera hablado de la posibilidad de operar y evitar el glaucoma que consumió su nervio óptico.
“Yo denomino ese trance como vivir y volver a nacer porque uno prácticamente ya tiene una vida constituida, una manera de realizar las cosas, amistades y todo eso se pierde. Las personas que uno considera familia y amigos se alejan, mi entorno cambió. Mi vida cambió”, recordó Viviana con un tono de voz que denota la tristeza que siente al recordar ese difícil momento.
A causa de la depresión en la que entró y lo duro que fue aceptar su nueva realidad, ella se marchó de su casa donde vivía con su hermana y su madre y toma una habitación en arriendo teniendo en cuenta que su trabajo, en ese entonces le permitía tener esa independencia.
“La situación en mi casa se tornó muy difícil y no los culpo, convivir con una persona que se tropezaba con todo, rompía todo lo que se atravesara y dañara las cosas debido a su inexperiencia en la movilidad del hogar no era agradable. Tocaba mantener todo desarreglado y recogido para que yo no me golpeara y eso me frustraba en lo más profundo de mi corazón. Por eso mi fui”, expresó Viviana.
Otro camino
Hacia el año 2020 en el cual el mundo entero entró en una cuarentena estricta a causa de la COVID-19 a Viviana dejaron de llamarla para sus presentaciones y su economía se vino a pique. Su familia la acogió en el lo que hasta hoy ha sido su casa y volvieron ha ser su apoyo.
Para ese entonces, Casanova Mendoza ya había iniciado su carrera universitaria en la UNAD en la cual logró vincularse gracias al programa Generación E y así arrancar un nuevo proyecto de vida.
En este nuevo camino esta mujer ha tenido muchos tropiezos, las dueñas legales de la casa donde vive; que son sus primas paternas, han intentado desalojarlas en varias oportunidades y el caso jurídico que adelantaba para poder quedarse en el que ha sido su hogar por más de 20 años lo perdió. Hace apenas unos meses se levantó de una desilusión amorosa que sólo le dejó deudas y una sensación de haber sido estafada que marcó su corazón.
“Mi vida no ha sido fácil, aún así, no me doy por vencida. Hoy en día hago rifas, conciertos virtuales, vendo bonos solidarios y vivo de la ayuda de muchas personas que me colaboran para poder pagar mis trasportes y acceder al servicio de internet que me permite estudiar”, contó.